REFLEXIVAS (XV)

             

REFLEXIVAS (XV)

Citaré para operar con mi propia reflexión a tres grandes teóricos de la vida social ingrávida. La vida que nada más valida en busca de sustentarse y mantenerse en el espacio- tiempo que esta misma vida ha inventado, a través de referencias sustraídas de las insignificancias varias.

I

Jean Baudrillard:
"...cualquier distinción entre el bien y el mal [...] sólo (sic) vale estrictamente en el margen ínfimo de nuestro modelo racional".
Al margen de los modelos racionales, los humanos, gracias a estos dos fenómenos que en condiciones de procesos, se podrían tomar como inseparables, han podido conferirle peso y estima a sus existencias. Pero la importancia metodológica de los modelos racionales se debe a que merced a ellos los humanos pueden canalizar el pensar y el comportamiento ante el bien y el mal. Si el modelo de racionalizar toma las interacciones contradictorias que factibilizan Lo real, en el rango de la insoslayabilidad , entonces el mal desaparece como hecho efectivo y único, y solo queda el bien que siendo un impulso y una motivación, al hacerse operativo, generará irremediablemente, males. Es decir, la fuente de todo mal proviene de querer realizar un bien dentro de un modelo racionalizador.

II

Montado en la ola del bien y el mal, el médico psiquiatra Jesús de la Gándara, quien aparte de médico se desenvuelve en otras especificidades humanas, como hacer radio y hacer poética en la pintura y en la literatura, le revela al entrevistador César-Javier Palacios (sitio web El Asombrario, 14.10.25) que:
"Hay gente mala. Si la quitamos, el mundo mejora".
Siendo aún inexistente un "malómetro" o un "bondadómetro" en el mercado de los instrumentos de medición, tal buena intención expresada por este importante médico español, serviría en la vida ingrávida, (en la cual ciertas almas buscan, con desesperación en ocasiones, hacer o hallar algo que les dé peso), para que se materializara una suerte de cacería de gente mala, alimentando la idea que una vez cazada y exterminada esa gente, la pobre tierra donde vivimos y morimos, quedando limpia de los virus del mal, vuelva a ser vista en el rango de planeta alegre;
Algo semejante ensayó el dios bíblico, con consecuencias inútiles para la humanidad y para él mismo.

III

Y hablando del "dios bíblico", que sea fructífero acotar que este Dios al ser una invención del imaginario de la humana mente (made up in mind), igual que los dioses romanos, griegos, etc., la humana mente lo configuró con conductas típicas de las personas, por la la sencilla razón de que pertenece a las extremas imposibilidades que los humanos estén enterados de conductas radicalmente distintas a sus propias conductas de personas determinadas históricamente por posibilidades restringidas.

El enorme médico psicoanalista Carl G. Jung en el libro colectivo El hombre y sus símbolos, escribe con matiz enfático una idea acerca de este punto. Escribe Jung:

"...el hombre es incapaz de definir un ser divino".

Y no pudiendo definir un ser divino mediante divinidades, lo definirá, no tiene de otra, a través de los límites que Lo humano le permite.

Así el asunto, en la Biblia encontramos un Dios furioso con lo creado por él. Tanto es su furia que provoca un torrencial aguacero llamado diluvio, para darle finiquito a todo organismo que estuviera pisando la faz terrestre. Y luego de exterminarlo todo, con excepción de Noé y su Arca, entró en arrepentimiento inconsolable, y como consecuencia de este remordimiento, la Biblia recoge en el libro del Génesis (8:21) estas palabras:

"Nunca más maldeciré la tierra por culpa del hombre, pues veo que desde su infancia está inclinado al mal. Ni volveré a castigar a todo ser viviente como acabo de hacerlo".
Ahí, en esa brevedad comunicatoria, observamos que renuncia a la responsabilidad de enfrentar al mal, elevándolo con la renuncia a la distinción de invencible. Distinción que al tiempo de hoy continúa persistiendo.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

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