PASEOS EN EL REPOSO - 29
El problemita de las personas en lo concerniente al vivir, es el desgate sometido al tiempo, de la estructura corporal. Hay que cuidarla como se cuida cualquier objeto que uno necesite que dure. Venimos con expectativas de vida previstas por la ciencia, así como la duración preestablecida de los bienes de consumo. Esa duración es la garantía mínima de la persistencia vital de los objetos y de los cuerpos. Pero hay personas que así como consumen el kilometraje del nuevo automóvil comprado en un tiempo menor que el otorgado por el fabricante, igual hacen con sus estructuras corpóreas. Las desgastan en 80, 70, ...20 años.
Pero si en el desgastamiento que alguien haga de su cuerpo, logra conectarse con las fuerzas del infinito, entonces no importa el tiempo vivido. Ahí en La Biblia hay dos casos contrarios: Matusalén y Jesús el Nazareno. Los 33 años de Jesús le permitieron conectarse con un infinito que Matusalén no alcanzó ni siquiera en 969 años de vida material.
Y finiquito esta idea citando un aporte que lamentablemente no recuerdo quien la dijo. Ese alguien que pudiera ser el filósofo español Miguel de Unamuno, expreso esto:
"Prefiero vivir cinco segundos o un segundo en conexión con el infinito que vivir 300 años perdidos".
Circula un link de Ana Julia llamado ConVIDAndo desde Radio Joven.
Su contenido está orientado a hacer notar que la gente que creyendo que su organismo es un basurero, le lanza cualquier cantidad de basura, en el futuro mediano o en el futuro largo, esa tal gente pagará las consecuencias atribularias de esa equivocada noción de su organismo.
Ana Julia determina su aporte diciendo cosas como que:
-Tu vesícula biliar se lastima cuando te desvelas y reaccionas con ira.
-Tus pulmones son heridos cuando fumas.
-Tu páncreas se lastima cuando comes excesivos azúcares... Etc.
A esta mirada que presenta a un organismo golpeado por su propio dueño, sólo agrego lo siguiente.
Cuando un organismo (o un órgano de ese organismo) colapsa (a través del infarto, del ACV, o a través de la misma muerte) lo hace como una reacción defensiva contra ese enemigo que le tocó por dueño. Ese organismo, ese pobre cuerpo, sometido durante tantos y tantos años al más cruel abandono o a la más perversas agresiones por parte de aquel que no lo pudo atender bien, colapsa, y hasta muere, es por el entendible impulso de poder librarse de él.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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