LA PRECUELA DEL MACHO
"Para ser mujer hay que ser más hombre que ellos".
Personaje de Vencer el pasado (telenovela de Televen, entrega del 23.3.22, de 9 a 10 pm).
I
El Mal -entendiendo por Mal lo que traba el crecimiento estructural y cualitativo del Ser-Hombre- ha estado desde el inicio de todo Lo humano. Y así como los varones y las mujeres desarrollan sus cositas aceptables -algunas muy buenas, inclusive-, a la par también desarrollan esas cositas malignas (a veces malignas preponderantemente para los otros, a veces malignas preponderantemente para sí), que no se pueden evitar porque aún no se ha desplegado, en la esfera de la conciencia, un discurso o una asignatura cuyo fundamento elemental sea desentrañar los misterios y los vuelos del Mal al alcance de las personas formadoras y a las personas en formación. No habiendo, pues, un discurso de la malditología o de la perversología, impartible en la Escuela o en el Hogar, para nombrar dos núcleos trascendentes en la Enseñanza y en el Aprendizaje, las mujeres y los varones, dentro de sus ejercicios vitales pueden perpetrar daños de cualquier tipo, por un lado, sin darse cuenta, y por otro lado, ignorando las repercusiones de los daños perpetrados en sus entornos.
II
Aunque cueste creerlo, el cantautor Silvio Rodríguez tiene sobrada razón cuando nos aporta la idea de que Lo terrible y Lo no-terrible (en su sentida canción El elegido) son aprendizajes radicales que se aprenden con la mediación del tiempo, Lo no-terrible, Lo hermoso y sin la presencia significativa del tiempo en su variabilidad, Lo terrible, Lo atroz... Lo horrible. Se oye en la canción nombrada este verso, quizá usted lo ha oído y ¿por qué no?, entonado:
"Lo más terrible se aprende enseguida y lo más hermoso nos cuesta la vida". Y no es que Lo hermoso nos lleva la vida aprenderlo. No. Lo hermoso nos exige la vida para que se la entreguemos en Ofrenda. Nunca fue de otro modo. El aprendizaje de Lo malo, por su lado, no nos cuesta nada adquirirlo, pero -y esto no lo dice Silvio Rodríguez- la exigencia es la misma. Llevar toda la vida en nosotros Lo terrible, ignorando que se la estamos obsequiando al Mal a través de él, de Lo terrible. Dicho esto en términos pedagógicos, el aprendizaje de Lo terrible pertenece a la educación informal, no-consciente, inmediatista, mientras que las valoraciones dignas, diseñadas para hacernos aumentar humana y humanísticamente, nos cuesta hasta hacernos un concepto de ellas, y ¿cómo será de atrinca, llevarlas a la práctica, de colocarlas en ejecuciones reales.
III
Para localizar o ubicar un mal como el mal de ser "macho" (mal porque reduce al varón a los rudimentos de una existencia masculina ajena a una masculinidad civilizacional amplia y creadora de valoraciones hermosas (tipo El elegido de Silvio Rodríguez) dentro de un orden de males mayores, se hace pertinente tocar el entrabamiento humano conocido como "Misantropía", que en tanto fenómeno existenciario, sintetiza en su realidad, el máximo odio hacia el Ser-Hombre. Al estar el "macho" con todo el machismo que de suyo contiene, en los parámetros de la Misantropía, lo podemos definir entonces como una modalidad de odio profesado a la humanidad, focalizando su energía perversa en la parte humana atinente a la mujer.
IV
Ahora, la misantropía es un fenómeno del alma humana, variopinto, diverso. Altamente complejo, no obstante lo fácil de su adquisición. Por las incongruencias y las macabras diferenciaciones económico-culturales de la vida de las mujeres y los varones en sociedad, lo más expedito que se tiene, es profesarles la más sincera misantropía. Esto es, el más sincero odio, porque aun poseyendo facultades cognitivas y tecnológicas avanzadas, los humanos no salen, quizá porque les place, pudiera pensar el misántropo, de la ciénaga podrida en donde a diario alimentan los estupidismos que los caracterizan como humanos.
De la misantropía se derivan según el sexo del odiado, dos proyecciones ya especificas del mal en referencia. Si se detestan las mujeres, el misántropo cae en la práctica de la misoginia. Y si es al revés, quien aborrece a los masculinos, cae en los goces que le provienen de la misandria. Dándose el asunto de este modo, el varón convertido en misogínico será un machista clasificado. Y si es una mujer la que con encono trata al varón, será una hembrista en su registro conductual.
Ambos, el macho y la hembra, desde luego, en la búsqueda de que su odio sea efectivo cuando lo apliquen, echarán mano a los disfraces y simulaciones societales para pasar desapercibidos, tanto en su naturaleza como en sus intenciones. Y es usted, varón o mujer, y nadie más, quien le toca desenvolverse con la mayor astucia posible, para no caer en las garras de alguien que con la peor alevosía le va a destrozar la vida, si usted se deja.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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