EL DESTINO DE SER CRISTO

 

EL DESTINO DE SER CRISTO

 "No todos entenderán... Cami-na sin distraerte por el ruido alrededor". 
IDEA EXTRAÍDA DE PINTEREST. 

I

Referirse al destino, aunque sea un poquito, obliga a que revelemos de qué noción de destino estamos hablando. Esto nos ayudará, se supone, a explicitarnos mejor.

Mi noción de destino es muy básica. La extraje del manejo que hacen las líneas aéreas o de transporte terrestre en sus respectivas terminales del destino de los viajantes.

Quien está en una terminal para viajar debe cumplir con mínimas exigencias para evitar extravíos de su destino, exigencias que tienen que ver desde la compra del boleto, precisar la hora de salida, la zona de embarque de la unidad y localizar el asiento donde viajará. Todo eso, y otras menudencias, lo ayudará o no a ir a donde ha de ir.

Me cuenta alguien que la cola de pasajeros para Roma en el aereopuerto internacional de Buenos Aires, le llamó la atención. Tanto le llamó atención que se colocó unos minutos en ella para vivir la sensación de que estaba por irse a Italia. Pasado los minutos volvió a la realidad de su destino y se dirigió a la cola que le pertenecía.

Así que para llegar uno a su destino ya previsto debe aceptar con rigor los estadios que se intercalan a lo largo del proceso que representa viajar.

De ahí que las personas que por la edad (niños, ancianitos) o por razones psicológicas de mucho descuido, les toca viajar acompañados, en el propósito de no perder el destino final al que van.

II

Seguir la narratología de los textos bíblicos, analógicamente hablando, es como seguir el desenvolvimiento de la narración de los sueños. En éstos las personas, los objetos, las circunstancias y las conversaciones puestos en la escena onírica, van apareciendo y van desapareciendo, según sean acomodadas a la construcción lógica del inconsciente que sueña, sin que tal construcción lógica tenga nada que ver con la construcción lógica de la vida en los estados de vigilia. El sujeto que sueña al carecer de algún poder interrogador sobre lo que mira y siente en la onírica escena, todo lo experenciado ahí se experiencia en términos de realidad. Incluso, de realidad incontrovertible e inimpugnable.

Igual se experiencia con los relatos bíblicos, los cuales se van leyendo con la misma actitud con que fueron redactados. Es decir, quienes los escribieron colocaban personajes, acontecimientos y palabras no compadecidos con la lógica del rigor histórico y sobre todo no compadecidos con la lógica del rigor mental, propia de la gente que escribe y habla para ser leída y oída por gente que cuando lee o escucha, se interroga e interroga. La Biblia se escribió para una creencia y una fe ya dadas, no se escribió para generar ciencia y filosofia de esa ciencia. Así el asunto, en la Biblia como sueño estatutario colectivamente compartido, se escribe y se lee de lo más normal que alguien parta las aguas de un río en dos. O que alguien desaparezca de lo más tranquilo de un instante a otro ante los ojos de quien lo está viendo. O que al morir en la cruz un hombre salgan otros hombres que han muerto ya, de sus tumbas a caminar por las calles de la manera más natural posible.

Todos esos hechos bíblicos, más cercanos a la mitología que a la historia, se aceptan sólo y nada más sólo, si la lectura de alguien o de algunos, está mediada por creencias absolutas que precisan tales tipologías de hechos para alimentarse espiritualmente, y que por lo tanto si fueron hechos reales o fueron hechos imaginados, no constituye parte de alguna posible duda humana.

III

Metafóricamente podemos visualizar la vida como un viaje, un viaje que al terminar nos devuelve al sitio que estamos antes de iniciar el viaje.

En las terminales de pasajeros el destino final de muchos de ellos se localiza en el punto del cual partieron. Otros por más que se alejen de ese punto, al terminar la causa que les permitió irse del punto inicial, irremediablemente retornarán.

El viaje que Jesús el Cristo vino a cumplir en esta tierra, lo inició desde el mismo lugar en que a la postre volvería.

Ese viaje se anunció muchos siglos antes de que se diera por el visionista Isaías. Y aparte de Isaías gente esotérica del Oriente aguardaban al viajero. Y no únicamente hubo anuncios de la llegada, sino que algunos hombres del ámbito oculto, pronosticaron los estadios, las fases y los intríngulis que el viajero llevaría a cabo, junto con las vicisitudes que tan misteriosa trayectoria le depararía. Misteriosa para uno quien se encuentra alejado del intimismo místico, pero no para los involucrados en la espera para cumplir en el viaje mesiánico ya previsto, papeles importantes dentro de la trama, sea para negarlo, sea para entregarlo a gente investida de mando y poder institucional. Los involucrados de antemano, apenas lo miraban una vez, sin mediar palabras, se iban tras sus pasos.

Hubo muchos mensajes en ese viaje. Y que para apercibirlos se requieren algunos conocimientos de iniciados, mas hay un mensaje, una sugerencia sutil en la existencia del viajero, muy difícil de obviarla. Me refiero a "vencer el mundo". Logro que se lo dice a sus seguidores más cercanos. Cuando les afirma que venció al mundo, naturalmente no lo hace para insuflarse el Yo. Lo hace en calidad de invitación a que sus seguidores también lo hagan. O sea, el mundo es vencible a través de la espiritualidad que el mundo adolece. El mundo como sistema-vida, como matrix-norma, como statu quo... deja de ser ese imperio del vanidoso cuerpo, para tornarse, espiritualmente, en una jurisdicción reducible y vulnerable.

De modo que "vencer el poder del mundo" fue la prueba que Jesús el Cristo vino a pasar en este planeta. Los demás personajes de ese relato se restringieron a hacer sus papeles lo mejor que pudieron. En ese contexto de energías interactuantes no hubo sufrires, no hubo padecimientos, no remordimientos puesto que el viajero estaba al tanto desde el comienzo de todo (desde el comienzo del mundo, déjeme recordarle) de lo que iba indiferentemente a enfrentar. De ahí, de esa indiferencia, emana el perdón con que culminó el viaje.

El propio Cristo en los instantes finales, listo para desaparecer en las alturas, le pronunció a su gente estas palabras, recogidas en Lucas 24:

"Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas y en los salmos. Así está escrito y así fue necesario que el Cristo padeciese..."

(Ojalá le haya sido útil esto que le redacté).

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET


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