EL VALOR DIFERENCIAL
DE LA CIVILIZACIÓN
"El mosquito es un autómata. No puede permitirse nada más".
EDWARD O. WILSON
Las campañas mediáticas para que los conductores de vehículos respeten la luz de los semáforos en Venezuela se han hecho desde tiempos inmemoriales. Recuerdo las más lejanas en el tiempo. Las del señor Ottolina y las de Qué fácil es ser buen ciudadano de Marta Rodríguez Miranda por Venevision. ¿Las ubica usted? Las más recientes son la de Venevision con El buen venezolano de Venevision y la de Eduardo Rodríguez Giolitte por IVC y Unión Radio. Esta campaña, me consta, todavía se hace. Rodríguez Giolitti casi todas las mañanas le recuerda a los supuestos o imaginarios televidentes y radio-oyentes lo que significa un semáforos más allá de las tres luces que lo componen. Pero nada. La gente continúa reacia a respetar tan importante guía de tránsito. ¿Y será por qué este comportamiento? Asomaré una respuesta. De entrada le diré, que no es porque la gente promedio sea mala o porfiada. No. Si fuera así ya el asunto estaría resuelto en gran parte por la vía de la represión. Incluso, en este orden, cuando había fiscales de tránsito en las esquinas o cuadras de las ciudades, se registraba una propensión marginal o extra, a estar atento con las luces del semáforo para evitarse el encajamiento de una multa dolorosa al bolsillo. La explicación que le sumistraré no solo abarca al semáforo. También explica cualquier actitud y conducta ante un artefacto, equipo o sistema provenientes de la civilización tecnológica. Un país o un sistema de gobierno, puede adquirir cualquier bien o servicio tecnológico, si tiene presupuesto para la adquisición. Pero lo que no puede adquirir, porque esto obedece a procesos históricos no transables, son las axiologías (valorativas) y los comportamientos cívicos que tal bien o tal tecnología exigen consigo. Al no haber una historia civilizacional detrás, difícilmente un colectivo humano hará el uso correcto de las cosas. En el caso de los semáforos en Venezuela, la historia pesa mucho. Estos fueron superpuestos en las avenidas y autopistas, luego de que los conductores de autos y motocicletas, ya tenían sus formas de manejar sin esos instrumentos lumínicos colocados en las esquinas. Esto es tan cierto que si un chofer de Londres le tocara manejar con la lógica de conducir inglesa, por ejemplo, en el tránsito de San Cristóbal o de Valencia, tendría demasiados inconvenientes para conducir "bien". Si lo acompaña alguien de Venezuela, le diría: Para que no tengas trabas, chico, obedece a la lógica que aquí tenemos. En consecuencia, los mensajes que desde la radio o la televisión emanen, son tomados por la gente que maneja, si es que lo ven o lo oyen, como mensajes de corte idealista que nada tienen que ver con la grosera o ruda realidad del manejo automotor nacional.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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