DA RISA PERO SIN GANAS DE REIRSE III

 


DA RISA PERO SIN GANAS DE REIRSE III 


* Lo más fácil para modificar aparte del pasado, es el futuro.


* Postulado de Boling [citado en la Ley de Murphy]:
Si usted se siente muy bien, no se preocupe. Ya se le pasará.


* Cuando estamos extremadamente mal, no es de extrañar que sintamos que estamos de lo mejor.


* La civilización de los Mayas durante dos mil años, según las estimaciones, desarrolló formas culturales aborígenes sin parangón. No obstante historiadores tipo Franz Berman, le hallan a los mayas profundas discontinuidades conductuales. Dice Berman que pese a que desarrollaron visualizaciones acerca del tiempo por venir, que pese a que inventaron un sistema de matemáticas para contar por millones hacia atrás y hacia delante, consiguiendo elaborar un calendario más exacto que el calendario romano, pese a eso, "ignoraban como pesar un saco de maíz".


* El relato que le haré termina con una frase de intención imploratoria. Como no me pertenece se la escribo entre comillas. Pertenece a una publicación denominada ¡Claro! Está en su página 4, llamada Rosita, localizada en el tiempo del mes de agosto del año 2010. Quien la hace suministra su correo, por medio del cual, le solicité más datos. Ojalá aún esté en circulación por alguna de las tantas vías que hay. Gracias a la contundencia de la frase, me atreví a deconstruirle el sentido, y aquí le expongo el relato:


Luego de mucho sentirlo y pensarlo, un caballero decide abandonar una buena mañana, el hogar. Su compañera, a pesar de que sus ojos estaban somnolientos por no haber dormido nada en la noche, se puso a observar lo que su compañero sentimental hacía. Al caer en cuenta que lo que él hacía era recoger sus cosas e ir arreglándolas en maletas y bolsos, comienza a gemir primero y gritar y llorar después. Iba detrás de quien estaba a punto de irse, rogándole de que no se fuera. Incluso, recordándole los momentos en que fueron felices. Pero el caballero, guiado por el impulso de lo definitivo, ni siquiera se molestaba en mirarla, sólo se concentraba en no llevarse algo que no fuera suyo, o dejar algo en casa que sí lo fuese.
Cuando todo lo tenía listo, se dirigió a la puerta, y atravesando el espacio del recibo, notó que la mujer le agarraba las piernas del pantalón y los zapatos, en la ilusión de impedirle que saliera. Mientras apresuraba el paso, ella se escurrió hasta el piso, de donde hacía los inútiles intentos de sujetarlo.
Ya afuera, y dirigiéndose al taxi que había anticipadamente llamado, pudo oír lo que la mujer, en un último intento por impedirle la partida, gritó desde la puerta:
"POR FAVOR, NO ME DEJES A SOLAS CONMIGO".


Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

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