"CÁLLATE QUE TE QUIERO ESCUCHAR"

"CÁLLATE QUE TE QUIERO ESCUCHAR"

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"CÁLLATE QUE TE QUIERO ESCUCHAR"

   Procura que tus palabras sean dulces y suaves por si algún día tienes que tragártelas. 
(Idea inspirada de Colosenses, 4:6)

Un entrevistador pregunta al divo Salvador Dalí, quien desapareció de su mundo de surrealistas maravillas el 23 de enero de 1989, que qué era para él la conversación. Dalí, militante asiduo de lo estrambótico, le responde que para él la conversación es el acto único donde él es el que habla, y el otro o los otros viven el deleite de poder oírle. Aunque también gustaba que le hablaran, pero no como conversación, sino de que le hablaran contándole mentiras. Las mentiras le deleitaban los oidos y le abría el apetito para comer y beber. Incluso,  cuando viajaba se hacía acompañar de un séquito de aduladores trastornados que eran especialistas en inventar historias. No cobraban nada pues también gozaban de salud económica. Comenta una biógrafa de Dalí, Amanda Tapp, conocida como Amanda Lear para los bajos y altos mundos del hiper-pintor, que el séquito de expertos en mentiras tenían como exigencia de honor de que Dalí en público los humillara y los vejara. 
Lo que deseo resaltar con esto, es que por más que sea atolondrada una relación, tipo Dalí y sus exclusivos mentirosos, resulta imposible evitar comunicarse.
En tal línea de nociones, Eliecer Salesman le recomienda en un libro llamado Secretos para triunfar en la vida, a la gente que quiere ser estimada y solicitada por los demás como recompensa de los esfuerzos hechos por sociabilizar, que le brinde la ocasión a los otros a que se expresen. Al respecto hace esta sugerencia:
CUANTO MÁS VALIOSA ES UNA PERSONA, MÁS APTA ES PARA ESTIMULAR A LOS DEMÁS A HABLAR. CUANTO MÁS EGOCÉNTRICA ES, MÁS SE DEDICA A SERMONEAR.
NO HAY MEDIO MÁS SEGURO PARA QUE LA GENTE GUSTE DE USTED COMO DARLE LA FACILIDAD DE HABLAR.


Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET


LA APOROFOBIA COMO ANFITRIONA

LA APOROFOBIA COMO ANFITRIONA

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LA APOROFOBIA COMO ANFITRIONA
  
 "¡Qué maravilloso es presentir una realidad 
que nos parece imposible!".
    De Invierno, una canción de Luis Oberto.

En el mes de octubre del año inmediato pasado, el diario El Nacional publicó una reseña desanimativa, casi perteneciente al mundo de lo sombrío, acerca de los venezolanitos (y les digo venezolanitos con todo el cariño y reconocimiento de que soy capaz) que se van vía terrestre, o sea, pateando el suelo, el agua, el monte y la carretera, del territorio en el cual una vez nacieron. Reseñaba tétricamente El Nacional la situación de ellos así: Venezolanos deambulan por San Pedro de Tapanatepec (Oaxaca) y Bajo Chiquito (Panamá). Son el 70% de los varados en esos dos lugares claves en la marcha. Llegan con poco dinero, sucios, mojados, temblando y atrapados en el desespero. Leyendo eso me permití suponer que lo único que los animaba era saber que cada paso dado en el tormento de migrar en condición de pobres, representaba la sensación de éxito, por irse alejando paulatinamente de un punto de partida desgraciador de la humana existencia. Cada paso ponía a esos hermanos del sufrir más lejos de ese punto, y con eso le hacían al sistema de la mente el necesario feed-back de soporte.
Por la pobrevivencia que simbolizan sus constituciones físicas, ya Latinoamérica y el Caribe, no los quiere más. Tanto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en un Informe divulgado hace pocos días (El Nacional lo recoge el 3.6.23) señalan que la región rechaza a los migrantes venezolanos en un 80%. Los porcentajes más altos los tienen tres países bolivarianos. A saber, Perú, Ecuador y Colombia. Perú nos rechaza como migrantes en un 81%, Ecuador en un 80% y Colombia en un 79%.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado ¿Pero qué tipo de sueño busca esta gente que se sale del mapa nacional? Ante esta pregunta o preguntas parecidas, alguien bienpensante dijo o escribió, en torno a esta macabra experiencia de irse por el irse mismo, esta idea reveladora de una verdad que muy difícilmente nos pasa por nuestros cerebros. Ese bienpensante no le sé el nombre aún, y se lo quedo debiendo, mas esto fue la verdad revelada:
NO ES QUE ESA GENTE QUE SE VA, SE VA EN BUSCA DE UN SUEÑO. ESA GENTE SE VA ES HUYÉNDOLE A UNA PESADILLA.

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

EL AUTOLICÁNTROPO

EL AUTOLICÁNTROPO

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EL AUTOLICÁNTROPO 

   "El best seller de Paulo Coelho Verónica decide morir [...] relata la historia de una bibliotecaria de veinticuatro años, una mujer sana, atractiva e inteligente que un día decide morir porque considera que los mejores años de su juventud han pasado ya y todo cuanto le espera a partir de entonces es una lenta pero inexorable decadencia".
   SLAVOJ ZIZEK (2006)

Dentro de sus debilidades, y a pesar de esas debilidades, el ser humano ha avanzado materialmente. Cualquier avance espiritual registrado,  no está en proporción igualitaria a los progresos materiales de los seres humanos. Más bien pareciera que lo materialmente logrado, socavara o ralentizara el ritmo de las miras del espíritu, haciendo del aspecto espiritual, un registro que marcha rezagado ante el aumento vertiginoso del aspecto material.

No sería exagerado afirmar, que la humanidad material está muy por encima de la humanidad espiritual. Se vive para el cuerpo, para su divertimiento, no para el aumento espíritual, olvidando que ambas instancias son importantes sobremanera. El descuido de una conduce a la muerte de la otra.

Desde el lado de la crítica creadora, emanan variadas advertencias acerca del fenómeno del fallecimiento espiritual. Una de esas advertencias proviene del surcoreano, formado académicamente en Alemania, Byung-Chul Han. De los útiles libros escritos por esta inteligencia crítica-creadora, está el libro La sociedad del cansancio, por medio del cual, se le explícita pormenorizadamente al lector, cómo ya no somos lobos para los demás, como otrora éramos. Ahora, debido al modelo de vida basado en los estándares de alta productividad, la persona llega a depredarse a sí misma, quitándole ese rol al otro, el cual en modelos productivos anteriores, depredaba a los demás bajo la figura de empresario (en la industria, en el comercio o en la financiación bancaria). Hoy -afirma Han- la figura de verdugo y de victimario no están localizadas en dos seres humanos, sino en uno solo: en el individuo que se auto-explota por intermedio de su propia Fuerza de trabajo y de su propia Fuerza de consumo, hasta llegar a la raya de la extenuación total, o casi total, bajo una paradójica sensación de que es libre. Sensación que le impide percibirse como un psico-organismo agotado, muy próximo a los rango de la zombiedad.

Hay dos autores abocados a la investigación organizacional, Philippe Rothlin y Peter R. Werder, quienen que en su libro Boreout, hacen una observación, que de inmediato se la daré a conocer, cerrando con ella, este pequeño aporte hecho:
LOS NIÑOS EMPIEZAN A ABURRIRSE CUANDO HAN JUGADO DURANTE MUCHO TIEMPO CON EL MISMO JUGUETE. LOS ADULTOS SE ABURREN PORQUE SE SIENTEN PERDIDOS ANTE LA SOBREOFERTA DE LA INDUSTRIA  DEL ENTRETENIMIENTO.

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET