PERO...¿HABRÁ REALIDAD?
"...lo real como tal..., parece del orden de eso de lo que uno no puede servirse, lo que no es instrumento...esta brecha entre lo real como tal y el instrumento hace que para nosotros..., la relación subjetiva con lo real sea más bien un embrollo".
Jacques-Alain Miller (Psicoanalista).
A la pregunta "¿habrá realidad?" le pueden salir varias respuestas. Una podría expresarse así: No es que dudemos de la realidad. Lo que entra en discusión proviene de la idea que la presenta civilizacionalmente como una referencia que pertenece a la jurisdicción de lo escabroso e inextricable. Montado en esa cresta, el escritor inglés Oscar Wilde en un prefacio de una de sus obras dice esto, tipo advertencia: "Aquellos que busquen ir más allá de las superficies de las apariencias, lo estarán haciendo bajo su propio riesgo". Resulta insensato, pues, animarse a desentrañar cosas que podrían conducir a enrevesamientos difíciles de hacerles frente.
Si hubiera la exigencia de buscarle palabras antónimas a la palabra realidad, no dejaría de ser embarazoso conseguir una radicalmente opuesta, habida cuenta de que las que están más a la mano, en un sentido de meticulosa inferencia, también podrían tomarse como realidades. Cito algunas: imaginario, fantasía, simulación, apariencia, irrealidad, sub-realidad, etc. Cada una de estas palabras (y otras que faltó nombrar) supone esfuerzos intelectuales si se buscara desentrañarlas en la realidad teórica que le es inherente. Por ej, si escogemos "apariencia" como palabra antagónica a la "realidad", el antagonismo supuesto desaparecería al precisar que toda realidad abordable metodológicamente hablando, posee una apariencia, un velo de aspectualidad que nos obliga a referirlo en la perspectiva indagativa, si queremos avanzar en la esencia de la "realidad" encubierta a través de la realidad primaria de las formas. Igual ocurriría con las otras palabras nombradas, las cuales, por antagonizar con una realidad, de suyo cobran importancia real de estudio.
Con esto planteado, simplemente se busca destacar que donde quiera que dirijamos la mirada observadora, la acción investigativa, teórica o práctica, ahí tendremos una realidad. Tendremos un conjunto de elementos, de señales, de síntomas, de relaciones, merecedores, por alguna importancia objetiva o subjetiva, de permearlo para conocerlo.
Cualquiera fuese la realidad ésta estará oculta. Mas no porque esa sea su naturaleza o su característica. La realidad está en lo discreto, en lo obviado, en virtud de que, por un lado, los seres humanos en su gruesa mayoría, distorsionan sensorialmente sus percepciones de las cosas del mundo, y en segundo lugar, y aquí yace la razón fundamental de que la realidad sea obviada, oculta a las percepciones mediadas por las ordinariedades de la vida, los seres humanos evitan en la medida de sus opciones, cualquier contacto con aquello que los desconecte con los embelecos quiméricos en los cuales giran, felizmente, dormidos.
Y sí es tan así que los seres humanos en una gruesa mayoría no les importa la realidad porque además de no ser atractiva tampoco les hace falta, debido, entre otras razones, a que su ausencia es cubierta por "realidades alternativas" que van desde los reality-show, pasando por los mundos virtuales hasta llegar al climax extático de la hiper-realidad imagológica. Repito: y si es tan así, ¿quién o quiénes serán los candidatos a reparar la presencia de la realidad?
La contestación es harto fácil. Aquel o aquellos -no importa cuánto sean- que obedeciendo a causas estrictamente existenciaria-personales, se hastiaron de seguir engañándose, o, en su defecto, ya no soportan más de que se les siga engatusando con ficciones irrespetuosas y mal elaboradas. En este orden actitudinal, esta gente colmatada por los embustes, se convierten en asiduos buscadores de las condiciones y los fundamentos con que las cuestiones vitales se pueden investigar, interpretar y explicar. Y consiguientemente es a ellos, es a esos muchos o a esos pocos seres humanos que habitan lo incierto (puesto que el pool de realidades ofrecidas por el statu quo ya no los alcanza) que planteamientos como este que están leyendo, va dirigido.
El hablar sobre la realidad se suele ofrecer una definición, pretendiendo conceptualizarla. Aquí se ahorrará la definición y en cambio se hará una pregunta afín. ¿Qué hace que lo real sea tal? O mejor -usando las palabras modo Edgar Morin-, ¿cuál es la realidad de la realidad? El autor nombrado en su libro El método. La vida de la vida (1998), nos ofrece esta afirmación: "...la originalidad de la vida no está en su materia, que es físico-química, sino en su organización". Trasladando la idea de Morin a una escala cósmica, se pudiera sugerir que la realidad del universo no está en lo habido en su seno (galaxias, constelaciones, soles, planetas...). Su realidad consiste en la organización homeostática (equilibrio inestable) aplicada a cada uno de sus componentes. Si un observador visualizara con telescopio un cuerpo celeste, no estaría observando la realidad del universo. Nada más estaría ante un cuerpo sideral en abstracto. La realidad aparecería en escena si el observador responde al marco de una investigación astronómica, haciendo de su actividad expresión de un sistema científico, que partiendo y sosteniéndose de determinaciones previas busca nuevas determinaciones del objeto de estudio. Asimismo acontecería con alguien que desde su vehículo en una arteria vial de una gran urbe, ve a un joven haciendo debajo del semáforo, una rutina de acrobacias. Para que el joven deje de ser un abstracto citadino, debe determinársele las condiciones económico-sociales (como por ejemplo, determinar si los aperos usados son suyos o facilitados. Si son facilitados cómo los adquiere. El porqué no labora en una empresa circense formal. A qué sector de la economía pertenece su actividad, etcétera) que lo lanzan debajo del semáforo.
Mientras no sea determinado múltiplemente, entonces, el elemento particular, de cualquier instancia real, la realidad no saldrá a la vista. Será parte de esas inmensidad de referencias ambiguadas con que a diario se aglutinan los sentidos humanos, generándole a la persona no aperceptiva (de apercepción) un déficit inorgánico de realidad con el que sobrellevará su embotada existencia.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
No hay comentarios:
Publicar un comentario