LA LÓGICA DE LA MISERIA

LA LÓGICA DE LA MISERIA

LA LÓGICA DE LA MISERIA


"YO NO NACÍ PA' POBRE; ME GUSTA TODO LO BUENO".
JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ (DE LA CANCIÓN TÚ Y LAS NUBES).

Cualquiera sea la referencia de la pobreza nos remite a una lógica explicativa. El "yo soy pobre pero honrado" explicita una supuesta naturaleza del ser configurado pobre. El pobre, por fuerza, por su pobreza, no puede practicar la honradez. El refrán recordado escatima la excepción de alguien en su aclaratoria escapada de la lógica estatuida: el pobre y la honradez no se toman la mano. Ambos se excluyen entre sí.

Hay un refrán pedantesco nombrando la pobreza. Es este: "Yo tengo dos defectos. Que aparte de ser pobre soy exigente". En términos de construcción de la idea es un oxímoron pues genera un nuevo sentido a la cualidad. Ser pobre es un defecto. Este defecto se remarca peor sí siendo pobre también se es exigente. Todo pobre lo es porque carece de exigencias. El buen pobre alcanza perfectamente el molde ideal hecho exclusivamente para él, si no exige. Si sabe o acepta la pobreza como la condición natural para no exigir. Un mal pobre, en este orden, sería un pobre exigente. Si ya como pobre es mal aceptado. Como pobre exigente sería, en la lógica que lo miserabiliza, un sujeto invivible e insoportable. La gente pudiente no podría aceptárselo. La exigencia se hizo para ella. Para los contrarios al pobre.

Las superpotencias mundiales, buscando ilustrar la acertividad de la idea expuesta, se sientan a negociar con los países pobres, en tanto y cuanto los representantes de esos países se comporten, en el acuerdo, como buenos pobres. Es decir, cualquier exigencia fuera de tono la echan a un lado para que el acuerdo con la superpotencia mundial se dé. Si no fuera así, si los representantes de los países pobres, exigieran, se dieran a respetar ante el superpoder, los acuerdos serían instrumentos societarios para que el país pobre dejara de serlo. Mas ocurre lo contrario. Por más acuerdos, alianzas, pactos e interrelaciones entre países pobres y superpotencias, se convierten en mecanismos reproductores de las debilidades y carencias propias de la pobreza social de los países no-ricos. Por ejemplo Venezuela. Desde el siglo pasado (años veinte) está lidiando con grandes transnacionales petroleras y el resultado no ha cambiado su mísera realidad de país con economía primaria-exportadora.

En el terreno discursivo el pobre (pobre colectivo o pobre personalizado), se le presenta como víctima. Los demagogos en sucesivos tiempos históricos, cuando arengan a la población pobre, la victimizan haciéndolo ver, mediante la retórica, como sujeto de una implacable explotación. Eso se lo vende una vez una generación de demagogos en un tiempo 1. Y transcurrido otro tiempo, otros demagogos le dirán lo mismo al colectivo pobre, y los demagogos discursivos, no habiéndolo sacado del papel de víctima, le reitera una vez más, un compromiso no cumplible a la larga de librarlo de pobreza, por la sencillísima razón de que los demagogos también son unos pobres con las mismas condiciones pobreriles, las cuales les impiden sacar al colectivo de sus misérrimas situaciones vitales, tornándose ellos muchas veces sin saberlo conscientemente, en vehiculizadores de nuevas pobrezas.

Probablemente previendo la impotencia y la ineptocracia de los "tocados por la historia" (llámese líder salvacionista, movimientos liberadores, instituciones humanitarias, democracias populares...) para "combatir" la pobreza terrena, Jesús de Nazaret se atrevió a anunciar esta peculiariadad: "Siempre tendréis los pobres con vosotros" (Marcos 14:7). Esta peculiaridad del Nazareno anunciada hace más de 2000 años -sin referirnos a los pobres de los tiempos antes de la era cristiana- devino más que una profecía, en una suerte de constante sociológica, pues la cual, en su tal perspectiva de constante, se ha constituido, sin importar la índole del sistema socioeconómico instaurado en las distintas sociedades, en el producto resultante de los procesos y las acciones humanas que se realizan en el despliegue material y no-material de la vida social total del sistema socioeconómico, sin importar, digo otra vez, su índole.

Con lo dicho hasta acá, entonces ¿qué es la miseria a todas estas?

Eludiendo el rocambolismo de las definiciones, puedo decir en cambio que la única miseria habida es la miseria humana. Aparte de la existencia humana no hay ningún ser biológico capacitado para miserabilizarse bajo ningún respecto. Es debido a los imposibilitismos, las colmataciones, las desventuras, las incompletudes, e inclusive, los triunfos personales no asimilados, inherentes a la rutina del vivir en este mundo signado -pertinente sea recordarlo- por escisiones básicas (familiares, amorosas, económicas...) que la miseria puede enquistarse.

Por haberse convertido la pobreza en un fenómeno persistente. Por no haber habido en la historia ningún Modo de Vida que no haya estructuralmente reiterado e incrementado el fenómeno, la pobreza devino en tema de estudio y unidad de análisis científico. Y dentro de esta línea, la miseria, el concepto derivado de su naturaleza, resulta muy útil para poder elaborar y poder trabajar teórica y empíricamente contra ese fenómeno que para la historia de los derroteros humanos, se nos aparece como irreductible...Casi como una maldición emanada de la Biblia.

Pero ¿por qué la conceptualización de la miseria nos podría dar una ayuda para entender y abordar la pobreza?

Hagamos el intento de satisfacer la interrogante.

La miseria, el concepto relativo a su esencialidad, sí es verdad que pudiera ser empleado como sinónimo de pobreza. En esta acepción, miseria implicaría escasez extrema, inopia desgarradora, ausencia al máximo de algún grado de bienestar. Igual, desde luego a la pobreza. Sin embargo, en otra acepción de mayor alcance de ideas, la miseria nos remite a los entes humanos (clase social pudiente, el partido gobernante, entidades dadoras de dádivas...) generadores, pese (o debido) al Poder detentado, de carestías y privaciones radicales. Sin duda esta última miseria es una miseria distante con mucho, a la miseria sinónimo de pobreza. Una miseria es estar atenazado de estrecheces fundamentales, y la otra miseria es crear miseria para, por ejemplo, sostener un statu quo. En esa realidad de la miserabilidad, unos son miserabilizados y otros son miserabilizadores. Al darse esto, inevitablemente arroja una lógica.

Configurada en lógica la miseria opera en ambos lados. En el lado de los carentes y en lado de los prolíficos de excesos. Para estos últimos la lógica les es funcional porque al lograr que el lado opuesto, el de los necesitantes, acepte la pobredumbre en la que sub-viven, éstos no único sub-vivirán -este detalle podría ser secundario en la macabra lógica-, sino que al admitirla, estarán sellando su debilidad como componente social.

De forma que esos discursos miserológicos emanados de los gobernantes prestos a tomar el Poder (Luis Herrera Campins en Venezuela ofreció en 1979 hacer "El gobierno de los pobres". Alberto Fernández en Argentina hizo lo suyo el 10/12/12, cuando en su discurso de Toma de posesión dijo que en su gobierno "Los pobres serían los únicos privilegiados" El partido MAS venezolano se inició electoralmente en 1973 con el eslogan increíble: "En el socialismo los pobres serán poder". Hay más casos pero los obvio por razones de espacio y tiempo) no son más que los instrumentos palmarios con que se valen las personas del Poder para dirigirse verticalmente (de arriba hacia abajo) a esos seres humanos sumidos en el barro movedizo de las precariedades.

La presente exposición quedaría incompleta si dejara sobreentendido los fundamentos operativos de la lógica de la miseria.

La lógica aplica en tres grandes esferas antropológicas. La económica, la sociológica y la espiritual-simbólica. 

Los representantes del Dominio saben -deben saberlo, pues para eso cuentan con la asesoría de sus economistas y de sus psicólogos sociales- que los pobres discurren sus existencias económicas obedeciendo a lo que denominó G. M. Foster en 1965 "El principio del bien limitado". Esto es, los pobres no les gusta destacar con algún objeto o con alguna persona que los ponga por arriba de sus congéneres. Un ejemplo está con la "muchacha de barrio" que tiene un novio foráneo al barrio y de cierta posición económica por encima de la de su sector. Si lo tiene, aunque lo vea a escondidas, debe soportar las murmuraciones de sus vecinos que no toleran el supuesto avance que esa relación supondría para ella. Otro ejemplo se da en esos miembros de equipos estudiantiles de bajo rendimiento académico. Ninguno de sus miembros se atrevería a procurar y a conseguir una alta calificación por no verse diferente al resto. El "bien limitado" en otras palabras, viene a representarle al pobre, esa moral con la que justifica y defiende su conducta antieconómica de no pretender nada que no sea lo básico aceptado. Cuando constitucionalmente en Venezuela se plantea como un derecho que el salario básico debe ser igual al monto de la cesta básica normativa, se puede tomar dentro de este principio legitimador de lo común-básico.

La pobreza no es nada más una realidad constatable. También en su devenir va generando la pobrería una serie de valores que diseñan una cultura que le es propia. El antropólogo estadounidense Oscar Lewis la identifica así : "Los seres humanos en la cultura de la pobreza son provincianos, viven en función de su ambiente inmediato y poseen un escaso sentido histórico. Quienes viven en esa cultura -observa Lewis- producen muy poca riqueza y reciben muy poco a cambio". No es tan difícil comprobar estas apreciaciones si ubicamos las "villas miserias", las chabolas, las favelas y los "cerros ranchificados" de las ciudades latinoamericanas en el contexto de la cultura susodicha. Cuando el Estado de los países latinoamericanos permite que un hombre pobre proveniente del campo con toda su familia, construya una barraca en un sitio visible, urbanamente hablando, supongamos en una colina, debajo de viaductos, al lado de autopistas, etcétera, deja claro que para él (el estado) ese hombre no es importante. Tampoco le importa la colina, la ecología, ni la buena vista urbana. Lo que le interesa, como instrumento de dominación, es que el señor con su familia, se integre concisamente a la cultura de pobre que lo espera con los brazos abiertos.

Finalmente tenemos el aspecto espiritual-simbólico. Este renglón se torna muy delicado en la perspectiva que todo lo tocante a Dios se respeta y no se discute. Pero la pretensión de esta breve exposición es extraer de la concepción religiosa imperante, de que ellas sirven de correas transmisoras de la noción de Dios afín a la lógica de la miseria, al colocar en el "consciente colectivo" de que Dios (y su reino) es un "Dios de pobres" (el budismo -valga agregar- como religión imparte la convicción de que los menesterosos de este mundo lo son para pagar karmas de existencias pasadas). En esta visualización acerca de Dios se completa el uso de la lógica en cuestión, puesto que se le confiere por la vía espiritual, una exaltación sublime a esa triste realidad terrenal llamada pobreza.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 


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