FANS DE FABULACIONES (II)
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FANS DE FABULACIONES (II)
"El que vive de las apariencias se convierte en esclavo de lo que no es".
MIGUEL FENRIR TOSTADO DE ALIOTH, Pinterest.
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Cuánto cuesta digerir cognitivamente que el ser humano es una entidad psico-orgánica hundida -y extraviada; quizá perdida sin remedio- en la superficie de las formas. En las formas, sea útil decirlo, que él mismo inventa en la pretensión de convivir sociablemente con los otros seres humanos.
Formas tales como Dios, Democracia, los Derechos, el Diálogo, para nombrar las formas más sobresalientes en las normas de convivencia, en el decurso histórico en vez de convertirse en puentes de enlace sistémico-orgánicos, más bien tales formas han terminado por convertirse en combustibles que avivan el fuego, donde constantemente se incineran las esperanzas de hacer de este planeta un planeta vivible desde un punto de vista de la sanidad societal.
Al darse, por lo contrario, un planeta en cuya superficie se despliega un mundo infeliz, que para abordarlo en condiciones de entenderlo y explicárnoslo en un mínimo aceptable, se necesitan investigaciones, estudios, metodologías e interpretaciones analíticas y reflexivas, que por sus rigurosas complejidades, no están al alcance de la persona promedio, que en tanto persona promedio, lo que quisiera sería existir con un poco de tranquilidad y sosiego, los días que le toque estar en la tierra.
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Que una humanidad esté hundida o atascada en las superficialidades de las formas deja ver a todas luces que éstas no son simples ideas acerca de lo considerado valioso (Dios, Democracia, Derechos...), sino que en el devenir de sus respectivos procesos, van adquiriendo el rango de modelos o de conformaciones paradigmáticas, aceptadas por unos y rechazadas por otros, generando los concomitantes inconvenientes, inevitables en todo aquello perteneciente a las realidades de las creeencias, cuyo rasgo sobresaliente consiste en que quien asuma una creencia, quien convierta una creencia como algo suyo, deja de percibirla como una "creencia". Ante por el contrario, la introyecta en el sistema de su mente en calidad de "verdad" no susceptible a discusión (llámese esto dogma).
Así el asunto, ya los valores iniciales que pudieran haber tenido las formas (ontológicos, espirituales, cívicos...), merced al modelo o al paradigma, se van convirtiendo en divagaciones etéreas, que para entender el valor "Dios", por ejemplo, se requiere exegetas y hermenéuticos especializados, o para hacer realidad un "Derecho", otro ejemplo, se hace imprescindible que el necesitante cuente con el monto de dinero solicitado por el profesional experto en leyes, el cual según su reputación en el mercado de la justicia, le garantizará en términos negociados el disfrute del Derecho buscado.
De manera pues que el asunto Dios, para seguir con el ejemplo, ya no depende de aceptar su existencia y de depositar la fe en Él. Depende del modelo en que se asuma al Ser celestial. Que si el modelo de Dios provienede del judaísmo, sin duda, le va a generar alguna traba con aquellos seguidores de otros modelos (islámicos, cristianos, budistas, luciferianos...). Igual ocurre con el valor Democracia, Diálogo y otros tantas formas inventadas al principio para hacer expedita la convivencia entre humanos y que a lo largo de los tiempos cumplidos, aparecen como molestos obstáculos "duros de roer".
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET