EL LUJO ÍNFIMO

    

EL LUJO ÍNFIMO 

"¿Resulta razonable definir el lujo? ¡Evidentemente que no! 
Y el motivo es que el lujo no tiene nada que ver con la razón". 
GILLES LIPOVETSKY/ELYETTE ROUX


A

En la pretensión de diferenciar al Hombre (versión femenina/versión masculina), el constructo zoon politikon (usado en la antigüedad filosófica griega y discurrido por Aristóteles) es muy útil porque suministra la idea de que aunque siendo animal, el Hombre puede pactar con los opuestos. Este rasgo resulta básico en la constitución almática del Hombre, pero cuando aparte de pactar, de llegar al acuerdo, con los sujetos considerados opuestos, también se plantea amarlos ("Ama a tus enemigos" exige la Palabra Crística), entonces, buscándolo o no buscándolo, con esa propensión, el Hombre se inicia en el terreno de los lujos, pues en grande manera "Amar al opuesto", se distancia de lo sustancialmente elemental.

B

"Amar al opuesto" obliga hacerse un concreto de pensamiento guiador, concerniente a qué debemos entender por "El opuesto", o si se quiere, por "El enemigo". El opuesto o el enemigo, será aquella persona verticalmente contraria a nosotros, con capacidad efectiva de hacernos daño. Daño en el grado de devastarnos en nuestros profundos adentros psíquicos y esprituales. Este tipo de daño proviene, haciéndose real, sólo en tanto no se espere de aquella o aquel que lo perpetró contra nosotros. Por ejemplo, nadie de los deportados de USA por las medidas (en aplicación) de Donald Trump puede estar moralmente aniquilado, debido a que las medidas eran esperadas si ganaba él las elecciones presidenciales. Más bien las medidas son digeridas por los afectados como "normales", pues las pone en ejecución una persona que carece de afectividad por la gente que, según sus apreciaciones, le toca ser expulsada de USA. En el orden del sufrir, duele, no las medidas contra los emigrantes, duele o daña más, haber emigrado de los respectivos países por estricta obligación, puesto que al emigrar se trastocó, entre otras cosas, la historia de querencias constituidas durante toda una vida en el territorio de origen dejado atrás. En el caso específico venezolano, los "diasporantes" huyen del territorio pese a que el Oficialismo y los Opositores "los aman". Y por ser "amados" tanto por unos gobernantes como por unos opositores, se alejan de Venezuela con un horrible dolor moral a cuestas. Algunos de estos migrantes quizá se acuerden, si es que alguna vez la oyeron, de la letra de esa canción compuesta por "El Jibarito" puertorriqueño Rafael Hernández Marín: "¡Ay amor, no me quieras tanto". Dicho todo esto de un trastazo: El contrario de los emigrantes no es Donald Trump. Los contrarios dañinos son los políticos paisanos que en sus respectivos territorios no han podido inteligentemente instalar un Sistema de producciones y unas modalidades de vivir relativamente decentes para la totalidad del componente humano.

C

Si las ideas de "El opuesto" o de "El enemigo" se localizan en campo de lo ambiguo, el Amor como idea, como referencia a significar, también (nos) está localizada en la ambigüedad. Amar a alguien o a algo, no siempre le ofrece a los amadores claridad de lo que están haciendo.

Buscando aportes sobre qué es eso "llamado amor", uno se consigue con una diversidad de conjeturas. Veamos.

De la filosofía se le abona a Platón esto: "Amar es amarse a uno mismo a través de otro". En la novela filosófica La Náusea, J. P. Sartre nos dice: "Amar a alguien es parte del plan de amarse a uno mismo". El filósofo psicoanalista J. Lacan no se queda muy lejos conjeturando el punto. Aporta esto: "Amar es dar lo que no se tiene a quien no se debe". En el plano del arte, el filme Loco y estúpido amor, protagonizado por Steve Carell, nos coloca la visualización de que para que los seres humanos se amen no hace falta sentimiento sino altos niveles de estupidez. Incluso, en otro filme de Carell, hay un personaje que afirma que "El amor no es un sentimiento sino una capacidad". En tal línea podemos inferir que hay gente con esa capacidad y hay otra gente incapacitada para amar. Quien trata lo que llamamos amor con suma displicencia es aquella canción de la intérprete española Cecilia (extinguida ya su vida), Amor de media noche. Ahí oímos que una dama le dice a su autocrática pareja: "Has comprado el silencio de mi voz con amor que no es nada más que amor". Es tanto el ambigüismo sobre el amor que se ha llegado a creer que lo que recibimos con amor no hay que agradecerlo.

D

Si se trata de ambigüedad, el amor como tema, como sentir, ocupa en el ambigüismo un puesto privilegiado, habida cuenta de que conduce a las personas que lo experiencian, que lo interiorizan, a materializar escenas reñidas con lo que comúnmente se espera de tal sentir.

"Qué triste es la vida cuando una persona le hace daño a otra", dijo la penalista Mónica Fernández en su programa televisivo Se ha dicho (16/02/2025, en Reposición, Televen), pero la vida es más que triste, cuando el daño a una persona emana de alguien que ama profundamente a la persona dañada. Que como papá o mamá le propinó una golpiza o un azotamiento al hijo (o la hija) hasta que perdió el conocimiento y se le afloraron los esfínteres. Hay papás o mamás que ni siquiera viendo a su amado descendiente desmayado en el suelo, cesan de castigarlo. En ocasiones, y los Medios y la RR.SS. dan reseñas de los sucesos, un amante (esposo, concubino...) le entra a machetazos, o a puñaladas al cuerpo de su amada hasta que esta pierde la vida, viéndolo como la mata.

Debido, pues, a que el amor no representa ninguna garantía para esclarecernos el pensamiento y la razón, cuando sintamos que amamos, nos corresponde a la par, entrar en sospecha de uno mismo, ya que uno poseído por las difusidades que el amor contiene consigo, pudiera ser llevado a realizar actos peores que los actos que se hacen cuando en vez de amar odiamos.


Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

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