LA INDIFERENCIA EN GRADO CERO


LA INDIFERENCIA EN GRADO CERO

Vivir con extraños exige el arte del desencuentro.
ENRIQUE GONZÁLEZ DURO

I
La persona indiferente es distinta -no quiere decir esto que sea mejor-, porque al no mostrarse interesada en los asuntos en que los otros muestran interés -con mostrarlo resulta suficiente, al margen de que el interés sea de verdad o no- llama la atención, siendo muy pocas veces valorizado el comportamiento por no expresar falsamente un sentimiento no sentido. 
En la generalidad de las interrelaciones humanas lo solicitado es la simulación, y la persona indiferente al no cumplir con tal solicitud societal, experimenta el riesgo de ser tomada a mal.


II
Ahora, la indiferencia no debemos, buscando entenderla en su condición de fenómeno observable, asumirla como causa. Más bien responde a lo que tenemos como resultado, como efecto o reacción respecto a alguien o respecto a cosas.
Le propongo tres fuentes de las cuales se desprende la indiferencia puesta en escena por alguna persona que produce reacciones con ella, con la indiferencia:
a) La indiferencia originada por una actitud y usada en el rango de "arma" de castigo psicológico.
b) La indiferencia proveniente de una estrategia para seducir, e incluso, engañar a segundos o a terceros.
c) La indiferencia desprendida de la ontología (del ser) de una persona, la cual acusa niveles de indiferencia con lo que logra impactar a la gente de su entorno (familiar, laboral, íntimo).


III
Las "indiferencias" a) y b), supongo que usted sabe o capta, que aparte de ser unas artificialidades, pues no sobrepasan las coyunturas donde se dan, además pueden constituirse en boomerangs para aquellos que aplican sus "indiferencias" deficientemente. Un dúo musical femenino venezolano de los años 60' colocaron una canción cuyo contenido describía los sempiternos pleitos de las parejas. Se llama la canción Reconciliación. Una persona de la pareja que está castigando a la otra con "el látigo de la indiferencia", confiesa: "Y mientras te castigo me castigo, y sueño con la dulce reconciliación".
De forma que para que la indiferencia se cumpla en su cabalidad, se requieren rasgos definitorios en la personalidad, que no todos nosotros poseemos, y que al no poseerlos corremos el peligro, por abusar de nosotros mismos, de hundirnos en los fangos de una sustancia que en verdad no conocemos.


IV
¿Y quiénes podrían ser los candidatos a no afectarse también ellos con el veneno de la indiferencia?
Bajo el carácter de simple actitud o de estrategia seductora, los victimarios a menudo finalizan sus pretensiones como víctimas. Algo así como pasar de ser un depredador a ser un depredado. En consecuencia, la indiferencia sólo beneficia, si es que beneficia nada más con no salir uno lastimado por su influjo, a quienes ostenten el poder mental de indiferenciar tanto las personas como las opciones que las realidades vitales presentan. Obvio, esto no es fácil ni de asimilar ni de explicar. Siendo así, me remito a un recurso que la Teoría económica brinda para abordar el tema de las preferencias (término éste contrario a las indiferenciaciones) de los consumidores ante la diversidad mercadológica de ofertas. Me estoy refiriendo a la Curva de indiferencia. Veamos.


V
La curva de indiferencia le sirve a los investigadores científicos de los consumos humanos, establecer mediante gráficos de coordenadas, los bienes que se aceptan indiferenciadamente, sea por razones coyunturales, sea por razones estructurales. En la curva se expone un bien A y un bien B, y si ambos les son indiferentes al consumidor se determina la equivalencia en la satisfacción. De estas curvas los científicos diseñan "mapas de indiferencia". Es del conocimiento público la indiferencia para un consumidor medio comprar para los malestares de la gripe común fármacos con acetominosen o ibuprofeno. Igual ocurre con los consumidores de fármacos para fortalecer la vista. Es igual que tengan luteín o arándano negro. ¿Cuánto le ha costado y le seguirá costando a la Pepsi-cola alcanzar la curva de indiferencia con la Coca-cola? El día que lo logre sin duda hará una gran fiesta mundial.
Lo anterior comentado lo hice para dar una idea aproximada de cómo puede estar compuesto el aparato psíquico de una persona indiferente ontológicamente hablando. O sea, que no es por artificios o accesorios comportamentales, que registra indiferencias ante esto o ante aquello, sino que obedeciendo a las indiferenciaciones que porta (en ropas y calzados, en amigos o enemigos, entre un proyecto ideológico u otro, entre estar con alguien o no estarlo, inclusive, entre estar muerto o vivo, etc.), la vida que le pasa enfrente les igual a que no le pasara.


VI
En fin, pues, practicar la indiferencia absoluta, extrema, reducida la diferenciación o la preferencia al grado cero, como que no es para todo el mundo. Hay que ser un Alma muy especial. O mejor, muy especialmente rara, para conducirse indiferenciadamente ante "el mundo y su gente", y "la gente y sus cositas". La tendencia a tomar partido, a ir a alguien, a apostar por algo, es intrínsica a la naturaleza humana cotidiana.
El único ejemplo de indiferencia total que todos conocemos y hasta celebramos, viene dado por la actitud de Jesús-Cristo para con su discípulo Judas. A sabiendas de antemano que lo iba a traicionar, lo dejó andar con Él todo el tiempo de lo más tranquilo. Tan tranquilo que una noche le dijo tranquilamente: Judas, anda a hacer lo que tienes que hacer. Y Judas se fue a hacer lo que tenía que hacer, de lo más tranquilo también.

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

 

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