EL MEDIADOR
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EL MEDIADOR
"El proceso mediador consume en sí escasa energía, sin embargo, las inversiones de capital material y humano para asegurar el ajuste son ingentes".
MANUEL MARTÍN SERRANO
Supongamos que el comportamiento díscolo del hijo mayor de una familia (llega tarde a casa, generalmente aparece medio ebrio, algunas veces se va con el coche familiar y regresa sin él, pues lo deja en casa de algún amigo, etc.) conduce al papá a implantarle controles drásticos de cara a disminuirle la discolidad comportamental a su hijo. Lo decidido por el papá una buena noche, en la privacidad de la alcoba de pareja, se lo comunica a su compañera para que sea ella quien le participe al hijo las medidas rigurosas de control. Si la señora acepta sin chistar las medidas y así se las comunica al díscolo, ella hace en la red comunicacional, el papel de intermediaria, mas si logra discutirle a su compañero el contenido drástico de las medidas y logra en consecuencia modificarlas sustancialmente, la señora deja de ser simple intermediaria y se convierte en virtud de su participación, en una mediadora.
Si un docente, independientemente del nivel escolar donde se desempeñe, sólo se limita a transferirle a sus alumnos lo que contiene el programa de la asignatura que dicta, se le puede considerar como un intermediario del conocimiento. Para que sea considerado mediador debe a través de su creatividad e inventiva individual, hacerle transformaciones de fondo y de forma a las unidades y temas del programa que se le ha dado. Como esto último reviste ciertos niveles de exigencia, los docentes y todos aquellos respetantes de lo que se le dado, optan para no salirse del área cómoda por lo trilladamente conocido e implantado.
Cuando por alguna causalidad acomodaticia las personas de un colectivo social propenden a reiterar (reproducir) los significados y contenidos recibidos desde los medios e instituciones, los líderes y dirigentes de ese mismo colectivo social, son los encargados de mediar. Siendo así, los procesos mediadores en lugar de convertirse en acciones transformadoras necesarias para el crecimiento y el desarrollo humano y humanístico de la gente, se convierten en una fuerza contraria a todo progreso del colectivo, puesto que cualquier mediación dada, desde la óptica particular de los mediadores, únicamente responderá a las conveniencias que esos mediadores en tanto seres humanos tengan.
Un caso significativo ilustrador de la mediación social al servicio de la hegemonía del Poder, lo hallamos en el programa El solidario de Globovision. Ahí todos los días se trabaja con las "necesidades del pueblo", pero de una forma mediada. Es decir, alguien del pueblo puede aparecer (en voz o en presencia física) por la pantalla del canal para denunciar los problemas de su comunidad. La mediación acontece por el tratamiento que a través del conductor del programa le hace la planta previamente, mediante la promoción de El solidario, la cual muestra un teléfono analógico adobado con epítetos relativos a ese tipo de teléfono obsoletizado por la tecnología. Al teléfono se le dice "cachicamito", "tostoncito", "chigüirito", rematando la idea con la expresión de "el telefonito de Juan Bimba". En otras palabras, el canal televisivo si es verdad que ayuda a la gente empobrecida por las estructuras sociales empobrecedoras existentes en el territorio venezolano, sin embargo lo hace recordándole al pobre que él es pobre. Igual mediación se experimenta en las locaciones donde los pobres reciben servicios públicos para pobres. Digamos, ambulatorios, escuelas, transportes masivos, sin excluir la propia deficiencia que exhiben los líderes y dirigentes que medían entre el Poder empobrecedor y la población empobrecida.
Ante una realidad social donde privan las mediaciones del Poder o a favor del Poder, se hace necesario que los sujetos interesados en desarrollarse como personas optimizadas en sus posibilidades y opciones, dejen de actuar de espaldas a sí mismos, intentando alcanzar grados aceptables de mediación particular, cosa que con sus propias mediaciones logren independizarse y, ¿por qué no?, liberarse de la mediación opresora que sólo es útil para "asegurar el ajuste" imprescindible para la reiteración del Poder, tal como no los dice el autor citado Manuel Martín Serrano en su libro La mediación social.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET