EL AHORRAMIENTO EXTREMO
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EL AHORRAMIENTO EXTREMO
Sobre el punto de la alteridad ("la condición de ser otro"),
lea esto por favor:
"La alteridad es la verdad de la subjetividad, o incluso el sujeto es todo el sistema".
MOUSTAPHA SAFOUAN, psicoanalista egipcio ya fallecido.
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Humanamente, extremarse, situarse al extremo de una tendencia, es hacer economía psíquica. El extremista al no interesarse en la existencia del Otro, se lo ahorra. Lo que piense o haga el Otro, el extremista librado de él, experiencia la sensación placentera de haber alcanzado en algún grado aceptable, la libertad necesaria, mientras que alguien situado en el Centro de las tendencias debe, por razones de su posición, estar al tanto, informándose del quehacer de los instalados en los extremos.
Situarse en el Centro, sin ningún tipo de economía ahorradora, tiene exigencias específicas (frialdad, profesionalidad, intelectualidad...) las cuales el promedio humano no tiene capacidad de cumplir.
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Sin posturas socioanalistas, periodísticas o de investigación científica inclusive, se hace terrible que alguien oiga o lea lo expresado por los personajes protagónicos que hacen la humana historia, viviendo de ella, atornillados en algún extremo del espectro político. Es tan recia la vivencia de leer u oír con interés inmutable lo que pueda expresar algún líder de la "derecha" o de la "izquierda", del Pentágono o del régimen talibán, de Israel o de Hamas, de Rusia o de Ucrania, que si no fuese porque el sujeto interesado que lee u oye está apoyado en propósitos de estricta profesionalidad, su psiquis comenzaría a deteriorarse con visos que pudieran resultar irreversibles.
Por ejemplo, aquí en Venezuela, lo expuesto en programas como La Hojilla, Con el mazo dando, etc. va dirigido casi exclusivamente a los seguidores entusiastas del oficialismo. Eso lo comprenden perfectamente aquellas personas que por colocarse en el lado extremo, creen a pie juntillas lo sostenido por los voceros más recalcitrantes de Vente o de la Plataforma Unitaria. Si no fuera así y se obligara sin derecho a negarse en lo hipotético al militante medio del oficialismo o del simpatizante medio de las valoraciones de la derecha, a oír las arengas de los líderes del lado contrario, sin duda constituiría un hecho de profunda desconsideración inhumana a las limitaciones psicológicas y existenciales de esas personas seguidoras de un extremo o del otro. Pero gracias a que cuando hay cadena nacionales de radio y televisión el opositor promedio tiene opción a la TV (satelital o cablera) o las RR.SS. masivas, las consecuencias psicológicas nefastas, derivadas de tensiones políticas irresolutas, se atenúan en términos significativos.
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Conforma una muestra interesante de cómo afecta en alguna medida el cerebro y la visión, la realidad proselitista de los dirigentes y militantes de las agrupaciones fuera de los dos extremos polarizantes en Venezuela.
Fuera de los dos polos extremistas, hubo para las elecciones del 28-J ocho candidatos cuya ofertas electorales no sobrepasaron el marco de lo ingenuo, no debido nada más a las ofertas mismas que cándidamente daban la idea de querer unificar al chavismo/oposición, sino que por falta de una perspectiva basada en concreciones técnico-científicas, creyeron vanamente (y vagamente) que cada candidato desde sí solo podía llamarle la atención a algún opositor o a algún chavista desprevenido.
Lo que le aconteció a las cabezas visibles de esas ofertas proviene justo de los arrebatos propios de estar en el medio de gente foribunda que lo que necesita almáticamente es que su opción venza para poder ahondar más el ahorro del otro (llámese esto "paz") que su postura extrema le garantiza. De modo, pues, que si la gente instalada en el Centro también quiere ser notada por quienes militan por cuestiones de tranquilidad existenciaria en uno de los dos polos, les toca desprenderse de lo más difícil en los menesteres humanos: arrancarse del espíritu el supuesto egológico de que se es importante. Y si estar en los extremos del espectro político representa el ahorro del Otro, estar en el medio del espectro conduce a demostrar que no todo gira alrededor del imperativo económico. ¡Qué reto!, ¿no?
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET