LAS ECONOMÍAS ANTI-ECONÓMICAS

LAS ECONOMÍAS ANTI-ECONÓMICAS.


LAS ECONOMÍAS ANTI-ECONÓMICAS


"Muchas de las instituciones humanas son el resultado de la acción humana, 
pero no del diseño humano".
Adam Ferguson (1723-1816).


Para abordar esta paradoja (de las tantas paradojas propias de los mundos prácticos ficcionales) es perentorio tomar en cuenta el analítico histórico proveniente de las tesis del Materialismo-histórico referidas a las secciones A y B de la base material del edificio social, y más recientemente del enfoque sobre los procesos productivos desplegados por la Teoría de los sistemas.


El Materialismo-histórico en su búsqueda teórica de explicar la dependencia y el atraso estructural de las sociedades dominadas por la economía real trasnacional, representando por los centros metropolitanos (entiéndase países dominantes en el esquema centro/periferia), establecía que todo Modo de Producción le correspondía para crear verdadera riqueza social dos secciones productivas: la sección de la producción de los bienes de producción (maquinaria, equipos, instalaciones fabriles con tecnología de punta, etc.) y la sección de la producción de bienes de consumo. Al no haber en los países dependientes la primera sección, indefectiblemente la sección B la cumpliría según determinaciones del centro hegemónico al cual el país dependiente estuviere adscrito. Siendo así un país que no pudiera producir, por carecer de las condiciones tecnológicas y científicas mínimas necesarias, sus bienes de capital fijo para producir, estaba condenado a desenvolverse económicamente como un país sin vida material propia.


Del lado de la Teoría de sistemas tenemos este aporte:
Habrá sistema en tanto tal, siempre y cuando un supuesto sistema logre, al extraerle al ambiente que lo rodea materiales e insumos (input), nuevos materiales y nuevos insumos distintos que antes no había (output). Para ese cometido se hace necesario que los procesamientos al interno del sistema (throughput) cumplan con mecanismos y dispositivos científicos y tecnológicamente desarrollados, con los cuales todo el sistema a su vez pueda cumplir con las operaciones iniciales (extractivas) y operaciones de clausuras necesarias (realizaciones económicas de complejidad secundaria y terciaria) para que el sistema productivo sea un sistema de producción de riqueza social-real. O sea, deje de ser un sistema de producir supuesto y se presente como un sistema real-concreto del que en virtud a esa realidad sistémica, la sociedad en su conjunto puede asumirlo como una instancia propicia para su avance en el tiempo y en el espacio.

Las economías ajenas a estos requisitos sistémicos-totales, se les estima como a-sistemas, puesto que en sus procesamientos o throughput se dan operaciones inconclusas, diseminadas y fragmentarias, sólo aptas para generar salidas momentáneas y simples a realidades íntegras y holísticas. Estos a-sistemas cuando mucho aportan esquemas simplificados basados en recortes de realidad que a la larga no permiten que la sociedad en donde operan se libre de su atraso estancador en el que permanece invariablemente.


Por no tener reales sistemas transformadores y generadores de riquezas, los Modos de producción de los países del Tercer Mundo no pueden emerger de las miserias de toda índole que los apabulla material e inteligencialmente. Por no ser economías sistémicas reales, industrias básicas como el aluminio y el hierro en Venezuela, por ejemplo, hoy no son empresas rentables. O ¿de qué le vale producir petróleo a PDVSA, para seguir el ejemplo venezolano, sino lo puede comercializar y mucho menos cobrar al verse con obstáculos financieros con su moneda física o con su monedad digital? Sin duda, Venezuela está imposibilitada de desarrollarse tanto hoy como ayer, pues nada poseía en su contexto como país, unidades de producción antieconómicas.
También esta tipología de economías se les conoce como Des- producción especulativas, Anti-producciones asistémicas o Sistemas económicos falsos. Como quiera que sea el nombre, se les reconoce por el hecho de que nada más permiten el enriquecimiento desproporcional de personas o de entes oficiales o mixtos muy particularizados, vinculados en alguna forma con los tramos en donde la economía ofrece cierta y determinada eficacia.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 


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