LA REALIDAD Y SU MODELO

LA REALIDAD Y SU MODELO


LA REALIDAD Y SU MODELO


"La realidad es...una construcción social y cada sociedad determina qué es verdadero en su realidad"
Rupert Riedl (Biología del conocimiento. 

Citado por María Pérez Schael. 1993).

Cuando alguien repite el lugar común "Soñar no cuesta nada", además de querer resaltar que lo soñado no tiene que ver con ninguna realidad, toca, y por lo general inconscientemente, lo económico, al hacer notar que la actividad de soñar no entraña costo alguno. O sea que lo que se quiere decir con la frase en su segundo campo semántico, es que soñar se hace gratis. Que no se nos pide nada a cambio. En la frase completa se maneja la noción de que aquel que sueña (soñar como sinónimo de embeleso, de que los sentidos están arrebatados en un rapto de embelesamiento), en algún modo y cantidad, se coloca fuera de lo que se cree es la realidad. Se hace oportuno agregar, a despecho de los que aceptan esta noción de soñar, que la experiencia psicoanalítica en una considerable proporción, basa su eficacia terapéutica en la realidad que el analista le halla a los sueños. Esto es, que soñar, no importa si despiertos o durmiendo, es una gran referencia para hacer precisiones científicas en el estudio profundo de la realidad del soñante. Visto así el punto, el soñar y la realidad no son instancias necesariamente separadas entre sí, pudiéndose dar el caso que en la medida que no soñemos menos realidad podemos desarrollar. En este estricto sentido, el actor Anthony Quinn (protagonista de Zorba el griego) le dijo a su hijito en una canción del siglo pasado, "Hijo, no dejes de soñar". La canción se llama La misma vida te dirá. Cómo será de importante soñar, siguiendo en este estricto sentido, que cualquier Poder dado, lo máximo que pretende para atornillarse es evitar que la gente en la que recae su acción, no sueñe y que se reduzca a vivir reiterativamente la realidad que como Poder propone e impone.

En otras palabras, nada escapa a la realidad... Ni siquiera los sueños. Sin embargo, al arrojarnos esta aseveración la idea de una realidad omni-absorbente, que todo lo succiona, para nada sencilla las innumerables aristas intrincadas en lo que es la realidad como temática y como problematización, en el desenvolvimiento de los seres vivientes, que sabiéndolo o no -no importa-, están determinados por ella, en sus leves o pesadas vidas (sugiero leer a Milan Kundera en La insoportable levedad del ser).
Bajo esta luz pudiéramos metaforizar la realidad como un sólido en torno al cual giran una interminable cantidad de organismos que aunque no quisieran ni rozarla (por la devastación que les produciría el roce), deben, pues no tienen más opciones, ir una y otra vez, a su seno (léase entrañas o huecos) por la necesidad ineludible de pervivir. Así las cosas, la realidad no únicamente constituye aquello que nos hace posible, sino que debido a ella, a su contundencia ineludible e imbatible, se le puede asignar un sentido real a las existencias girantes en torno suyo. De la metáfora usada se desprenden muchos ejemplos de realidad. El mundo es un ejemplo, el trabajo es otro ejemplo. Uno ve en canales de tv dedicados a la temática animal, como organismos sedientos (cebras, elefantes, etc.) les toca ir a beber y a refrescarse donde hay agua, luego de haber caminado larguísimos recorridos, a sabiendas de que en la realidad del agua, los aguardan flemática y macabramente, otros organismos que sin piedad se los comerán. Otro tanto acontece con los humanos que deben ir a buscar trabajo, bien en su país o fuera de él. Ahí, en las exigencias inapelables del trabajo, les espera la realidad con la que como seres humanos se verán condicionados y significados. En el fenómeno de las emigraciones, como es el caso de los países empobrecidos económicamente, la realidad del trabajo se hace más apabullante, puesto que con el solo hecho de emigrar a otro país, el emigrante muestra sin lugar a equívocos, de que la realidad económica de su país originario se le cerró y busca otro para sometérsele, si se le abre la posibilidad de entrar a su economía.

El Poder y la realidad que propone e impone, como dije antes, embrolla más la cuestión, habida cuenta de que la realidad propuesta no lo es tal. Lo propuesto (e impuesto) es un modelo de realidad, que desplaza la realidad y se coloca en su lugar. Cualquiera sea el modelo, el Poder que lo implanta opera como el centro donde deben orbitar los que reciben, por variadas vías (escolarización, religiones, militarizaciones, ideologías, etc.) el modelo sucedáneo de la realidad abolida. Como la historia de la vida humana es la historia de los desplazamientos de un Poder por otro Poder, no resulta exagerable afirmar que la historia de las realidades no es más que la historia de modelos de realidad que se suceden unos a otros.

Ahora bien, los inconvenientes que presenta la realidad para abordarla y comprenderla, no se derivan tanto de ella, pues de tantos modelos que le han interpuesto para velarla o tapiarla, la complejidad que le es inherente ha quedado colocada en planos secundarios, sino que son los propios modelos suplantadores los que les generan a las personas las confusiones y los comportamientos que hacen que la realidad (modelada) sea una instancia dura e impenetrable. Veamos, en la búsqueda de ser claro, los casos de los seguidores de religiones y de los seguidores de lineamientos partidistas, para apreciar el impacto de los modelos en la gente.
La ojeriza, la cierta desconfianza, tenida por los católicos a profesantes de otras religiones (adventistas, jehovanos, mormones...) no es porque no crean en Dios. La ojeriza, la desconfianza, viene dada porque los seguidores de otras religiones, no aceptan el modelo católico-romano de creer en Dios. Asimismo acontece igual, pero con más encono, entre judíos e islámicos. Encontramos lo mismo entre gente de derecha y gente de izquierda. Ambos lados se consideran demócratas, sólo que el modelo político de cada lado, le hace creer a un lado que el otro no es demócrata. Esto es tan extremo que ningún tirano, ningún déspota, en el ejercicio de gobernar dictatorialmente, reconoce su régimen autoritario o totalitario. Bajo el modelo con que se nutre ideológicamente, supone -y hasta se convence- que lo que hace lo hace amparado en los valores de la democracia y la libertad. Y todos, religiosos y políticos, basándose en sus particulares modelos de realidad (que para ellos es la "realidad") perpetran luchas y guerras con las cuales han llenando -y siguen llenando- las páginas de la historia de las crueldades y de los fanatismos.

Como consecuencia emanada por los modelos de la realidad y que son tenidos como "realidades", la tendencia -comprensible, incluso-, de evadirla, de huirle (no olvidemos la expresión atribuida al nobel literario Tomás S. Eliot: "¡Despiértenme!, ¡despiértenme! Un hombre no puede con tanta realidad"), se ha hecho parte de las para-necesidades con que los seres humamos alimentan sostenidamente sus conductas tanto mentales como conductas registradas fuera del sistema de sus mentes.
Fíjese usted en lo afirmado por un paciente de la psicoanalista inglesa Joyce McDougall llamado M.B. (en su texto Alegato por cierta anormalidad): "Beber, comer, masturbarme, fantasmear, eso es mi mundo real, mi mundo y sólo mío". Son citadas estas palabras en el propósito de hacer notar que cuando se habla de evasiones y huidas de la realidad, se habla a su vez de construcciones de realidades particulares, ora de alguien solo, ora de colectivos individuales. No es relevante la cantidad de sujetos participantes en la modelación "al gusto" de la realidad. Lo relevante estriba en que esa "realidad" construida a base de enredijos conceptuales de todo tipo, logrará en quien o quienes la hagan, que ya la realidad física, técnicamente comprobable y determinante en el mundo de las concreciones localizables en el tiempo y en el espacio históricos, no interesa más. Que ha pasado, si es que alguna vez hubo realidad, a la esfera de las cosas que por alguna razón utilitaria, no (nos) hacen falta. Esta idea está contemplada en el reconocimiento que al respecto hace el antropólogo venezolano Gustavo Martín (en el libro Las ciencias sociales): "...no existe...una necesaria continuidad entre la existencia y la realidad". Es más, Martín radicaliza su postura cuando a línea seguida, concluye: "Por el contrario, generalmente ambas -existencia y realidad- se oponen". Yo agregaría, una de las vías facilonas de existir es quitando ese "cable a tierra" que nos conecta con el "mundo de lo real". Liberados de cualquier conexión con la realidad, libremente podemos diseñar el modelo de "realidad" que queramos. Es memorable la anécdota que circuló en los años 80' -quizá aún se recuerde- en los corredores de las escuelas de economía estadounidenses (la citan Larroulet y Mochón en el texto Economía). La anécdota es esta, y con ella me despido:
"Con frecuencia se cuenta la anécdota de aquel alumno que interrumpió a su profesor en medio de una clase de Teoría Económica y dijo: '...perdone que le interrumpa, pero otra cosa sucede en el mundo real...', a lo que el profesor, sin dejarle terminar, le respondió: 'Señor Waldorf, debe usted recordar que el mundo real constituye un caso particular y por consiguiente, no necesitamos tenerlo en cuenta'".

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 


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