FANS DE FABULAS (VII)
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FANS DE FABULAS (VII)
UPTON BEALL SINCLAIR (1878-1968), periodista muckraker
(denunciador tenaz de la corrupción política en EEUU):
"NO SE LE PUEDE SOLICITAR A ALGUIEN QUE ENTIENDA UN PROCESO CUANDO SU SALARIO DEPENDE DE NO ENTENDERLO".
Faltándome terminar el subpunto 3:2 de la entrega anterior inmediata, lo termino así:
1
Institucionalizado un valor vital, un evento insurrecto, un Hombre (en versión femenina o en versión masculina) cuestionador de determinado statu quo, cualquier dialéctica interactiva de transformación que pueda haber contenido, por la propia acción institucionalizadora pasa o va pasando gradualmente al camposanto de lo inerte, pues como institucionalizado, se ponen en rededor todo un apilamiento de devociones, ritos, ceremonias... (en fin, formalidades previstas), llamadas a subrogar con simulaciones convenidas, lo que una vez fue energía vital y fuerza emancipatoria.
Los casos del cristianismo en la edad antigua y del marxismo en la edad moderna se han convertido en emblemáticos ya que siendo aceptados como propuestas societales útiles en los procesos manipulatorios masivos, se fueron convirtiendo en religión uno y en orden político el otro. Relativo al marxismo el enorme científico austriaco karl Popper dejó caer esta frase en el fondo de la historia científica: "El marxismo murió de marxismo".
2
Adentro de sí la Institución tiene la estructura por medio de la cual impone en el organigrama práctico la línea de mando (vertical u horizontal) con la que, mediante el apoyo reglamentario-castigatorio (sanciones punitivas, condiciones aversivas...), logra las conductas dóciles, en alto o mediano grado, del componente humano dependiente del paraguas institucional. En los países donde el estado es el principal empleador, valga acotar, se puede instaurar estructuralmente un amamantamiento descomunal, que los grados de docilidad de los empleados estatales cruzan la frontera de la docilidad para pisar los terrenos de la mansedumbre semi-esclava, con tal de no ser desprendidos ellos, los empleados, de la teta que el estado les asigna para amamantarse.
Y afuera de la Institución está la necesidad social con la que la Institución justifica su existir en la realidad de lo humano. Esto se traduce como "la razón de ser institucional".
3
El "mundo de las libertades" está adversado por el "mundo de las necesidades", y las instituciones se nos presentan como las opciones orgánico-sistémicas de paliar las necesidades en pos de que no nos sucumban.
Las necesidades, habida cuenta de que los propios procesos sociales, contradictorios e intrincados, en que los humanos desenvuelven sus vidas objetivas y subjetivas, son reproducidas cada vez con mayor fuerza (cuantitativa y cualitativa), conllevando esto a una suerte de fortuna si las instituciones establecidas para afrontarlas, más o menos alcanzan algún nivel de efectividad.
4
Que quede anotado, no todas las instituciones se abocan a la búsqueda de paliamientos o de atenuaciones a los ingentes problemas globales, nacionales o locales. También hay instituciones que atienden asuntos desprendidos de la necesidad de la reproducción ampliada del capital (FMI, BIRF...), de la necesidad de la administración e imposición del Poder hegemónico mundial (ONU), de la necesidad de administrar los entretenimientos de masas (FIFA, Organización del Miss Universo...), etc., y sin importar el asunto, el problema y la necesidad de abordarlos, las instituciones aparte de justificar sus existencias formales por la problemáticas que atienden, también forman parte importante en la no solución y en la complejización de ellas (de las problematicas). O sea, al conjunto de problemas que puedan tener los componentes humanos, se le suman orgánicamente el problema de las inefectividades institucionales. Eso le hace la vida horrible a las personas de tales componentes.
5
Terminando las entregas sobre las instituciones, me detendré en busca de la máxima claridad, sola en una de tantas. ¿Qué le parece la institución policial?
Los organismos policiales, o el cuerpo de policía, o las policías, legitiman su presencia institucional, por el combate que libran contra el crimen o la delincuencia organizada u ocasional.
La policía se instala en el seno la vida social en calidad de luchadora contra el delito. Esa lucha constituye su razón de ser, pero la lucha o el combate anti-delictivo, no ha de realizarse de manera tan recia y vigorosa que erradique la delincuencia totalmente, porque con la erradicación del delito en condiciones totales, estaría a su vez atentando contra su propia razón de ser. Sin delincuencia el articulado institucional entero, creado en torno al crimen, quedaría desmantelado -o tambaleándose.
Junto a los propios cuerpos policiales, se afectarían en grado sumo, los tribunales, los abogados, los detectives privados, las aseguradoras, los escoltas... Ante esta opción de posibilidades hipotéticas, el combate criminológico de la policía (o de las policías) se orienta preventivamente, a no sobrepasar los límites del resguardo de la institucionalidad que opera y que vive del crimen. Cuestión parecida ocurriría si adviniera el tiempo en que la gente por razones de filosofía bien armada, abandonara la creencia de que es pecadora. En ese tiempo hipotético todo el andamiaje de iglesias, de sacerdotes, de ritualidades tendería a desaparecer. Y aquellos que hacen vida oficiosa dentro de la "economía de la fe" tendrían que incursionar en otro nicho de actividades porque no contarían con la demanda de pecadores que sí cuentan hoy en día.
Quien abundó en relación al tema escabroso de Lo instituido, fue el filósofo-economista Bernard de Mandeville. En 1714 dio a conocer La fábula de las abejas o Vicios privados, beneficios públicos. En el libro Mandeville, adornando su literatura con un cinismo depurado, logra hacerle el registro a las acciones punibles y la contribución directa en la creación de la riqueza social.
Seguidamente cito lo redactado por Wikipedia pretendiendo motivarnos en la tesis del filósofo-economista:
"...las acciones de los hombres no pueden separarse en hechos nobles y acciones viles, ya que los vicios privados contribuyen al bien público, mientras que las acciones altruistas pueden ser realmente dañinas para el bien común".
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET