UNA VISUALIZACIÓN (ECONÓMICA) DE LA ESPERANZA.

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UNA VISUALIZACIÓN (ECONÓMICA) DE LA ESPERANZA.


UNA VISUALIZACIÓN (ECONÓMICA) DE LA ESPERANZA



"ESPERAR Y ESPERAR Y EN UN ETERNO ESPERAR SE NOS VA TODA LA VIDA".

FRAGMENTO DEL POEMA DE ANDRÉS ELOY BLANCO "COPLAS DEL AMOR VIAJERO".

Sólo en un sitio y en una situación ideal, de absoluta idealidad, como el "Infierno" creado por el florentino Dante Alighieri en su Divina Comedia, se puede recomendar a los que van entrando ahí, al averno, que abandonen la esperanza. Ya es muy sabida la recomendación que puso el poeta a la entrada del ideal sitio: "Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza", con lo cual quiso significar, entre otras cosas, que en ahí, en tal lugar terminal, la esperanza (ya) no hace falta. Conservarla sería vista como un peso innecesario, dentro del paquete de pesos que el residente (infernícola) le toca llevar o soportar. En pocas palabras, es un lujo, una superfluidad, tener "esperanzas" en donde no hace falta. Sería posible que el conservarla formaría parte de los sufrires del habitante que para siempre, estará allí.

Ahora, ¿por qué hablamos de idealidades? Sencillamente porque nada más en las abstracciones, en las puridades ideáticas (reino celestial, reino de las tinieblas, paraísos terrenales, cuentos de hadas...) se puede hablar de situaciones o realidades creadas, exentas de economías y de expectativas racionalizadas por la utilidad inmediata o mediata. 

Cuando Dante (en su Divina comedia) solicita "abandonar la esperanza", está partiendo del principio elemental de que en el infierno no hay mercado. Esto es, de que en el infierno (o en la gloria o sitios así) no hay posibilidad de intercambiarse. Que el que es introducido en sus espacios invisibles (pero sí sentibles), no cuenta con nada para intercambiar con lo que ahí se le va a suministrar en proporciones exactas en la administración del sufrir. Visto así, el infierno respondiendo a la logicidad de las idealidades, es un lugar de estricta justicia, habida cuenta de que no sólo se le practicará un tormento a alguien (invisible pero sensible), sino que tal tormento será en la cantidad y calidad que el atormentado merece y puede soportar en la infinitez del no-tiempo ideal.

Si hubiere, respondiendo a este orden, que cambiar la frase dantesca, podría ser más o menos en estos términos: "Abandonad la esperanza que aquí no tenéis nada para comerciar".

Fuera del alcance de las idealidades, muy distantes de los mundos especiales, regidos por entidades exactas e inapelables, abordar la esperanza, llevarla a la teoría para hacerla tematizable y (hasta) comprensible, nos conduce inevitablemente a tomar en consideración las condiciones materiales y no-materiales con la que la "esperanza humana" (dispense usted la redundancia) se hace posible.

La esperanza, como todo lo humano, es un producto histórico-social, y con esto no se está diciendo nada nuevo. Lo nuevo, si cabe, es enfocar la esperanza como una consecuencia derivada de realidades donde los seres humanos existen padeciendo, entre otros tantos horrores, el "horror económico" (concepto creado por Forrester, socióloga francesa), el cual se puede decodificar como la máxima expresión de las diferencias sociales concebibles, pues describe que a pesar de que las grandes masas de personas en la Tierra deben trabajar para vivir, hay una mínima porción de la población que por la esencia de su estrato de clase, esos altos niveles de vida del que disfruta, los tiene garantizado mucho antes de que sus beneficiados, incluso, nazcan. De saber, de intuir, esa radical diferencia, nace (y se puede desarrollar) el "horror", "horror" que se disminuirá en la medida que se tenga (y se desarrolle) la "esperanza" como quizá, la única alternativa.

Hay "esperanzas" concretas, no basadas ni estimuladas por influjos espiritualistas-religiosos exclusivamente. Son las "esperanzas" que poseen aquellas y aquellos que por causas ideológico-partidistas, aparte de militar en movimientos políticos "progre-salvacionistas" (o sea, defensores a muerte ante los peligros externos que corre la patria), asumen de por vida e incondicionalmente, la plataforma ideológica con que esos movimientos operan. 

En Venezuela, para nombrar algunos, han habido dos casos en que los adheridos a sus partidos depositan sus esperanzas hasta la muerte (uno de ellos, llevó la esperanza de sus partidarios "hasta más allá de la vida"). Me estoy refiriendo a las experiencias de AD y del PSUV. La esperanza de sus militantes es tan fuerte que aunque presenciaron unos (los de AD) como el país se les desmoronaba ante sus ojos por la pobrería y la corrupción galopante a una rítmica bestial durante décadas, y otros (los seguidores del PSUV) que a pesar de que Venezuela atraviesa prolongadamente una inopia institucional única, y una superinflación devastadora, siguen ahí, resteados a toda prueba con su partido. AD probablemente más nunca llegará a gobernar y el PSUV, por su parte, probablemente jamás, por innecesaria, haga ninguna revolución, y sin embargo, cada uno de sus militantes, atrincherados desde la fuerza emanada de sus respectivas "esperanzas", continúa fiel e impertérrito con la fidelidad inamovible. Los ejemplos pueden extenderse al peronismo, al sandinismo, al castrismo, etc., pero este no es el lugar para detallarlos en las esperanzas que suscitan en enormes contingentes humanos. 

Lo que si es este el lugar es para afirmar que cualquier "esperanza" que se profese (bien para esperar la segunda venida de Cristo, bien para amar a otro para siempre, o bien para creer que las revoluciones son posibles), se hace obedeciendo, consciente o inconscientemente, a las leyes económicas de la inversión. Cada esperanza es el resultado de poner ilusiones, esfuerzos psíquicos, motivaciones y esperas instrumentales, focalizados en una expectativa, en un proyecto, en una futuridad, las cuales una vez que se invierten no se pueden abandonar en un tris. 

Abandonar una "esperanza" significaría haberse equivocado, haber perdido el tiempo en algo estúpido o en algo que no podía ser. Significa, en un solo plato, que se ha fracasado. El adherido a una "esperanza" prefiere, en el costo de oportunidad, proseguir con ella ha quedarse abandonado en la intemperie de lo incierto.

Ílmer Montana.
Pregado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 

DESTRUCCIÓN CREATIVA

DESTRUCCIÓN CREATIVA

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destrucción creativa

DESTRUCCIÓN CREATIVA



"La globalización, la liberalización y la digitalización están convirtiendo el mundo entero en una versión moderna del bazar de Estambul".

Alan Murray

La riqueza de la nueva economía.

Muy pocos son los conceptos en economía que como este (Destrucción Creativa) ponen de relieve la dialéctica macabra de los procesos productivos, los cuales, entre tantas paradojas, encontramos la destrucción. O sea que un proceso productivo (o un conjunto de procesos orientados a producir) se mide y se evalúa no tanto por lo que produce en cantidades y calidades de bienes y servicios, si no por lo que destruye o pueda destruir a su paso constructor. 


Es decir que en proyecto de índole creadora, para que sea tomado en consideración, debe presentar aparte de lo que va a generar como nuevo, lo que va a destruir. Lo que va a ser destruido a partir de los logros obtenidos por el proyecto, pasaría inevitablemente a la categoría de obsoleto, de que su tiempo económico ya quedó atras.



Por eso es que en las economías competivistas, el competivismo que las alienta, presenta luchas de tanta agresividad para no ser desplazado o desplazar, que muchos teóricos aplican a esta dialéctica infernal, el nombre de "guerra económica", la cual como guerra pone en enfrentamiento por ejemplo, a las marcas (de gaseosas, de neumáticos, de partidos políticos), o a los propios países en su búsqueda de alcanzar buenos lugares en los rankings de productividad, de cientificidad y de liberalidad económica para ser visto así como países de punta.

Este término (D.C.) en la historia económica lo tocó por primera vez el sociólogo y economista Werner Sombart, escritor de El burgués, pero quien lo popularizó en occidente fue el austríaco Joseph Schumpeter en un libro que escribió en 1942 llamado "Capitalismo, socialismo y democracia".



Finalmente podemos decir que toda actividad económicamente destructiva debe fijar en sus proyecciones qué nuevo bien o qué nueva generación de servicio acarreará; qué metodología innovadora ofrece; qué mercados inexistente aperturará; qué fuentes energéticas emergentes le servirán de apoyo y qué monopolios o posicionamientos mercadológicos se vendrán abajo si sus miras se cristalizan.



Para entender críticamente las economías atrasadas, atrasadas bajo la lógica de la destrucción creativa, verbigracia las economías latinoamericanas, hay que abordarlas dentro de la circularidad con que se mueven. Sin importar el tiempo que tengan esas economías es muy poquito, por no decir nada, lo que destruyen. Para ellas, para esas economías tan empobrecidas y tan empobrecedoras, pasan las décadas y más décadas -hasta siglos algunas- y siguen ahí, paradas, detenidas en la intemperie del tiempo económico, viviendo sus gentes de lo que Dios, o Satanás, les dejó en el suelo, tal vez esperando que fuerzas foráneas vengan a destruirlas. Esto es, vengan a crearles nuevas economías.

Ílmer Montana.
Pregado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 

EL INCONVENIENTE (IMPRODUCTIVO) DE SER TÍMIDO

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EL INCONVENIENTE (IMPRODUCTIVO) DE SER TÍMIDO

EL INCONVENIENTE (IMPRODUCTIVO) DE SER TÍMIDO


   "Estaba tan cansado de todo el mundo que me daba miedo que alguien me viese"
  Klima, personaje de La despedida. Novela de Milan Kundera.

Si hay alguien que le teme a un "NO", es la persona tímida.

Siendo el tímido dentro de su mundología íntima muy distinto a lo que someramente se cree de él por la aspectualidad habitualmente apocada que registra, no tolera un "no" porque esa palabra, esa corta expresión, contentiva de una negación, a veces rotunda, en su personalidad temerosa,  alcanzaría un peso insoportable que él como tímido la evita a como dé lugar. Siendo así, por no oír un hipotético "no" de la dama de quien gusta, por ejemplo,  no se atreve a nada ante ella y sin quererlo se comporta hasta torpe ante ella. Ella, viéndolo tan cortado no le queda más remedio que disculparlo etiquetándolo como "tímido". Otro tanto semejante, siguiendo con los ejemplos, le ocurre con la búsqueda de trabajo. Presentarse en una empresa como demandante de empleo, le resulta cuesta arriba. Si va a buscar trabajo, de inmediato por las señales que regala, le endilgan el san Benito de "tímido".

¿Y por qué esa miedosidad espeluznante  a un probable "no"? Bueno, simplemente porque nuestro personaje en su fuero interno adolece por la medida chiquita, del complejo del emperador quien como tal, en medio de su magnanimidad, entre otras cosas, no admite a que se le diga que no. Un "no" al emperador, al tirano, al jefe supremo de algo, sería terrible para su elevada autoestima. Al respecto, y con esto termino esta parte, le cito lo observado por una de las grandes autoridades en la lucha contra la timidez, el estadista nipón del siglo XII Yoritomo Tashi. Dice el estadista, refiriéndose al tímido: "El culto hacia sí misma en la persona tímida se le convierte en una Deidad cuyo altar está en su corazón". O sea, que considerar al tímido en el rango de idólatra de sí mismo, no sería una exageración.

Siendo la timidez ubicable en la amplia esfera de los arquetipos del temor, no sería un asunto de  importancia para la vida económico-material, si sus secuelas no traspasaran los parámetros de su intrincada psicología. Esto es, si las consecuencias de su alma estrecha (y estrechada) sólo fueran motivo para que los profesionales de la conducta privada, se ocuparan de ella.

Empero no resulta así de fácil, habida cuenta de que la timidez, al apoderarse de una persona, la incide, la sacude de tal manera, que todo lo concerniente a la producción -desde el trabajo escolar, pasando por los juegos hasta las labores remunerativas- se ve afectado.

Fíjese usted lo implicado en el paquete psicogénico del tímido. 

De entrada, alguien intimidizado, alguien penetrado por las oscurantistas fuerzas del temor en grado superlativo, le ocurren a su interno una totalidad de variables movilizadas en dirección negativa  en su contra. La confianza se le contrae. Contraída la confianza que es la base para erigir el comportamiento orientado a la consecusión de fines, se eleva la curva de la inseguridad. Los niveles de  inseguridad traen por su lado, un acumulamiento de vacilaciones, las cuales, y de modo inminente, le generan al sujeto incertezas, que aunque no lo quiera -nadie quiere eso para sí mismo- a su vez le aumenta la cantidad de desconcentración en lo que va a hacer o se esté haciendo. Tomándola como una línea, la desconcentración se proyectará sin control alguno. Y como es sabido, en ninguna actividad por realizar se le permite al sujeto que la llevará a cabo, que esté desconcentrado.

Debido a eso, a esa incapacidad e incompetencia que la timidez trae consigo,  unas sociedades milenarias como la japonesa y la coreana, no sólo no acepta, apreciándola mal,  a la gente que sufre de la fobia social llamada _taijin_ _kyofusho_ , (sonrojarse, temblar, tartamudear...) sino que se cuida de experimentarla ante los demás porque eso sería faltarle el respeto. Desde pequeños los japoneses y coreanos son preparados por los adultos para que no luzcan societalmente inhibidos. Logrando combatir la inhibición indudablemente se garantizan la aceptación en los grupos y en el universo de los trabajos. 

 El coreano y el japonés, y ojalá nosotros también, asumen de que se es tímido en la medida que no construimos en nuestro interior ideas y sentimientos edificantes.


Ílmer Montana.
Pregado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



EL CONTROL SOCIAL Y LA POSIBILIDAD DE SUFRIR

EL CONTROL SOCIAL Y LA POSIBILIDAD DE SUFRIR

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universo vocabular

EL CONTROL SOCIAL Y LA POSIBILIDAD DE SUFRIR

        
SOLO SE PIENSA EN LA MEDIDA EN QUE NO SE LOGRA COMPRENDER.
     CORINNE ENAUDEAU. 
LAS PARADOJAS DE LA REPRESENTACIÓN.

El Control social sobre una población nacional, se trate de cualquier país, sea desarrollado o atrasado, no se remite solo a dominarla en situaciones más o menos normales en lo económico y en lo social. Tal Control necesario -necesario para que las clases del Poder no se vean amenazadas en ese Poder- también se extiende a situaciones y coyunturas extremas (guerras, bloqueos, inflaciones estrafalarias, invasiones, etc). Esto es, que el Control en su estrategia, despliega toda una suerte de ideas, nociones y valorizaciones, con las cuales la población media pueda aceptar y justificar como conveniente alguna circunstancia escapada de lo que se tiene como "normal vida".

Bajo esta referencia, tomemos el caso venezolano y en concreto las "medidas económico-financieras de presión" ejercidas por USA contra el oficialismo chavista. En lo tocante a la población pro-oficialista esas medidas, (llamadas ideológicamente "bloqueo económico, o "bloqueo", a secas), vienen a ser como la gran prueba que la "revolución bolivariana" requería para demostrar patrióticamente al mundo su capacidad de resistencia. En esa postura y dentro de su lógica antiimperialista, las medidas foráneas en su contra, le vendrían a fortalecer la moral a los revolucionarios.  Eso por el lado del pro-oficialismo. Por el lado de los opositores opera una valorativa que reduce la proclividad a sufrir por ese mismo "bloqueo". Para el opositor medio gracias a esas medidas, a esas presiones de USA él se llena de "grandes esperanzas" porque si surten el efecto que él aspira, el "régimen", dentro de su lógica anti-oficialista, caerá.

Ahora cabe preguntarse, ¿si es así, entonces quiénes son los que sufren la áspera y amarga realidad venezolana? Bueno, quienes sufren -en respuesta a la pregunta- son eses seres humanos que por ciertas y determinadas habilidades mentales, no tienen la competencia de aceptar las racionalidades (que son tomadas por ellos como "vulgares patrañas") que la gente del Poder (la que intenta obtenerlo y la que pretende retenerlo) elabora e impone por la vía mediática a unos gruesos sectores poblacionales, con los que ellos no se encuentran identificados.

De ahí, de esos seres humanos sufrientes por no aceptar las matrices ideológicas de las cópulas políticas dominantes de la escena nacional, emergen, bien los emprendedores que se atreven a retar a la anarco-economía repleta de ambigüedades, o bien emergen esas enormes cantidades de emigrantes que salen despavoridos, y sin mirar atrás, a buscar con la incertidumbre usual en estos derroteros, un destino en donde suponen Dios los está esperando.


Ílmer Montana.
Pregado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET