EL SENTIDO DE LA AUTO-VALORACIÓN. PARTE I.

EL SENTIDO DE LA AUTO-VALORACIÓN

EL SENTIDO DE LA AUTO-VALORACIÓN


"...YO MISMO NO ESTABA PREPARADO PARA ALGUNAS DE MIS PROPIAS IDEAS".
GEORGE DEVEREUX.

Hay dos luchas que traman la vida de los mundos humanos. Y las dos orbitan en pos de un Poder. Una, la lucha colectiva para obtener el Poder político o mantenerse en él. Y la otra lucha, de carácter individual, casi solitaria, que va detrás del empoderamiento personal. Lograr el preciado objeto de que cuando hablemos y actuemos, lo hagamos fundamentados en el propio Poder que como personas hemos materializado en nosotros mismos, significa para quien se proponga conseguirlo toda una gama de esfuerzos tan difíciles y duros como es la lucha de hacerse o de detentar el Poder político.
Cuando alguien participa, por ejemplo, en la reunión condominial, exponiendo con seguridad y claridad aceptables, aparte de dar sugerencias y hacer denuncias fundadas relativas a los asuntos del condominio, está mostrando -y demostrando- sus grados de empoderamiento que como ser humano ha alcanzado.
De este tipo de Poder nos ocuparemos seguidamente, sin dejar de reconocer que el empoderamiento de los sujetos individuales, en nada está separado de la otra lucha nombrada.

Eso de empoderarse no es nada fácil. Tanta será la dificultad que en el stock de ofertas del mercado de la personalidad, los talleres y cursos sobre el empoderamiento cada vez ocupan lugares más importantes. Pero el hecho de que abunden tales ofertas no traduce que los seres humanos trabados en el despoder personal, consigan lo anhelado. Y no lo consiguen porque sin desmeritar los impedimentos particulares propios de la personalidad, están los impedimentos sociales e ideológicos, los cuales expresan los intereses que las clases pudientes de la sociedad, en donde esas clases no tienen la sensibilización de que las personas del común social ajenas a ellas, desarrollen empoderamientos que pudieran apalancarlos dentro del espectro de las competitividades humano-productivas a las que sólo pueden detentar los miembros de dichas clases pudientes.

Siendo un nicho importante en la mercadología del crecimiento personal, el empoderamiento no puede eludir el peso de la manipulación, tomando de esa manera el giro que lo encaja dentro de la óptica de las comodidades.
O sea, el empoderamiento no se toma como el resultado variable del esfuerzo tesonero muy particular de alguien preocupado y ocupado en quebrantar las amarras acomodaticias del "vivir al son de los demás", sino como un acto o una acción proveniente de una instancia superior (padre de familia, docente, dirigente, cúpula partidista, mánager...), la cual, y respondiendo a determinada estrategia, concede ciertas prerrogativas a grupos o personas subalternas. Observe usted este ejemplo. Los portales Descifrado y Banca y Negocios cuelgan el 17/7/18 la declaración del economista Ricardo Hausman, en la que pide que "hay que devolverle los derechos económicos a los venezolanos". En esta perspectiva, suponiendo que las instancias de mando venezolanas le hagan caso, los venezolanos son tomados como simples recipiendarios pasivos de la concesión o gracia adjudicada desde arriba, desde las instancias que los gobiernan. Empoderamientos así, otorgados como gracia providencial, no son más que extensiones mediatizadas que los dadores de derechos y de poderes, otorgan para beneficios conseguibles a mediano o largo plazo.

No. El empoderamiento, el hacerse cada vez más poderoso por el dominio que se ejerce sobre la propia persona, bajo ningún respecto puede responder a los mismos estándares inherentes al fenómeno organizacional del empowerment cuya filosofía corporativa permite que las empresas se permitan delegar "poderes" a su personal medio y de primera línea (personal técnico). Este empoderamiento desde luego le genera resultados óptimos a las unidades de producción que lo aplican, pero en los niveles personales, en los niveles en que se pretende que el ser humano se fortifique a sí mismo, hay otra forma de visualizarlo.

No obstante ser un fenómeno particular (cada quien se empoderará según sus humanas posibilidades, o no se empoderará nada), el empoderamiento requiere un disparador localizable en el afuera del sujeto. En la medida en que la sociedad sea menos desarrollada histórica y culturalmente, el disparador social debe ser más ostensible, más fuerte y explícito. Se le hace muy cuesta arriba a alguien que le haya tocado la experiencia de vivir en un país atrasado, empoderarse como persona. Cuesta arriba porque en países atrasados cunden las excusas para los no cumplimientos de los procesos. Los servicios públicos, por ejemplo, responden más bien a la lógica de la dominación y el sometimiento que la posibilidad de emancipación. ¿Qué respeto hacia las personas le reconoce el transporte público cuando en el interior de una buseta se permite el apretujamiento de los usuarios? A veces ni siquiera las rutas cuentan con paradas preestablecidas para que los usuarios aprendan a tomar las unidades. Para que alguien se empodere por sí sólo en hábitat sociales tan inhóspitos como los entornos de los países tercermundistas, se hace pertinente una descomunal inteligencia y sensibilidad en el afán de superación.

Le concreto en aras de la brevedad de los asuntos.
Empoderarse, generar Poder personal sobre la base de dominarse internamente a sí, constituye un proceso donde concurren determinados factores subjetivos, propios de sujetos convencidos de que la personalidad nunca será una obra acabada. De que es una construcción diacrónica indispensable para la interrelación con un mundo externo regido sistémicamente por ordenamientos caóticos de elevada y respetable complejidad creciente. Convencidos además de que si uno no se organiza en el cumplimiento del existir, el mundo de afuera penetrará inexorable al pobre interior de los seres inestablemente desorganizados, aboliéndoles las fuerzas íntimas (por ser mal utilizadas o fuerzas inutilizadas en estado latente permanente).
La actitud de no dejarse avasallar en algún grado y en alguna forma por el huracán del mundo externo de las personas que también en algún grado y en alguna forma pretenderán ejercer dominación sobre otros si se dejan.
Ante tales convencimientos, las personas sólo les queda optar por la proactividad del empoderamiento de sí mismas. Quienes por razones de debilidad mental, de no atreverse a salir del cautiverio cómodo de la espera de la ayuda ajena, no se empoderen, indefectiblemente serán sometidos a los yugos generales o individualizados de la gente que vive de la dominación de los demás.
Sin duda que esta fue la disyuntiva de las primitivas gentes prehistóricas. "O dominamos o nos dominan. Si dominamos tendremos la recompensa de la soledad de los poderosos". Y si nos dejamos dominar siempre habrá alguien que nos dé palmaditas en el hombro para que aceptemos nuestra suerte.


LEER PARTE II.


Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 

info: eluniversovocabular@gmail.com

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