EL DESTINO DE NADIE
"A veces, en la cima, te espera quien te enseña que tu esfuerzo ha sido baldío".
APLAS ISCARIOTE (PINTEREST).
Cuando usted se entere de que un país no sale de los rangos del indesarrollo, de que sus producciones materiales están atadas a las limitaciones de la economía primaria, de que carece de los necesarios recursos de inversión (capital, tecnología, gerenciología), para desarrollarse autónomamente pese al tiempo transcurrido desde que se hizo país, tómelo como indicador objetivo de que sus sectores humanos gobernantes (históricos y actuales) por pugnas entre ellos de todo tipo, no pueden tener planes sociales a largo plazo, serios, coherentes y realizables, ya que la única voluntad impulsadora de sus actuares, la fundan y la despliegan en evitar que sus contrincantes en las pugnas no le arrebaten las porciones de poder que han conseguido.
Esta descripción hecha le cuadra bien a muchos países colocados en la variedad de continentes y subcontinentes habidos en el planeta.
Correcto es decir y sin olvidar que con las buenas intenciones se hace la alfombra que tapiza el camino al infierno, estos sectores gobernantes detienen sus países privándolos de cualquier avance material significativo, no porque sean seres siniestros, perversos o malditos, sino que siendo el principal interés el no dejarse derrotar por el otro, congelan cualquier posibilidad de acercamiento entre ellos, dándose, debido a tan retorcida realidad, la kafkianidad de que todo aquel procedimiento que los pudiera acercar, los pone, más lejos del otro. O sea, son cuerpos que al dejarse ver cerquita del otro, en verdad les está acaeciendo lo contrario.
Estos sectores, detenedores de cualquier línea de progreso para sus países, a la vez se imposibilitan de verse en la realidad macabra de sus vidas y los correlatos que tal realidad engendra, porque sienten y se convencen absolutamente, de que ellos, cada uno de ellos, ostenta la razón, ubicando la responsabilidad de los "sucesos malignos" en los sectores adversos.
Que sea útil decirles que jamás podrán superar el cero mientras mantengan enhebradas sus existencias humanas en el ancho agujero de la banalidad, banalidad ubicable -y da igual- en el Mal o en el Bien.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
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