UN ACERCAMIENTO INFINITAMENTE BREVE A ALBERT EINSTEIN

UN ACERCAMIENTO INFINITAMENTE BREVE A ALBERT EINSTEIN

"...sus ideas fueron atacadas. Se fundó una organización anti EINSTEIN...Pero Einstein era flemático. Cuando se publicó un libro titulado 100 autores contra Einstein, él replicó, 'Si yo estuviera equivocado, un solo autor hubiera bastado' ".
Stephen Hawking Historia del tiempo (Edgardo.blogspot.com)


I
En filmes, en serie de TV o en la literatura, uno como "consumidor de cultura" puede oír o leer cada cosa de tinte retorcido, e inclusive, rayano con lo macabro. Por ejemplo, en el cuento de Ambrose Bierce El clan de los que han matado a sus padres (El club de los parricidas), podemos leer: "Recordé la noche cuando descuartice a mi pobre padre", pero eso no lo dice, y eso que era un amante de lo tremebundo, Bierce; Bierce pone la horripilancia verbal en boca del personaje protagónico del cuento. Más o menos próximo a la frase anterior, lo leemos en la novela filosófico-existencialista La náusea de Jean-Paul Sartre. Sartre hace decir a su personaje Señor Antoine Roquentin "Las ciudades me dan miedo. Pero no hay que salir de ellas". También le hace decir, "Soy libre: no me queda ninguna razón para vivir". Todo lo que diga Sartre en la obra, corre por cuenta del hastiado Roquentin. Y Sartre como autor queda exento de la carga porque sólo se trata de una creación literaria. Pero el que no recurre a ningún artificio convencional para hablar de extrañismos existenciario es el genio Albert Einstein. Einsten se usa él mismo para expresar sus cosas.
Siga leyendo y verá.


II
Para ubicarnos frente a una personalidad tan compleja (tan compleja por lo sencilla en que se presenta), será de utilidad conceptual tomar en consideración la característica distintiva de la gente flemática, la cual es la parsimonia (con todo lo que la parsimonia implica: circunspección, minuciosidad milimétrica, impasibilidad y otros atributos por el mismo estilo), acompañada en varios casos esta parsimonia de un comportamiento que se le conoce como cachazudo, al punto que los diccionarios definen el tener cachaza como propio de los temperamentos flemáticos. En este orden, nuestro hombre de marras, de lo más espaciado decía de sí ideas y valores que por lo general la gente carente de esta complejidad (complejidad no es igual a complicado, le digo), oculta mientras puede. Einstein las expresaba con toda la calma que un parsimonioso puede materializar ante los demás.


III
Aunque parezca raro, sólo los genios bien dotados, dentro de sus capacidades, tienen la facultad de percatarse de sus opciones de desenvolvimiento humano.
Apenas saliendo la humanidad de la segunda Guerra Mundial, Einstein en un papel de trabajo (fechado en 1945) titulado Guerra atómica o paz, reconoce por no contar en su haber con el don de la persuasión, que no está en condiciones de llevar a cabo el rol de concienciador a los líderes terrestres. Miremos que dice:
"Yo mismo no poseo el don de persuadir a amplios sectores de la urgencia de los problemas a los que la humanidad se enfrenta en estos instantes. Por esto recomiendo a quien sí posee el don de la persuasión, me refiero a Emory Reves".
Unos años luego, en 1952, tuvo que ser más autocrítico con él, debido a que el Primer ministro israelí David Ben Gurion, le ofreció la presidencia de la nación hebrea, y el genio no la aceptó. No la aceptó con estas palabras:
"Toda mi vida he tratado con asuntos de la realidad objetiva, y carezco de la aptitud natural para tratar con personas".
Lo hasta aquí citado ha sido usado modo abreboca, para exponer en el próximo apartado, la forma cachazuda con que el Padre de la Teoría de la relatividad se percibía. Ojalá tenga usted la curiosidad para enterarse.


IV
Apenas llega el científico a EE.UU. capta, porque es muy fácil captar eso en EE. UU, que allá la propensión de la gente es hacer ídolos, y sobre todo, la de idolatrar a alguien que viene precedido por un renombre científico de elevada factura académica e investigativa.
Aprovechó una entrevista en Nieuwe Rotterdamsche Courant, 1921, para dejarle claro a los estadounidenses a quien trataban de elevar a las alturas de los ídolos. Lea, por favor, lo que Einstein dijo de sí:
"El culto al individuo es siempre injustificable. La naturaleza distribuye sus dones irregularmente entre sus hijos. Me parece injusto, e incluso, de mal gusto, escoger a algunos de ellos para tributarle admiración... Ese ha sido mi destino, y el contraste entre la idea generalizada de mi capacidad y mis éxitos y la realidad, es sencillamente grotesco".
Quizá para afincar más la aguja en la piel de los buscadores de ídolos, en un trabajo con el título El mundo tal como lo veo, agrega estos elementos de su persona:
"Creo que es bueno para todos, física y mentalmente, llevar una vida sencilla y modesta. Me atrae profundamente la vida frugal... Mi profundo sentido de la justicia social y de la responsabilidad social han contrastado siempre con mi notoria falta de necesidad de un contacto directo con otros seres humanos y otras comunidades humanas. Soy en verdad un 'viajero solitario' y jamás he pertenecido a mi país, a mi casa, a mis amigos, ni siquiera a mi familia inmediata. Frente a todos estos lazos, jamás he perdido el sentido de la distancia y una cierta necesidad de estar solo... sentimientos que crecen con los años.
Nunca he perseguido la comodidad y la felicidad como fines... Llamo a este planteamiento ético el ideal de la pocilga".
Asumo como innecesario hacer alguna aclaración porque ante palabras como estas no hacen falta más palabras.


LAS CITAS DEL CIENTÍFICO FUERON EXTRAÍDAS DE
TEXTOS DE ALBERT EINSTEIN SOBRE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD Y SOBRE OTROS DE SUS ANÁLISIS CIENTÍFICOS Y HUMANÍSTICOS.
EDICIONES UNIVERSALES. BOGOTÁ, 2006.

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
 

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