PASEOS EN EL REPOSO - 43

 

PASEOS EN EL REPOSO - 43

Uno de los tantos daños al ego de uno, o mejor, al ego al cual pertenecemos, cuando accedemos a alguna realidad, o a algún nivel o algún grado de realidad, consiste en que las cosas (o la cosa) que se percibía(n) bien parada(s), con el acceso tenido a la realidad, se vean al revés. Es decir, que en vez de estar de pie la cosa o las cosas, ésta o éstas, estaban de cabeza. Este trastocamiento o trastornadura del orden con que nos habituamos a ver la vida y hacer vida, sirve de rémora para que nos motivemos a ir más allá del rigor impertérrito de lo apariencial. Oscar Wilde en el prefacio de El retrato de Dorian Grey advierte al respecto: "Quien quiera ir más allá de las apariencias, lo estará haciendo bajo su propio riesgo". Aunque la gente no haya leído tal advertencia, se conduce y conduce su existencia respetando lo que hay detrás del velo que (nos) protege de la realidad. Afirmar dentro de este contexto que la realidad es una relación ahorrada, que vivimos ahorrándonos realidades, no reviste ninguna exageración.

Siendo, pues, la tendencia general humana a no interesarse por referencias reales, ya que éstas de alguna manera u otra, contienen el poder de alterar la zona confortable de las personas, esta tendencia deviene en necesidad, en casi un requerimiento, para que se establezcan los nexos sociabilizadores en pos de que opere funcionalmente la vida en común. Bajo esa luz, nadie puede pretender hacer amigos o compañeros, por ejemplo, si asume una actitud contraria a la tendencia. Alguien que exigiera "realidades", o en su defecto, las suministrara, en una relación de amigos o compañeros, siguiendo con el ejemplo, la propensión a quedarse solo sería inevitable. Oscar Wilde, arriba nombrado, en este aspecto, también hace una aclaración pertinente. Léala, por favor: "El primer deber en la vida es ser tan artificial como se pueda. Cual sea el segundo deber es algo que nadie ha descubierto hasta el momento".

El tema de la realidad se toca desde muchos ángulos. Desde la antropología Gustavo Martín, venezolano, hace este hincapié: "...no existe... una necesaria continuidad entre la existencia y la realidad. Por el contrario, generalmente ambas se oponen". Es decir, se puede existir de lo más tranquilo sin ocuparnos en nada de esa peculiaridad llamada "realidad". De que ambas entidades (existencia y realidad) no se toquen, dependerá de las actitudes particulares que un individuo personal o un colectivo individual, ponga en escena. Por su parte, la red societal (dada dentro del modelo social patógeno beneficiado de esta separación) le brinda a los seres humanos sumidos y suspendidos en el embeleso del existir sin pautas provenientes de la realidad habida, un conjunto de mecanismos de corte semiótico a la par que ideológico, para que sustituyan la vital ausencia con ellos. De los varios mecanismos circulantes, sólo tomo uno por ser el más posicionado en la mente estándar de la población, cualquiera sea el país en donde estemos. Me refiero al fenómeno nombrado "maniqueísmo". ¿Ha oído de él?

El maniqueísmo (apareció en el mundo en el siglo III de la actual era) representa la posibilidad de que asumiéndolo, miremos y tomemos las cosas circundantes así como a las personas, en calidad de opuestas entre sí. Unas son malas y las otras son buenas. De que sean buenas o malas se supedita al criterio subjetivo de quien o quienes las declaren buenas o malas. Así, obedeciendo a la dualidad, el que existe sin realidades, dividirá el mundo en parámetros simplificadores en los cuales los elementos institucionales, grupales y personales, serán colocados, unos en las coordenadas del mal y otros en las coordenadas del bien. Toda esa gente que a diario se mata, se agrede, se separa para siempre como derecha/izquierda, gobierno/oposición, capitalistas/socialistas, etc., lo hace irreflexivamente bajo los efectos letales del maniqueísmo . Y mientras no se aperciba este programa divisionista de los seres humanos en su significado y en su alcance, devastadores, la realidad seguirá ahí, tapada, oculta, sin que le haga falta a nadie.
Y a todas estas, ¿la realidad será perceptible? ¿Podrá haber explicaciones sobre ella que la hagan digerible? En la próxima entrega trataré de mostrarle que sí. Muy pendiente, ¿eh?

Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 

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