LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD
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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD
"Cuando muere la dependencia emocional nace la libertad".
KATHARTIKO
A
La autonomía de la persona constituye un tópico en el seno de las vidas humanas muy atrincado, pues se puede hallar en grados aceptables en un orden de la vida pero en otras, la autonomía, como no se busca o no se valoriza en su plenitud por causas de enrevesamientos psicológicos y existenciarios, pudiera darle paso, más bien, a realidades humanas contrarias a la autonomía, como por ejemplo, a servidumbres, a esclavismos (de nuevo cuño), o a dependencias simbióticas de alta calibración.
B
Siendo la Dependencia el rasgo compartido por un esclavo o un siervo (también hay rasgos diferenciantes entre uno y otro), marca una extrema utilidad para quienes no están atrapados en alguna hermética y oprimente relación de Dependencia de algún tipo, que los casos de esclavitud y de servidumbres, aunque históricamente pertenecen a tiempos del pasado, todavía se dan, pero ya no, desde luego, en las mismas formas históricas, sino que al ser neo-esclavos y neo-siervos, por llamarlos de alguna manera, el fenómeno de la Dependencia que es el que los ensambla y los hermana, surge con la misma intensidad que en sus formas previas, logrando que los que padezcan la Dependencia de alguien hacia sus personas, al igual que quienes sean dependientes, daños existenciales, a menudo irreparables.
C
En el marco de la primera modernidad y del capitalismo industrial, donde cada quien conocía lo que le iba a ocurrir en su particular biografía, habida cuenta de que la economía, las profesiones, los oficios generaban status y roles muy bien definidos y muy bien mantenidos en el el despliegue general de la sociedad y el despliegue individual de los miembros de la sociedad, la personalidad dependiente no presentaba mayores inconvenientes, porque la familia, para poner algún ejemplo, con ese hijo poco decididor de sus cosas, o el círculo social, para nombrar otro ejemplo, con esos integrantes irresolutos, tenían esquemas de comprensión que "naturalizaban" o "normalizaban", los temores y miedos de tales tipos de personajes. Y a este tipo de personajes medrosos y pacatos, siempre tenían a alguien (padre, madre, amistad, etc.) que se ocupaba con gentileza comprensiva, de suministrarles consejos, advertencias y moralejas, con los que se sentían acompañados, agradeciendole con todo el cariño, haberlos tomado en cuenta. Tales atenciones contribuían para hacerlos más dependientes con la debida sumisión implícita.
D
Habiendo consumido tanto tiempo la primera modernidad como el capitalismo industrial, desde los últimos años del siglo XX y todo lo que ha transcurrido de este siglo XXI, estas referencias descriptivas le han dado paso a nuevas referencias, tales como el capitalismo post-industrial y a la post-modernidad.
Pensadores conspiscuos de la talla de Milan Kundera y de Zygmunt Bauman, buscando el modo de hacernos ver que el tiempo histórico no pasa en vano, uno, kundera, toca la distinción de la vida pesada de antes y la vida leve de ahora. El otro, Bauman, prefiere, inspirándose, supongo yo, en la expresión de Engels-Marx, "Todo lo sólido se desvanece en el aire", le abre a sus lectores la idea de que pasamos, sin vuelta atrás, del capitalismo pesado y la modernidad sólida al capitalismo liviano y a la "modernidad liquida".
Con estas macro-transformaciones societales, la minúscula existencia de la gente de naturaleza psíquica dependiente, se les ha agrandado el infortunio de sus vidas, ya que la peculiaridad de lo Posmo, consiste precisamente en no brindarle a nadie ni a nada (ni en lo económico, ni en lo político, ni en lo profesional, ni en lo cultural, etc.) algo que no sea dudas e incertezas. O sea, en la era de las incertidumbres vitales, el dependiente, el que no puede optar a nada por sí mismo, el que no tiene ya nadie que le ayude a balancearse en el globito de aire que hace que flote en un todo vaciado de realidades concretas, porque todo se (le) presenta licuado, fluyente y sin dirección prefijada, hará de su experiencia de existir, una desventura de la cual no tiene escapatoria posible.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET