UNA IMAGEN PARA HUMANOS VULNERABLES

UNA IMAGEN PARA HUMANOS VULNERABLES

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UNA IMAGEN PARA HUMANOS VULNERABLES

No hay nada peor que una imagen brillante en un concepto borroso.
ROBERT CAPA (reportero y fotógrafo, 1913-1954).

El político se conforma con una buena imagen, ese será el mayor logro que obtendrá.
MARSHAL MCLUHAN (sociólogo de la comunicación, literato y filósofo, 1911-1980).

Para decodificar la descomunal propagandística relativa al Papa, cualquiera que este sea, la cual contempla desde su escogencia conclávica hasta su entronación, pasando esta propagandística descomunal por sus visitas a países y a todo lo concerniente a sus últimos días en la tierra y a su deceso, se hace pertinente insertar tales eventos desprendidos de tal persona, en el marco de lo que las ciencias de la comunicación (y otras disciplinas próximas) denominan "La cultura de la imagen".

La imagen colocada semánticamente por encima del texto y del argumento de frente a Lo real (es decir, que la imagen en tanto constructo creado, contiene mayor incidencia comunicatoria que la cantidad de realidad que pudiera tener el texto y la argumentación), le suministra al que la usa, respaldado por un Poder, ora económico, ora gremial, o como en el caso del Papa, cualquiera sea éste, repito, un Poder psicológico teñido de espiritualidad, la opción de reproducirse y de reforzarse, se expedita en tanto y cuanto, Lo real ya dominado o disminuido por la imagen, pase a un plano insignificante.

Por ejemplo, el recién Papa electo y entronizado, transmutado en imagen planetaria, en cuestión de escasos días por no decir horas, , su imagen globalmente ha sido instalada en el cerebro y en las almas de toda esa enormidad de seres humanos, necesitantes de creer en algo o en alguien.
En otras palabras, cada vez que un cardenal elector, es elegido Papa, debe estar técnicamente preparado para salir de una existencia anónima e ignorada, al espectro psicodélico de la imágenes mundiales, en donde será consumido simbólicamente por la inconmensurable clientela de la mercadotecnia de la fe. No tiene de otra.


Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XIV)

DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XIV)

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DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XIV)

● Me he abocado por semanas a configurar un perfil psicológico de los Bonobos, chimpancés de menor tamaño que los chimpancés más conocidos. Estos habitan al norte del kongo y los Bonobos al sur.

Las fuentes consultadas coinciden en que por su inteligencia, organización y sentimentalidad, no sólo son próximos a las personas humanas desarrolladas, sino que deberían tener derechos humanos por la elevada sensibilidad que ostentan, tanto que la organización social de sus vidas son superiores a la vida desorganizada de muchos países y de los seres humanos que habitan esos países.

En un documental que vi por Nat Geo Wild, se presentan a los Bonobos como seres altamente sociabilizadores, que usan la relación intersexual para limar asperezas entre ellos, que detectan debilidades de los otros para manipularlos y son despiadados con los miembros del grupo que se salen del comportamiento preestablecido por las figuras dominantes, las cuales son hembras altamente formadas para dirigir con especial sapiencia sus respectivas manadas.

En el documental es filmado un grupo de Bonobos persiguiendo un intruso, un leopardo que entró al territorio de ellos con la esperanza de cazar y depredar a alguna víctima para almorzar. Lo persiguieron ferozmente hasta que el sorprendido intruso salió del territorio. El intruso, aun saliendo del territorio bonobés, todavía corría sin mirar para atrás, y quizás haciéndose la promesa de que más nunca aparecería por ese lugar.

La voz en off del narrador (que, creo, es de la de Otto Salamanca), luego de que se presencia la colosal persecución, termina el documental con esta afirmación: "En realidad estos monos no andan con monerías".

● El autor de libros con títulos sugestivos como por ejemplo Cuando Kafka aún amaba a las mujeres y Breve historia de las libros prohibidos, también elaboró un Diccionario de las últimas palabras. Cuando vi el título supuse que era un esfuerzo lexicológico para presentar el inventario de palabras de recién aparición, ¡pero no!, el Diccionario remite a las últimas palabras expresadas por gente histórica transcendente en sus últimos momentos de lucidez ante de expirar. El autor es el escritor alemán Werner Fuld.

De los tantos personajes registrados está el revolucionario mexicano Pancho Villa, que como es sabido fue una persona sin formación académica y que aprendió a leer más o menos contando 20 años y estando en prisión.

De Pancho Villa, el escritor Fuld, describe:

"Cuando el revolucionario mexicano Pancho Villa fue herido mortalmente en 1923 en un atentado, rogaba, mientras se moría, a un periodista que no le dejase morir sin pronunciar palabras". Pero como Villa no decía nada, solo le solicitó al profesional de la prensa esta humilde cosa:

"Escriba usted que yo he dicho algo".

● Este diálogo es el extracto de un diálogo mucho más largo, ocurrido éste en la casita rural de un señor con 75 años y su linda madre de casi 93 años. Ella tuvo su muchacho apenas estaba recién casada.

La casita rural contaba con dos habitaciones-dormitorio, la salita de recibo, el baño y un espacio chiquitico para cocinar. Contaba además con dos ventanas. La de la cocina y la del recibo. Estuvo colocada la casita rural (estuvo, digo, porque he pasado por ahí y ya no la veo) a cinco metros de la carretera por donde circulan a altas velocidades, vehículos de todos los tamaños y en ambas direcciones.

La madre preparando el cafecito de la tarde, le dice al señor:
-Hijo, asómese a la ventana para ver si está lloviendo. 
-El hijo, dejándose de ver las manos, se asoma. Ve a lo lejos, mira hacia arriba y no ve nada. Intrigado le notifica:
-No, mamá. No llueve. Más bien hay un sol muy fuerte.
La señora deja de atender el café colándose y se asoma a la ventana. Luego de observar con minuciosidad el entorno, le dice a su muchacho:
-Hijo, ¿usted se fijó bien?, porque por este lado de la casa llueve demasiado.
Ninguno de los dos hizo nada para comprobar la versión del otro, quizá por estar habituados, desde que entraron a la tercera edad, a no llevarse la contraria.

La señora terminó de preparar el café. Le llevó el café humeante al hijo con dos bolitas de pan integral, una para cada uno, y sin nombrar más la lluvia, prosiguieron con el familiar diálogo, ese diálogo que todos los días, con el mismo interés de siempre, comenzaban por la mañana y lo suspendían por la noche.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

EL PRINCIPIO ABSOLUTO DE LA TERMOPOBREZA

EL PRINCIPIO ABSOLUTO DE LA TERMOPOBREZA

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EL PRINCIPIO ABSOLUTO DE LA TERMOPOBREZA

"El más grande de los males, y el peor de los crímenes, es la pobreza".
BERNARD SHAW.

Parafraseando al Evangelio:

Dejad que los pobres entierren a los pobres.

El sacerdote Alejandro Moreno, psicólogo y doctor en Ciencias Sociales, fallecido en 2019, refiriéndose a los pobres, y valga notificar que él escogió la vida humilde, pronunció por televisión este enunciado:

"En una sociedad pobremente organizada el pobre es mucho más pobre".
En ese mismo contexto alguien que lo oyó, dijo:

"El meollo de los pobres reside es que cuando los que se les acercan por algún interés, se les acercan es para llevarles más pobrezas de las que tienen".

Tal fenómeno justamente ocurre en los territorios que por tener gobernantes pobres igual que sus gobernados, no alcanzan a despegar hacia destinos de progreso espiritual y de desarrollo económico-social.

Sólo en territorios empobrecidos se les permite a las personas pobres vivir en tugurios, en caramancheles o ranchejos, ubicados debajo de los viaductos y puentes, al borde de ríos y quebradas, encima de cerros o en los extremos últimos de las grandes ciudades. Eso por un lado. Por el lado de los políticos, independientemente de que estén en el gobierno o estén en la oposición, cuando los visitan, en vez de presentarles proyectos de trabajo y planes urbanizacionales, en la perspectiva de que abandonen las condiciones socioeconómicas marginadoras, lo que hacen, buscando siempre beneficios electorales, es ofrecerles -a veces les cumplen- ladrillos, sacos de cemento, hojas de zinc, etcétera, para que los necesitantes parapeteen en algo las barracas donde se alojan. Expresando esto en otras palabras, la masa de pobreza material recluida en los hábitats empobrecidos, atrae la masa de pobreza espiritual que los politicos empobrecedores portan consigo, consiguiendo con este tipo de acciones una completud patológica de sus precarias existencias terrenales.

En esa línea de existencia se nota que cada vez los porcentajes de pobres en la tierra aumentan exponencialmente debido, y esto es de máxima horripilancia, a que los pobres están gobernados por otros pobres, ocurriendo así algo semejante a esas realidades mágicas en las que los ciegos enceguecidos de toda ceguedad, les extienden llenos de confianza sus manos a otros ciegos para que estos los guíen... a ninguna parte.


Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

REFLEXIVAS (XV)

REFLEXIVAS (XV)

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REFLEXIVAS (XV)

Enseguida le expondré pensamientos e ideas con comentarios previos. Lo de mi propio pensar lo identificaré, como debe hacerse, no poniéndole comillas.

● Entiendo en algún grado la idea de "autoridad efectiva" manejada por el psicoanalista belga Paul Verhaeghe porque una señora costurera para que una gigantesca perra siberiana que tiene, evitando a que se meta a su taller de costurería, y le tumbe y le desordene sus cosas para trabajar, como lo ha hecho en algunas ocasiones, le muestra una pequeña reglita multicolórica. Con solo mostrársela amenazantemente, la corpulenta animal corre espantada hacia un lugar donde la reglita no la alcance. Sorprendido le dije la vez que vi asustada a la perra de Siberia con la reglita, que cómo era posible que semejante perra se asustara con tan pequeño objeto. La señora me confesó el secreto, aclarándome:

"Sólo se lo muestro. El día que cometa el error de pasar de la amenaza a los hechos, hasta ahí termina el respeto que le tiene a la reglita o a las coloraciones brillantes que de la reglita salen".

Lejano a ese tipo de experiencias hogareñas, supongo yo, el psicoanalista Verhaeghe asume conceptualmente la Autoridad de esta manera:

"No se tiene autoridad sino a condición de no hacer uso de su poder".

●● Se nos ha tornado perentorio dentro de una vida signada por fenómenos maravillosos como la hiper-realidad, la realidad ingenua, la realidad sucia, la post-verdad, "la era del vacío", "el imperio de lo efímero", etc. asumir con alguna seriedad, o con la posible seriedad que podamos tener a nuestro alcance, el asunto de la realidad y de lo real, porque si no se asume con el debido tiempo, el asunto de la realidad y de lo real con la transcurrencia de éste, del tiempo, cada vez será más cercano en tanto asunto, a los asuntos ambiguos, etéreos y sobre todo, abstrusos -o sea, recónditos.

Ya estamos advertidos por el mismo Albert Einstein cuando socarronamente dice acerca de la realidad:

"La realidad es una ilusión... Aunque más persistente".

Y es más persistente que otras ilusiones pues estas casi desaparecen apenas aparecen. Sus brevísimas presencias se desfiguran en la nada porque la lógica cerebral las rechaza de inmediato. Pero si un cerebro fue, en su evolutiva, configurándose con delineaciones estructuradas de acuerdo a unas imágenes tomadas como "reales", muy difícilmente el sujeto portador del cerebro caerá en cuenta de que eso que él llama "real", nada más es una ilusión entre otras.

Mire lo afirmado por Edgar Morin:

"La Biología del conocimiento nos muestra que no hay ningún dispositivo, en el cerebro humano, que permita distinguir la percepción de la alucinación, lo real de lo imaginario".
Al respecto, buscando puntualizar el asunto de la realidad, la socióloga venezolana María Sol Pérez Schael cita en una obra suya acerca del petróleo y la cultura a Rupert Riedl (libro Biología del conocimiento). Observa Riedl:

"La realidad es, como nos la muestra la psicología social, una construcción social y cada sociedad determina qué es verdadero en su realidad".

De modo que si usted quisiera vivir prevenido frente a un mundo que no existe sino en las construcciones lógicas de los que diseñan y establecen, mediante el Poder que poseen, lo que es real, simbólico e imaginario, debe buscar, según sus medios, aportaciones humanístico-científicas, en teorías y en métodos, direccionadas a arrojar luces sobre tan engorroso asunto.

●●● La Caja de Pandora y Pandora misma, en la mitología gozan de variadas versiones. Yo tomo la versión que imprimió el Diccionario enciclopédico Larousse de 1992. Ahí se dice que la Caja de Pandora (en otra versión es una vasija) contenía todos los males, y su esposo, Epimeteo, hermano de Prometeo, cometió la imprudencia de abrirla, y dándose cuenta que los males se esparcían, uno de los dos -la versión no aclara pero qué importa- pudo cerrar la caja quedando resguardada en el fondo la Esperanza, la cual, en otras versiones, es un bien de los tantos que convivían encajonados con los males.

Independientemente de lo que sea la Esperanza, en tanto tal sirve para atrapar a una situación física o espiritual adversa, a las personas involucradas, quienes incluso más allá de lo último, se aferran a la Esperanza. O mejor dicho, como esperanzarse es una actitud muchas veces sin soportes reales, la gente sufriente por la situación adversa, se aferra a una Esperanza, cualquiera sea. Frecuentemente la Esperanza, se cree, se espera, que provendrá de lo inesperado o de un evento imprevisto sobrevenido.

Hoy en la tierra con tantos males y bienes que se interactúan y se intercondicionan entre sí, al extremo que los males son vistos y tomados como males y los males, no quedándose atrás, son vistos y tomados como bienes, parece que los humanos discurren sus existencias en una Caja de Pandora. Ahí en esa enorme caja cuando muere una Esperanza (siendo un mal o siendo un bien), nace otra Esperanza, y así. El mundo humano en su Caja, sin caer en excesividades, se le puede estimar como un mundo cautivo en Esperanzas sucedáneas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

● Hay dos tipos de esclavos. 
El esclavo por convencionalidad producto de las deudas o por botín de guerras, y el esclavo natural, que es aquel que no es capaz de dirigir su propia vida.
Idea inspirada de la lectura Sobre la esclavitud, escrita por Aristóteles.

● "Descubre la esclavitud más denigrante: ser esclavo de uno mismo. Errar en decisiones y depender de otros nos convierte en prisioneros de nuestra propia vida".
ALBERT BARRA, Directivo hotelero.

A

Desde luego, este Escrito no va dirigido a quienes experiencian en sus vidas alguna dependencia personal, pues no es menester que esta tipología de personas dependientes lean (u oigan) algo referido a su condición de dependientes, al menos que aquella persona de la que dependen, les inste a leer (u oír). Siendo así, útil son las palabras de Aristóteles cuando expone que los esclavos aunque entiendan razones, no se apropian de la Razón. Apropiarse de la Razon conduce, en condiciones más transcendentes, a enfrentarse uno a un mundo donde ser Libre constituye el reto fundante en la épica de hacerse Hombre (versión femenina o versión masculina), entendiendo Hombre como uno de los conceptos adversos, negatorios, de dependencia o de esclavitud.

En la edad antigua, signada por el régimen socio-económico del esclavismo, muchos guerreros derrotados en las batallas, optaban por la muerte antes de pasar a convertirse en esclavos de los vencedores. Para esos guerreros ser Hombre era un impedimento para pasar a la categoría de esclavos, de depender de la voluntad de otro humano. Hoy día se opta por ser dependiente de otro por el miedo que implica vivir en libertad (ojalá se contacte con el libro de Erich Fromm, Miedo a la libertad).

Al no querer alguien, por imposibilitismos mentales o por taras congénitas, acceder a la esfera de las responsabilidades humanas, donde la responsabilidad individual suprime la posibilidad de disculparse uno culpando a los demás, entonces no queda sino la obertura de entregarle sumisamente la voluntad a otra voluntad que hará el papel de decisora.

B

No quisiera terminar por ahora el tema de la dependencia personal, sin aportarle dos tipificaciones del fenómeno.
Si usted se ha ocupado con una seria preocupacion de su autonomía en tanto persona inserta en un marco social altamente exigente y competitivo, en el que la confianza, la credibilidad y, sobre todo, el respeto hacia uno hay que ganárselos, por la sencilla condición de que nadie en el marco de las exigencias y competitividades los regala, corre el riesgo de que haya la propensión en usted de colaborar con otras personas para que alcancen su propia autonomía. Si es así, déjeme decirle, y ojalá (me) disculpe la intromisión, de que hay la probabilidad de que uno de los seres humanos conocidos suyos sí tenga la impulsividad genuina y excepcional de jubilarse del mundo de los dependientes (emocionales, pasionales, sentimentales, intelectuales...), pero la mayoría de ellos, como una inmensa mayoría de almas terrestres, lo que demandan es conseguirse al Hombre (no importa sí es mujer o varón) que les resuelva, aunque sea mínimamente la traba psíquica representada por la indecisión estructural, consecuencia ésta de sus incompletudes, dudas y miedos, que por no poderlos hacerle frente y vencerlos en la relatividad de los márgenes reales, han arrastrado durante toda la vida. Todo este peso insoportable de a poco convirtió a la mayoría de almas terrestres en esclavas de sí mismas, requisito inobviable para acceder a otra alma bajo la necesidad de que las direccionen y las gobiernen.

C

Voy con la primera tipificación.

EL DEPENDIENTE PASIVO:

Esta clase de dependiente ha hecho de lo irresoluto su manera de comportarse y de presentarse ante los demás. Sigue sin chistar las indicaciones dadas por el que funge ser su tutor o rector (papá, mamá, hermano, pareja sentimental, amigo...). Por la fuerza irresoluta que gobierna al alma dependiente, de ordinario no realiza correctamente lo ordenado. Mas las fallas cometidas no van al otro, el que lo gobierna. En la pretensión de hundirse con mayor profundidad en la dependencia, el dependiente pasivo se culpa a sí mismo, incrementando su autodesprecio, al punto de desear, y a veces lo solicita abiertamente, que se le impongan castigos. Conocí el caso que el espécimen de dependencia pasiva, una bella chica ella, le rogaba a su novio de que la sobara (la golpeara físicamente). Como éste por respeto a la dignidad universal a lo humano, no la complacía, animalmente terminó por dejarlo y buscarse otro rector o tutor que sí la golpeara. En términos precisatorios, el dependiente pasivo es el dócil clásico. Son vistos en calidad de borregos.

EL DEPENDIENTE AGRESIVO:

Este dependiente es igual o peor que el otro. Depende del otro totalmente. El otro le administra el dinero, le señala la ropa y los zapatos a usar, sólo ve películas que el tutor ve, jamás trata a nadie si el otro no le da el visto bueno. Prácticamente ser dependiente de otro le ahorra el esfuerzo de resolver algo. Esto naturalmente no le otorga garantías de que lo que teledirigido hace, lo haga bien, sólo que si le resultan mal las cosas, no se culpa a sí, sino que el peso de la responsabilidad corre por la cuenta de aquel que conduce su amarga existencia. Buscando cobrarle el error no le habla por días o semanas. Por días o por semanas se le pierde, y perdido (o perdida) hace travesuras que acumulándose le destruyen la escasa vitalidad de perpetrar acciones por sí mismo, y esto le incrementa la necesidad de esclavizarse de nuevo, bien con el tutor de siempre, bien con un nuevo y esperanzador tutor.

Huelga decir que ambas dependencias son horrendas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

"...la satisfacción que se espera de las relaciones, precisamente porque no han resultado plenas... el precio de la satisfacción que producen suele considerarse excesivo...".
ZIGMUNT BAUMAN

Lo incierto, lo dudoso, lo inestable, constituyen elaboraciones materiales e ideáticas movedizas en la vida pesada de las gentes, cuyas gravedades hacen que los participantes de las distintas interacciones humanas, concurran a ellas bajo el signo de la vacilación, y no es para menos, porque ninguna de las interacciones humanas (comerciales, matrimoniales, académicas, deportivas, proselitistas...) se da fuera de los marcos de las expectaciones y de las ansiedades, propias de la inseguridad, o si se prefiere, propias de que nada en la humana vida es seguro. En otras palabras, desenvolverse en el mundo hecho por los hombres (mujeres y varones), exige una preparación semejante y ¿por qué no?, superior, a la preparación detentada por los depredadores y sus hipotéticas víctimas en las junglas, los ríos y sabanas, cuando salen a exponer sus organismos todos los días, al acto final de la devoración.

Y al haber en el conjunto de la gente, una infinidad de personas que por causas genéticas y caracteriales, no cuentan con el stock de habilidades y de competencias mínimas indispensables, para un enfrentamiento más o menos exitoso en el hábitat denso e inseguro del mundo en el cual discurren sus existencias sociales, se ven en la obligación, por un lado, de reconocerse en gran forma y grado (muy) dependientes, y por otro lado, generar y pulir la visión que le permita identificar a ese individuo (mujer o varón) que le ha de servir de apoyo, y del cual, le guste o no, inexorablemente dependerá. Esto se cumple en el mejor de los casos, debido a que hay una concienciación que permite el autoreconocimiento de la carencia y de una percepción inteligente de captar el posible candidato ayudador dentro del entorno. Pero cuando no es así, las personas ineptas en sus desempeños particulares, conducen sus vidas a los abismos psíquicos, que como ya sabemos, se diferencian de los abismos físicos porque éstos tienen fondo, y los psíquicos no. En los abismos psíquicos, llamados bohemiamente "huecos del alma", jamás los sujetos que caen, consiguen un piso donde caer (o estrellarse). Es más, los sujetos cayentes, víctimas de las incertidumbres, tanto duran cayendo que por razones inexplicables, terminan por perder la noción o la sensación de que caen. O sea, naturalizan la anormal caída bajo el rigor del infinito no sentido.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET