PASEOS EN EL REPOSO - 19

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PASEOS EN EL REPOSO - 19

La resiliencia -aceptándola como una referencia material- constituye un rendimiento humano de índole moral-espiritual, pero que excede con mucho esos dos planos cuando la probabilidad de activarla en el seno de un aparato mental, se manifiesta usando tanto los recursos suministrados por las Ciencias conductuales clásicas como los ubicados en el paradigma levantado por la Teoría de los Sistemas aplicada a las producciones.

Aunque mi intención es resaltar la usabilidad de la Teoría de sistemas para la génesis y desarrollo de la resiliencia, no dejaré de reconocer que las psicologías -pluralizo por respeto a las diversas escuelas de esa ciencia- ayudan al individuo a resilienciarse debido a que sí logra grados significativos de ese bien moral-espiritual, los tratamientos puestos en escena para ayudarle a sobrellevar sus fobias, sus filias, sus manías u otras neurosis, se hacen más expeditivos. De ahí la importancia cobrada por las instituciones básicas sociabilizadoras (familia, escuela, comunidad, empresa, etc.) en las visiones de los psicólogos cuando se proponen repotenciar al individuo con problemas, a través de una fuerte autoestima auxiliada por resiliencia fluidas.

El antecedente más conspicuo de resiliencia y que se empleó para dar la idea de que era factible retroyectar (retrotraer) un resultado o un producto en el sistema de la mente lo hallamos en la categoría sistémica feed.back. Caracterizada la categoría feed-back como un movimiento hacia atrás (retroacción), que le va suministrar alimentación al sistema, cualquiera sometido al estudio y al análisis, con lo que el sistema ha producido, nos permite enfocar la resiliencia en ese sentido. O sea, bajo la característica de feed-back, o de la retroalimentación necesaria al sistema para sus movimientos, ya no circulares ni cíclicos, sino del orden del espiral -digo "del orden del espiral" inspirándome en el constructo "circuito espiralado" de Edgar Morin-, otorgándole (al sistema) un movimiento irreversible. Esto es, un avance hacia adelante... Sin vuelta atrás.

Describiendo esto último de forma más sencilla, le digo que, por un lado, el feed-back no es un producto del sistema productor. Y por otro lado, con el feed-back lo que hace el sistema es poner en contacto lo conseguido (output) con lo nuevo que le entra (input) para procesar. Lo nuevo por entrar, estando bajo el influjo y el flujo del feed-back, será procesado y direccionado para superar en calidades y cantidades adicionales a lo anterior producido. Es decir, el nuevo output será mejor en la secuencia de producciones al anterior output. Esto es dable sí y sólo sí lo producido en un tiempo1 sirve para "feedbear" a lo que se producirá en un tiempo2 y así sucesivamente. Mas si lo logrado en un primer tiempo no sirve porque cuantitativa y cualitativamente fue de un rendimiento deficiente, sin duda alguna el sistema de producciones irá de mal en peor debido a que carece de la referencia del feed back alentador con el que pudiera reformularse y reintentarse. En consecuencia la mejora de un sistema, cualquiera sea, es el detectamiento a tiempo del error introducido en su procesamiento total (throughput).

No se me preocupe usted por no haber entendido del todo lo hasta aquí expuesto sobre el feed-back como nutrición psíquica indispensable en la resiliencia. Con el siguiente ejemplo doy por sentado la completa comprensibilidad del tema.

Pongamos por ejemplo una dama que por motivos de la pandemia/cuarentena está subiendo de peso y llegado diciembre porta 10 kilos demás que antes de la situación no tenía. Supongamos que en navidad luego de la cena familiar de fin de año la dama del ejemplo se hace una autocrítica y se compromete consigo ejecutar un plan nutricional y un plan de ejercicios caseros que le permitan liquidar de su cuerpo 2 kilos por mes, cuestión que en mayo del 2021 los 10 kilos congregados en su cuerpo ya estarán despachados.

La dama en cuestión debe despachar de su cuerpo 1/2 kilo cada semana, cumpliendo con rigurosidad cuasi-profesional sus dos planes. Para comprobar los resultados se pesa una vez por semana. Y cuando lo hace el último día de la semana, comprueba que el 1/2 kilo que debía desaparecer ha desaparecido. En virtud de ese logro parcial, en virtud de que el sistema de su mente se fortalece con el producto (output) cristalizado, la consecusión definitiva (quitarse 2 kilos por mes) cada vez se hace más alcanzable porque los pequeños logros la van acercando a la meta, no de decirle adiós semanalmente a 2 kilos menos, sino de rebajar los 10 kilos demás en 5 meses. Quiere decir esto que los sub-productos (output intermedios) exitosamente alcanzados fungen como operadores dinámicos estimulantes por sí solos en pos de outputs de largo alcance. Pero si no es así, pero si la dama en vez de rebajar el 1/2 kilo semanal más bien aumenta otro kilo, entonces la dama necesita hacer feed back. Es decir, necesita ir atrás, a su punto de partida (cuando se comprometió con dos planes quita-kilos luego de la cena de fin de año). Si ella yendo atrás recobra la carga anímica-estimulatoria para enfrentarse determinadamente a su reto, ella se habrá resilienciado, puesto que retomó la postura de origen tenida luego del compromiso con ella misma.

Entonces se puede decir que la resiliencia no hace falta cuando los logros pequeños nos van colocando de cara al derrotero buscado. Según sean los tiempos prefijados y reglados las metas a largo plazo serán manejadas. En una final de Copa mundial de fútbol, por ejemplo, la meta a largo plazo estaría puesta a tan sólo 90 minutos enseguida de que se oigan los himnos respectivos. Cuando el tiempo es más corto para conseguir el lauro que nos reafirmará, la observación, el análisis y la evaluación deben ser más intensas y más acusiosas. Siempre en el interés de no necesitar retroalimentar y resilienciar el aparato mental, ya que tales recursos además de ultimatorios y extremos, son de suma dificultad lograrlos en competencia.

En esa línea de exigencia retroalimentadora (de feed back extenso e intenso) se pueden ver los opositores venezolanos del Proyecto izquierdista (V República socialista) en la meta de hacerse de nuevo con el Poder. Esa meta se les ha convertido en una suerte de espejismo justo porque han carecido de los conocimientos teórico-metodológicos imprescindibles para la obtención de metas de largo alcance. Como se les ha tornado en espejismo, a veces la meta la ven lejos y a veces la ven lejana.

En el marco de los deliquios experimentados desde 1992 cuando el Comandante Chávez se erigió moralmente por encima de ellos, siendo ellos gobierno en algún modo, lo único digno de respeto que oí y leí a esos señores, fue una metáfora beisbolera hilada por H. Capriles R. ante sus demás compañeros, víctimas todos del espejismo referido, dentro de la coyuntura de repotenciar la MUD. La metáfora fue esta:

"Nosotros vamos a hacer la carrera, pero no de jonrón sino por partes, base por base, hasta llegar al jon (home)". Aunque la metáfora de Capriles fue revelada hace varios años, aún está vigente por si acaso las víctimas del espejismo burlón les es dado no retroalimentarse porque atrás no tienen nada, atrás quedó la mano del fracaso saludando cada vez que miran su pasado cuartorepublicano, pueden diseñar un partido serio capaz no de competir contra el PSUV en unas elecciones y ganarle (ya le han ganado), sino de hacer Política en pos de proporcionarle a lo que queda de Venezuela, una visión económica, social y espiritual para que tenga la oportunidad de optar. Esto es, para que Venezuela no tenga la excusa histórica de que no había otra opción en la oferta de proyectos nacionales.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



PASEOS EN EL REPOSO - 18

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PASEOS EN EL REPOSO - 18

Para que un material resiliente ceda energía elástica al ser golpeado, recuperando su forma original una vez pase la fuerza exterior presionante, requiere que la desfiguración manifestada no represente una "deformación unitaria", esto es, que la fuerza del afuera no logra un aplastamiento completo de la configuración del material en el adentro, y eso le permite su compactación de nueva cuenta, siguiendo así como si nada. Este procedimiento al interno, esta marcha ocurrida por la resiliencia, también se cumple en los procesos del sistema de la mente de los grandes competidores en las diferentes contiendas habidas en el mundo áspero de los enfrentamientos humanos, sean estos económicos, políticos, sentimentales, bélicos, deportivos e intrapersonales (el enfrentamiento de uno contra uno mismo), entre otros posibles.

Pero no se trata de entender y de hacer entender en qué consiste la resiliencia. Aunque sea importante, más importa pormenorizar bajó qué condiciones privantes la resiliencia se torna en una herramienta psíquica lejana a nuestro alcance, habida cuenta de que algo nos hace flaquear el ánimo doblándonos moralmente, justo porque no podemos (o no sabemos) resilienciarnos en el tiempo en que debemos hacerlo.

Explico la idea mediante una final por la Copa mundial de fútbol.
Ahí en esa final van a disputarse el premio dos grandiosos equipos, cuyos desempeños en la justa fueron impecables. Todos los contendientes están henchidos de moral y dispuestos como el primer jinete del apocalipsis, el del caballo blanco, a salir al campo a luchar y a ganar. El jinete del apocalipsis sólo aguardaba oír el sonido de la trompeta y estos gladiadores del fútbol sólo aguardan el final del himno de su país para salir a batallar por la copa-mundo.

El escenario del encuentro de una final, pone en exposición las estrategias y las tácticas de los equipos en la búsqueda del triunfo. No obstante muy pocas veces se ve, porque quizá no sea parte de las estrategias, y de aquí parten sus vulnerabilidades, como el equipo que se coloca con el marcador en contra con dos goles o más, se repone. Por el contrario, en la medida que va corriendo el tiempo la diferencia en goles sigue aumentando, perdiendo indefectiblemente la oportunidad de levantar en sus manos la Copa.
¿Qué ocurriría? ¿Cómo se originó la debacle que hizo que hombres que aparecieron en el campo repletos de moral deportiva salgan del mismo abatidos y llorosos?

La respuesta no viene por la parte deportiva sino por partes muy poco escudriñadas pertenecientes a los mundos de las humanas almas.
Veamos.
Un encuentro deportivo, no importa la disciplina, no es tanto un encuentro con deportistas rivales. El encuentro que se da en la cancha, en el ring, en el campo, etc., es un encuentro con las faltas... Un encuentro con las propias faltas. El rival nada más, en la economía de las acciones, debe captarlas o irla captando, para aprovecharlas a su favor. Vea usted las peleas de M. Ali y notará como este señor va golpeando no la cara y las partes blandas del contendiente, sino la moral que el contendiente llevó al ring y que se va socavando cada vez que comete el error, imperdonable en el boxeo, de dejar el rostro descubierto por ausencia de guardia.

Siendo que se nos va extinguiendo la Moral (la única fuerza que nos permite seguir de pie, que nos ayuda a recuperarnos aún caídos) según vayamos perpetrando faltas (la falta inicial da paso a la siguiente falta y así) en el proceso de conseguir lo buscado, se hace de una rigurosidad insoslayable por el lado de quienes asuman la opción de que la resiliencia si es factible, introducirse en la temática del Error, o mejor dicho, introducirse en la jurisdicción de la valoración negativa de las faltas tomadas bajo la luz de los desaciertos. Y es bueno agregar de paso y con esto abandono el ejemplo de los deportes, que dentro de estos hay disciplinas en los que no hay rivales que se interpongan entre el deportista y su meta (piénsese en las rutinas de las gimnastas olímpicas, en los saltos con o sin garrocha, en los lanzamientos, en el tiro al blanco, en los clavados...). En ese rango de competencias el único obstáculo para cumplir con las rutinas y los movimientos programados, es el mismo participante. Y pese a que carecen de oponentes, los atletas perdedores salen igualitos de compungidos, puesto que no pudieron con ellos mismos, pues las faltas en las ejecuciones a lo largo de las dificultades a vencer, los fueron mermando.

Huelga citar una definición de Error (busque usted una que le sea útil). Cualquiera que sea contendrá o arrojará la noción de que error es un evento lamentable para quien lo cometa. Y lo lamentable no son precisamente las consecuencias de haberlo cometido, porque si a ver vamos, todo lo hecho en la vida real, trae consecuencias. Lo que hay que lamentar del error pasa por lo que se nos genera al interno de nosotros por haberlo efectuado. El error pertenece en esa visión reducida en torno a su realidad como aquello vergonzoso ante cuyo influjo no podemos sobreponernos. Ahora, claro, ese error que nos clava al suelo, que nos destroza en pedacitos, no es cualquier error. De ordinario ante los errores diarios tenemos respuestas lingüísticas consabidas. Con un "disculpe usted" o frases similares, salimos avantes ante las faltas consuetudinarias. Y bien, ¿cuál sería, pues, el error que no nos perdonamos cometer, el que nos tumba hasta el punto de hacernos perder la esperanza?

"Hay dos tipos de errores -le decía el jefe Wallace Boden, personaje de Chicago Fire interpretado por el gran actor británico Eamonn Walker para la Universal, a un subaterno desencajado-: Los errores evitables y los errores inevitables". La explicación del "jefe Wallace" no pasó de ahí, lo que me obligó a determinar que en términos prácticos, se nos convierte en material confuso cuáles son los unos y cuáles son los otros. Sin embargo me atrevo a afirmar que los errores evitables son aquellas equivocaciones que al materializarlas ponen en peligro el objetivo perseguido. Si estoy en lo cierto un "error evitable" se pudiera aceptar mejor como aquel error que debe evitarse, resultando con ello una diferencia más expedita en los errores. Aquellos que se ven como "gajes del oficio", y los errores ilógicos que una vez dado, el que lo cometa en el medio de un contexto competitivo, quebrantará la lógica de lo que se está llevando a cabo. Por ejemplo, el pase ingenuo que le regala el balón al contrario en un partido de fútbol o el auto-gol, podrían aceptarse como errores ilógicos en el orden de los disparates que cada jugador debe cuidarse en su accionar. Por consiguiente, desde el momento en que se comete la "ilogicidad" aparecerá la ola que va a arrasar con la moral del contendiente o de los contendientes, si a renglón seguido no se corrigen.

¿Habrá solución para encarar este tipo de error devastador? ¿Qué hacer cuando somos víctimas de nuestros propios errores ubicados en el espectro de los "errores imperdonables"? En la próxima entrega intentaré esbozar al respecto alguna respuesta satisfactoria. ¡Ya la verán! 

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



PASEOS EN EL REPOSO - 17

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PASEOS EN EL REPOSO - 17

En lo buscado, lo más técnico hallado sobre el concepto "resiliencia" (pues de la técnica proviene) es esta definición: "La resiliencia es la capacidad de un material de absorber energía elástica cuando es deformado y de cederla cuando se deja de aplicar la carga".

Si nos atenemos a este concepto citado de resiliencia, nos toca aceptar lo difícil que resultará llevar la resiliencia al sistema de la mente de las personas. En consecuencia, aceptar que el "hacerse resiliente" no constituye un tema fácilmente conseguible por intermedio de fuerzas voluntaristas y espontaneistas de nuestra personalidad, sino que es menester, en pos de "hacernos resilientes" en grados aceptables, someternos o adentrarnos en marcos referenciales exigentes con los cuales podamos ir reduciendo el proceder mental contrario a la "resiliencia", que si lo queremos localizar se encuentra por el orden de la desanimación y el amedentramiento.

Planteando esto de otra manera, podríamos preguntarnos ¿qué hay en el ser humano o con qué contaría el ser humano, que le permita emular (en poco o en mucho) la naturaleza de los materiales resilientes de cara a perseguir logros y, por qué no, éxitos que le permitan aumentar cualitativamente sus opciones en el espectro de frentear la realidad interpuesta entre él y la meta pretendida?

El ser humano puede tener algunos haberes dentro de su aparato mental coadyuvantes en las acciones buscadoras de sus objetivos y metas (voluntad, inteligencia, organización, objetividad, etc.), pero todas pueden a su vez caer por tierra si no cuenta de forma sólida, procesada y orgánica con un substrato, con un sedimento de carácter espiritual que le permita a sus recursos (voluntad, inteligencia...) sostenerse ante los impactos de mediana o de máxima contundencia que el mundo exterior le pueda deparar en las acciones buscadoras de objetivos puestas en escena. Tal substrato, tal haber, es la *Moral* . Esto es, que según el ser humano internalice e insume una determinada moralidad, tendrá opción de recomponerse, de reestructurarse y de reintentarse, ante las colisiones que toda acción que busca objetivos y metas va consiguiendo en el camino.

El relato de la resiliencia se valoriza en el espectro de gente (particular o en grupo) aspirante, y bajo cierta seriedad, a algo de suma importancia para la afirmación colectiva o la afirmación personal (título académico, corona de belleza, copa de fútbol, campeonato de béisbol, ascenso profesional…). La otra gente, llamada reactiva, que pacientemente aguarda a que las fuerzas exteriores la mueva y la promueva, puntos como la resiliencia y la proactividad, por ejemplo, del modo más indiferente, le resbala. De forma que la resiliencia es un tema exclusivo para entidades humanas que por no asimilarse a los estatus resignativos dados por la sociabilidad del Dominio, intuyen, y mejor, perciben, que les corresponde exteriorizarse irreversiblemente. Es decir, darse al exterior del mundo de Lo real sin vuelta atrás.

Dentro del contexto de la moral hay demasiadas cosas por referir. De ese contexto extraigo la consabida frase, dicha y oída hasta el cansancio: "Hay que tener moral para reclamar". Extendiéndola a nuestro tema podríamos acotar: "Para ganar (u obtener un logro afirmativo) hay que tener la moral suficiente (bien plantada) para hacerlo". 
En las prácticas deportivas, pongamos por caso el boxeo, siempre en la esquina del boxeador que va perdiendo en la pelea, su mánager le tiene frases y hasta fotos de un hijo amado, que al oírlas en sus significativos contenidos o ver el rostro del hijo al que de seguro le hizo la promesa de ganar, le permiten reanimarse.

Continuando con el boxeo, en el primer combate (2/12/18) entre Tyson Fury, inglés, y Deontay Wilder, estadounidense, se pudo apreciar como el retador para el entonces, Fury, pudo levantarse de la lona cuando fue lanzado a ella por la descomunal y despiadada pegada de Wilder (llamado por ese rasgo "el hombre más malo del mundo"). No obstante Fury resilenciándose desde las tinieblas donde había sido enviado, se levantaba repotenciado y terminaba el round ganando o igualando las acciones. Fue tan evidente su recuperación que pese a que cayó en más de una ocasión, los jueces dieron tabla al combate. En el segundo combate (23/2/20) aunque recibió la mano narcotizante del campeón Wilder varias veces, Fury, repleto de moral, lucía inmutable. Demás está decir que esa noche obtuvo la faja de campeón de los pesos pesados en virtud de la alta moral mostrada en combate.

En la próxima entrega me comprometo proseguir con esto. Tocaré lo concerniente a lo que hace que nos desmoralicemos, y cómo mediante casos de la vida política real se llega a los extremos últimos de la desmoralización de un país como Venezuela, que en términos prácticos deja de serlo para convertirse en esos mismos términos prácticos en "un territorio de sobrevivencia"...a secas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



PASEOS EN EL REPOSO - 16

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PASEOS EN EL REPOSO - 16

Voy a meterme con el tema de la resiliencia, tema que pese a ser incorporado y usado relativamente reciente en el habla ordinaria, luce ya con señales de trillamiento.

Cuando en el habla, cuando en la experiencia comunicativa, un término luce trillado es porque se tiene como sabido. Como sobreentendido, inclusive. Al ser la "resiliencia" parte de los discursos dirigidos a la auto- ayuda, a la auto-estima, etc., inexorablemente su contenido útil en esa dirección, se irá desgastando tanto por el abuso que se hace de la término como por las distorsiones que su contenido va sufriendo.

En la tendencia a distorsionar la "resiliencia" está en asociarla a "resistencia", y como "resistencia" es un término de vieja data en el habla, la economía mental hace que el término nuevo, que en este caso es "resiliencia", tome o robe, los atributos contenidos en el término "resistencia". Algo parecido ocurrió con "asertividad". Los usuarios de la lengua la tienen igual o casi igual a "acertar". Al punto que se toma a alguien "asertivo" en calidad de alguien que "acierta" en sus cosas. Lo mismo le está acaeciendo a "resiliencia" con "resistencia". Ha comenzado a aceptarse que el "resiliente" es alguien "resistente"...Y no es así, déjeme decirle.

Todo aquel (o aquello) que es resiliente se supone que a su vez es resistente, mas no lo contrario. Ejemplifico, un equipo contendiente en el fútbol está obligado a resistir el tiempo reglamentario, aunque el marcador esté en su contra y con una diferencia de goles abrumadora (supóngase 5 a 1 con 7 minutos para que se cumpla el minuto 90 del encuentro), El equipo perdedor sin duda resistirá, sin que tal resistencia tenga nada de resiliencia. Otro tanto parecido le ocurre al habitante promedio de países acontecidos tipo Venezuela. Puede el habitante promedio venezolano resistir la intemperie de la descomunal situación psico-socio-económica derivada por los estragos de la ausencia de políticas pragmáticas e inteligentes, pero el hecho de que resista no significa que tal habitante sea resiliente. A menudo, ya en el hábito de responder en el saludo cómo se está, ya muchas personas en vez de decir "estoy bien" o "estoy aquí, regular(cito)", suele decir en cambio: "estoy aquí, 'aguantando la pela' ".

Si fuese, pues, por "aguantar la pela", por "resistir" hasta que "la pobre vida se acabe", la interminable cantidad de habitantes de los ahora "territorios de sobrevivencia" (llamados aún "países" por extensión del concepto), serían colocables en el rango de "grandes ejemplos ínclitos" en los derroteros de la resiliencia. Lamentablemente los habitantes de estos territorios sólo encajan en el rango de la resistencia a secas.

Ahora, ¿cuándo se es resiliente? ¿Cuándo el ser humano le introyecta cualidades resilientes a su aparato psíquico o a su personalidad toda? Veamos.

Para darnos una idea de resiliencia se hace ineludible extraer la idea de origen proveniente de los materiales resilientes los cuales ante un impacto del exterior poseen la elasticidad necesaria que no obstante deformarse por el golpe recibido, al cesar el impacto o desaparecer la causa, vuelven a recobrar su forma. Casos como esto pueden abundar en el espectro de esos materiales. Los casos más a la mano que tenemos en el espectro de objetos que pertenecen a nuestras rutinas, encontramos los resortes y los amortiguadores. Para que esa cualidad resiliente sea más o menos incorporada a las herramientas conductuales de las personas en sus quehaceres, resulta bastante difícil pretenderlo, dada la proclividad humana a desanimarse ante cualquier adversidad compleja de dificultoso enfrentamiento.

Por lo atrinca, por lo cuesta arriba, por la envergadura del propósito de hacerse en algún grado resiliente, ante las vicisitudes de un mundo áspero en muchos aspectos, sobre todo en esos aspectos vitales en donde toca "poner la carne en el asador", se hace de suma obligatoriedad hacernos resilientes. Sin embargo aunque hayan sido los materiales resilientes los que hayan inspirados la idea, debemos de saber de antemano que la resiliencia humana nunca será ni igual ni parecida siquiera a la resiliencia natural. Será un producto, en todo caso, de las preparaciones educativas, formales (escuela) e informales (entorno social inmediato y mediato) que recibamos en el trajín diario de nuestra propia formación.
En la próxima entrega de esta Página seguiré hundiéndome en el espesor de la idea de la resiliencia.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



PASEOS EN EL REPOSO - 15

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PASEOS EN EL REPOSO - 15

Enseguida me referiré al fenómeno de la contraprestación de cara a hacerlo en tanto término inherente a la vida económica, más cercano a los intríngulis de la vida social general.

El movilizador para que en una economía haya circulación e intercambio de lo producido, o sea, circulación e intercambio de objetos y servicios producidos, es el procedimiento y el principio identificado como contraprestación, que no obstante provenir originariamente de la práctica bancaria en donde el banco como facilitador de créditos debe ser contraprestado por los beneficiados de esos créditos al cumplirle con las obligaciones contraídas, la contraprestación en tanto procedimiento y principio, traslada su valor a toda operación y a todo comportamiento en los cuales alguien debe ser retribuido en cantidad y calidad por lo que adquiere o consume, desde la posición de cliente, de elector, de usuario de medios, de paciente, de estudiante, de fans o creyente de alguna fe religiosa.

Siendo así la contraprestación deviene en una exigencia de suma obligatoriedad en todo acto social. Pero para que sea un procedimiento y un principio que coadyuve en la eficacia y eficiencia económico-productiva, se hace necesario que se tome como componente importantísimo en el fenómeno de la cultura económica. Esto es, que a través de la enculturación de valores materiales de la población, la contraprestación debe internalizársele a la persona desde los primeros años como sujeto en formación, cuestión que ya en el carácter de demandante de productos convertidos bajo la lógica del mercado en mercancías, le sea vital ser contraprestado.

Es tanto el peso del valor contraprestacional que un papá acá en Venezuela le aconsejó a su hija y a la pareja de ésta a comienzos de 2017, cuando el desplomamiento psico-socio-económico se veía venir, que no tuvieran hijo porque debido a la estrechez de sus capacidades adquisitivas ellos dos no tenían como contraprestarle a ese pobre criatura su advenimiento a este pobre mundo llamado Venezuela.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET