SER POBRE ES POSIBLE

SER POBRE ES POSIBLE


"...sucede como si fuera absolutamente 
necesario ocultar su nombre".
ÉMILE GILLABERT (del libro Judas)

I
El hondo agujero hecho a lo largo de los lustros por el proceso inflacionario en el salario básico de Venezuela, resulta tan profundo, que ni siquiera elevándolo (por el artificio del Decreto presidencial) de 7,oo bs mensuales a 130 bs mensuales (sobrepasando con creces el 1000%), el monto ni siquiera rasguña la línea de pobreza que entes multilaterales (por ejemplo, el Banco Mundial) establecen para aceptar o no, a alguien en el rango de pobre, definiendo para ocupar este rango, que sólo sería considerada pobre aquella persona que reúna las condiciones económico-materiales para vivir con dos dólares diarios. Se sobreentiende que con el monto de 130 bs, equivalente a 1/2 Petro o casi 40 dólares (podríamos sumarle el monto del Cesta- tique: 45 bs y sería insuficiente), todavía, en términos de Poder adquisitivo comparado, el salario le da a la persona que recibirá ese monto, la posibilidad de opcionarse como pobre. Esa persona todavía le falta mucho para ser, dentro de su realidad salarial y según la medida dada, pobre.


II
Pero el Presidente de Venezuela, al tanto de que dicha cantidad conferida (no discutida entre las partes que tienen que ver con el asunto) no es suficiente, presuroso pasó al plano de las proyecciones, y se comprometió con los beneficiados de la medida, con ir ajustando el salario progresivamente hasta llevarlo a 300 dólares. Desde luego, si es por la vía de los decretos y no por la vía del incremento de las producciones y de las productividades, se corre el riesgo de que cuando se entregue esa cantidad, ya para la adquisición de los bienes materiales básicos, se requieran más que los 300 dólares, que para el día de hoy sí serían propicios. No obstante y comoquiera que sea, el compromiso del presidente sirve (ideológicamente) para que los subpobres de su país, no pierdan las esperanzas de alcanzar por intermedio de los salarios básicos aumentados por decretos, de llegar a los niveles formales de pobreza extrema.
Antes de culminarle esta sintética exposición, le quiero dejar un diálogo entre un rico y un pobre (ambos muy honrados pese a la condición de cada uno), realizado por el numen poderoso del español Federico García Lorca, y que extraje del libro La pobreza de la filósofa Paulette Dieterlen. Léalo, por favor:
Van dos hombres por la orilla de un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus bostezos. Y el rico dice: "¡Oh, qué barca más linda va por el agua! ¡Mire, mire usted, el lirio florece en la orilla!". Y el pobre reza: "Tengo hambre, no veo nada". Natural concluye García Lorca: Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa.

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
 

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