REFLEXIVAS (7)
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REFLEXIVAS (7)
Los animales, no interesa si son de ambientes naturales (selvas, bosques, sabanas, montañas, cielos, aguas...), o de hogar (domésticos), no únicamente están para enseñarnos de alguna manera, a vivir, y en esa vibra, también a enseñarnos a morir. Además de eso, con lo que sería suficiente ya, están ahí, en sus esencialidades, para que nosotros, dentro de determinados parámetros de observación, sepamos quiénes más o menos somos o podemos ser. Gracias a ellos, podemos asemejar a alguien humano con un escualo, con un felino, con un ave de rapiña, un reptil carroñero o una simple ave de corral, digamos una gallinita. Referido a las aves, dijo una actriz-conferencista por TV hace años, que su mamá para orientarle su desmesurada y rebelde existencia juvenil, le hizo esta metáfora con las aves. Comparó su cerebro con el cerebro de un águila intentando volar con la pobres alitas de una gallina. Y para que más asimilara la comparación, dijo que su hermano mayor era el caso contrario, entendiendo por caso contrario, que su hermano poseía unas alas de águila que las intentaba mover con el cerebro de un pollo.
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Habida cuenta de que la Economía en tanto término admite una diversidad de definiciones, las cuales van desde manejarla como Economía política, pasando por Teoría económica hasta la Antieconomía, hay autores que procurando que la ciencia económica se le entienda su cometido, ofrecen ideas innovativas como plantear qué no es la economía. Uno de ellos es el oceanógrafo uruguayo Aramis Latchinian, quien montado en la idea de arrojarnos luz sobre esta disciplina, la ubica en el rango del oxímoron (un oxímoron es una construcción sintáctica que lingüísticamente resulta una incoherencia, y a veces, siendo demasiado la incompatibilidad de los elementos gramaticales usados, se acerca más bien a lo entendido por exabrupto). El oceanógrafo recurre para visibilizar el oxímoron a lo que Hernan Daly en su trabajo Crecimiento sostenible: un teorema de la imposibilidad, plantea. Dice Daly citado por Latchinian (en la obra Globotomía) "en sus dimensiones físicas, la economía es un subsistema abierto del ecosistema terrestre que es finito, no creciente y materialmente cerrado. Cuando el subsistema económico crece, incorpora una proporción cada vez mayor del ecosistema total, teniendo su límite en el ciento por ciento, sino antes. Por lo tanto el crecimiento no es sostenible. El término crecimiento sostenible aplicado a la economía es un mal oxímoron: autocontradictorio como prosa y nada evocador como poesía".
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Los países de punta, científico-tecnológicamente hablando, desde EE. UU. hasta Sur-Corea, tienen en el marco de sus planes terrestres (en el mundo conocido), explorar, vía carrera espacial, otros espacios no-terrestres (universo desconocido), sin haber experimentado ni aplicado fórmulas para resolver la problemática generada humanamente hablando, en el mundo conocido.
Es decir, con la carrera espacial, la inteligencia humana más desarrollada, quiere enfrentar problemas extraterrestres, sin haber resuelto los problemas terrestres.
¿Será esa propensión parte implícita de la inteligencia terrenal posible, o sera, por el contrario parte de la estupidez terrenal dada?
Hay personas que nunca sabrán que será eso, unas por la edad avanzada que tienen, otras, porque cosas como esta, nunca les ha llamado la atención.
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Las repúblicas bolivarianas provienen del desgarramiento, de escisiones rayanas con lo asombroso. Una vez muerto Simón Bolívar, murieron todas las aspiraciones ambiguas acerca de la Gran Patria que El Libertador pudiera haber abrigado. La Gran Colombia, como aspiración superior de Bolívar, murió en el mismo año que su Padre, 1830. En el año 1834, por ejemplo, Colombia, Venezuela y Ecuador se distribuyeron la deuda que tan noble sueño contrajo: 50%, 28,5% y 21,5% respectivamente, sería el compromiso que cada república tendría como castigo o premio, por haber acabado con lo que se tomó como entelequia inalcanzable.
De modo que ya siendo independientes una de otras, los hijos de esas repúblicas se han dado el permiso de no quererlas o de quererlas a sus reales y controvertidos entenderes.
En ese tenor he leído esto de un venezolano que luego de hacer turismo nacional, se aclaró a sí mismo: "Venezuela es un país bellísimo; lo malo del país son los venezolanos".
Colombia tiene un escritor insigne. Me refiero a Fernando Vallejo, el cual en la breve pero imponente novela La virgen de los sicarios, informa esto sobre los colombianos (pertinente es decir que la cantidad de población en el 2022 en Colombia va por el orden de los 51,6 millones, y la novela salió a la vida en 1994):
"Treinta y tres millones de colombianos no caben en toda la vastedad de los infiernos".
Así como estas ejemplificaciones pueden haber más, pero por el respeto mínimo o máximo que se le pueda tener al Grande Bolívar, es mejor no abundar en esto. No obstante Bolívar en alguna medida y grado previó el descalabro de su Obra heroica al decir a la Historia:
"Siento que he arado en el mar y que sembré en las nubes".
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET