DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (V)
Leí en una revista literaria (quizá sea El malpensate) esta sentencia de extremado tinte filosófico tocante a la experiencia del existir: "Lo malo de existir es que hay que hacerlo todos los días". El alcance de la afirmación da para desplazarse y pasearse por diversas sendas del pensamiento significativo, pero en este caso será usada sólo como una noción que más o menos nos abre a la temática de que "el existir", el estar andando vivo en algún sentido humano por las superficies del planeta, pudiese, y de facto así sucede, generar cansancio, en el entendido de que toda actividad hecha, sin tregua alguna, de continuo, a la larga termina produciendo un desgaste irrecuperable. Y aunque no se sepa concientemente -o sí-, "el existir" implica ir consumiendo la vida. O mejor, el existir es consumir diariamente el valor de uso del cuerpo. Esta experiencia, sin duda, le genera a los seres humanos, un inevitable cansancio, el cual variará según el ser humano en su particularidad, haya consumido esfuerzos en generar y mantener una determinada importancia personal, más el costo psíquico de desenvolverse con alguna coherencia de pensamientos y de actuares, mínimamente aceptables para él y sobre todo para los demás.
Dentro de ese batallar inobviable que es "el existir", a la persona muerta, al ser recordada o al ser nombrada, la obligación social exige agregar "Que en paz descanse". Como tal expresión devino en lugar común del lenguaje que habla a través de las personas, casi nadie repara qué puede haber detrás de la frase. La gente sólo la repite sin más ni más, pero si se considera que la persona muerta en vida le dedicó esfuerzo, a veces ingentes, a su Ser, entonces decir el acostumbrado Que en paz descanse, nos está indicando que estando muerta, la persona descansa de algo, y desde luego, ese algo no es otra cosa que ella misma. En consecuencia no representa ninguna exageración aceptar que cuando uno muere, uno descansa de uno mismo. Uno descansa de ser de lo que uno pudo haber sido.
Quien en vida estuvo al tanto de esta referencia muy próxima a las realidades del preocuparse por "el existir" fue el insigne hombre de letras y de pensamientos Jorge Luis Borges. Borges en un Diccionario privado de él mismo, que fue publicado por la editorial madrileña Altalena, cuando se refiere a su morir, nos aporta esta contundencia:
"QUIERO MORIR DEL TODO PORQUE ESTOY HARTO DE BORGES".
En la parte IV de estas entregas, le había ofrecido dos vivencias del humor salido de la seriedad y de la lógica. Como me extendí en el caso ofrecido aquí, quedo pendiente para la próxima. Prometo serle breve para respetarle el tiempo de su diario existir.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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