PASEOS EN EL REPOSO - 38

 


PASEOS EN EL REPOSO - 38


Si seguimos a Federico Nietzsche en su idea acerca de lo que es pertenecer a la infancia ("El que vive como los niños… no cree que sus actos tengan una significación final...". Obra Aurora escrita entre 1879-1881), el concepto se hace de una amplitud tal que en él (en el concepto) caben una cantidad de personas, grupos e instituciones, sin olvidar a países enteros, las cuales y los cuales, de alguna manera u otra, se les puede ubicar dentro de la conceptualización en cuestión, o sea, la infancia.

Bajo esa referencia, la infancia o si se prefiere, la infantilidad o el infantilismo, no es un fenómeno que tiene que ver con un período de tiempo determinado, sino más bien con el umbral de la inconciencia o con la ignorancia orgánica, de no prever las consecuencias que todo pensamiento, que toda palabra y que todo proceder, genera inevitablemente.

Como el infantilismo (el no tomar en cuenta las significaciones finales de lo que se hace) no tiene implicaciones cronológicas necesariamente, pareciera que son las personas, las instituciones y los países de "mayor edad" en la tierra, los que más acusan el fenómeno.

Fíjese usted en esto que hoy le acontece a Venezuela, que en estricto sentido del término, es un país en estado de gestación, por lo que aún le falta demasiado para ser un país en forma, hecho y derecho. Y como se está gestando, los sectores políticos (oficialistas y opositores) se dan la bomba de poner en la palestra de la contienda política, no sus capacidades racionales sino el infinito de sus pasiones y reconcomios en la infantilidad de creer que comportándose más agresivos van a dominar o aplastar al adversario. Así las cosas, cada sector se aleja del otro por medio del paralelismo (dos presidentes, dos asambleas, nos fiscalías...). Como dije, ellos actúan de esa manera por dirigir un país en gestación, que al no contar con ninguna musculatura institucional, les obsequia el libertinaje de clausurar cualquier posibilidad de pacificar sus recios estados anímicos. Es su privilegio. 

No obstante a esa inmadurez, ambos sectores en disputa (de no se sabe qué con exactitud) buscan apoyo internacional, y en vez de que los países con más tiempo histórico en el planeta los obliguen a que se entiendan entre sí para poder hacer operaciones e intercambios con ellos, más bien toman partido, y terminan favoreciendo unos (USA, U.E., Reino Unido...) a los opositores, y otros (los turcos, los chinos, los persas y los rusos) a los oficialistas. Y todo esto se da -y se seguirá dando (hoy en Venezuela y mañana en otros territorios)- en virtud de que los que participan haciendo posible este desaliñado acontecer, no están en la mínima opción de medir el "significado final" de sus frívolas acciones.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



No hay comentarios:

Publicar un comentario