LA SOBREVIVENCIA ECONÓMICA
"...esconderse en las grietas del sistema es mucho más fácil".
David Bolchover. Los muertos vivientes.
Sin manejar un aproximado conceptual relativo al fenómeno del sobrevivir, no podríamos elaborar una idea acerca de la "sobrevivencia económica".
Toda persona que no esté con su hacer, con sus pensamientos y con su valorativa (axiología), direccionada a trascender lo estrictamente económico-utilitario, a través del propósito del aumento de sus niveles humanísticos -esto es, niveles intelectuales, estéticos y espirituales-, inequívocamente como persona social, puede ubicarse en la basta esfera de la sobrevivencia.
En esa esfera la sobrevivencia no implica necesariamente escases. Alguien pudiera como deportista famoso, como cantante posicionado de las masas, y cosas así, obtener ingentes cantidades de ingresos monetarios y sin embargo, no soportando por sí mismo el peso de ser popularmente importante, buscar para aguantar su drama, el lenitivo de las drogas. En ese sentido, la supuesta celebridad popular, experimentaría una doble sobrevivencia:
1) que sobrevive pese a que es importante para las masas gracias a la(s) droga(s), y
2) que a partir del consumo d alicientes artificiales, comienza la sobrevivencia a ese apoyo ficticio.
Claro, es tan horrendo tal modo de sobrevivir que de repente una buena noche opta por suicidarse, o en su defecto, su pobre cuerpo, que no tuvo culpa de que su dueño fuera tan famoso, no tuvo otra salida que colapsarse.
En el propio orden de lo estrictamente económico-utilitario, la historia conoce el caso de la Standard Oil, compañía petrolera que no pudo sobrevivir a ser la trasnacional petrolera más importante del mundo, y tuvo que desaparecer físicamente en 1911, aguantando ser importante sólo 41 años.
De manera tal que nada más en Lo económico podemos ver el despliegue de los sobrevivientes, que con recursos o no, están sometidos a ese rigor. En consecuencia se puede desmontar terminológicamente la sobrevivencia como un proceso donde hay un plus de tiempo (o excedente d tiempo), e igual donde hay un límite que designa que a partir d él, del límite, se inicia un tiempo d persistencia, el cual se experiencia como una suerte d existencia extra, bien de alguien en particular o bien de un colectivo en general.
Como quiera que sea, el sobreviviente en la medida que más se mantenga luego d un límite a veces predecible (de una enfermedad, de una fama, d una importancia o d una deficiencia) va adquiriendo por otro lado, grados significativos de heroicidad, al punto que en la medida en que esa heroicidad se incremente, pudiera convertirse para el heroico (particular o colectivo) en una carga q también obliga a sobrellevarla o a sobrevivirla.
Para calificar a un estrato socioeconómico de la población, los cientista d las ciencias sociales estilan tomar la Cesta Básica (alimentos + servicios) como el referente objetivo. Al respecto hay estratos que no sólo no tienen acceso a la Cesta Alimentaria, sino que ni siquiera a los bienes más elementales d ella. Otros estratos sólo pueden proveerse de los artículos de la Cesta Alimentaria.
Se categoriza a una familia como pobre si sus ingresos le permiten acceder a la Cesta Básica, pues con ese acceso deja ver que no puede sobrepasarse a otros niveles de vida que no sean los básicos. Los cientistas sociales, en la pretensión de enseriar lo máximo posible su actividad profesional, no llaman ricos a los representantes de los discretos sectores con acceso a situarse más allá d la raya de la Cesta Básica.
Llanamente estos sectores que pueden por ejemplo, viajar al exterior, comprar delicateses europeas, ir a conciertos mundiales de ídolos momentáneos del sonido, etc, son nombrados como sectores no-pobres. Esto quizá sea para respetar la dignidad de los poquísimos seres humanos que sí son ricos de verdad dentro de los parámetros de la filosófica discusión de quién es rico y de quién es pobre.
Si para la FAO se necesitan dos dolaritos diarios para que alguien califique en la categoría d "pobre extremo", hay muchos habitantes terráqueos, como el caso de una gruesa población venezolana, por ejemplo, que ni siquiera, por sus menesterosos ingresos mensuales, tienen la más pequeña posibilidad de ser conocidos de ese modo. Es decir, que como personas ni siquiera pueden aspirar a aspirar a que se les incluya en el renglón de "pobres extremos". Ser ubicados ahí, ser vistos en ese extremismo vital, sería para ellos un verdadero lujo; casi una distinción.
Total, independientemente de cómo subsistamos, de cómo persistamos en continuar en este mundo en calidad de vivientes, cuando se habla de sobrevivencia, es bueno enterarse, de que se está hablando, directa o indirectamente, de la media-vida (cuando mucho. Hay quien no llega ni a eso), del medio-existir. Y si es así, de que medio estamos viviendo, nos queda otra mitad d vida sin uso real. Algo parecido a lo que llaman los economistas de la productividad, "capacidad ociosa instalada". Con una vida a medias, un sobreviviente sería tranquilamente visto como un ser con una capacidad de vida no usada del todo, como un ocioso de su propia existencia.
A todos estos recovecos y a otros tan ásperos como los expuestos acá, estamos expuestos a sufrirlos y a repetirlos en ese apocalipsis diario que conocemos como la sobrevivencia económica, que percatándonos de su material realidad, resulta una redundancia, pues es la única sobrevivencia que en un mundo regimentados por las leyes de una economía autárquica, se puede dar.
Ílmer Montana.
Pregado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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