PASEOS EN EL REPOSO - 32

 


PASEOS EN EL REPOSO - 32

Los chistes son tales porque el humor los hace posible. El humor a su vez está orientado a sacarle al menos una sonrisa a la personas a quienes va dirigido a través y de algún medio (filmes, rrss, tv...).
Pero el humor en su fin último por ser trabajado por gente pensadora y sonriente, más bien busca que los receptores del humor, mediante el mensaje humorístico elaborado, accedan a niveles de razones y razonamientos de mayor envergadura que las racionalidades cotidianas.

Como todo en nuestra humana vida, el humor presenta variaciones muy bien definidas. Como no se trata aquí de desplegar un discurso humorológico acerca del punto, únicamente nombro dos. Uno es el humor spleen (humor negro cultivado por los anglos) y el otro, el humor pedagógico-orientativo, muy poquito desarrollado porque entre otras causas, los intereses ideológicos detrás de los Mass- Media (medio de masas) lo menos que les importa es la evolución educacional de sus consumidores.

Por el lado del humor spleen, quienes lo desarrollan pretenden, apoyándose en el cinismo cruel, que las personas capten la ridiculidad del mundo y su gente y de la gente y sus cosas. Por ejemplo, el Diccionario del Diablo hecho por un gringo recalcitrante (Ambrose Bierce, servidor de las tropas rebeldes de Pancho Villa), da un concepto spleen del hombre casado cuando en el vocablo Bruto en vez de encargarse de su definición, brevemente coloca: Ver Marido.

Acerca del humor que enseña. De ese humor didáctico cuyas elaboraciones nos ofrecen valoraciones edificantes, le dejo dos chistes como ejemplo. Quizá ya los ha oído. El primero lo leí en aquella revistica histórica llamada Selecciones, y el segundo lo contaron en un salón-clase universitario. Estos son:

PRIMER CHISTE:
Van dos amigos a desayunar. Uno de ellos, de nacionalidad nipona, invitó.
Desde que llegaron al establecimiento, el invitado notó que el buen trato que su amigo le daba al dependiente del sitio, no era correspondido por éste. A los amables "buenos días" del referido, el dependiente, sin mirarlo siquiera, pronunció un "gracias" seco. El "qué quiere", fue igual. Cuando les llevó el desayuno a la mesa su conducta fue indiferente como indiferentes fueron las respuestas relativas a su esposa, a sus hijos y a su mascota, que con amabilidad le hacia el entusiasta nipón.
Ya desayunando, el amigo invitado, intrigado por lo presenciado, le manifiesta la extrañeza de la conducta gentil de uno ante la despección del otro. El amigo le aclara su comportamiento para que ser bien entendido, evitando que su amigo lo tome por tonto o por despistado. Esto dijo:
"Mi actitud ante las personas es siempre así: amena y caballerosa. Mal podría yo modificarla porque tal o cual persona no sea igual conmigo. 
Con este señor que como tu viste es casi una cosa empedrada, yo me hago más consecuente con mi actitud para dejar constancia de que no dependo de los demás para poner en práctica mis valores personales".

SEGUNDO CHISTE:
También de dos amigos.
Luego de 18 años sin saber del otro, dos amigos se topan casualmente en un Centro Comercial. Impactados por la emoción ambos acuerdan tomarse un cafecito para no dejar pasar la oportunidad casual de verse.
Instalados en una cómoda mesita del primer café que divisaron en el Centro Comercial, inician su conversación.
El más impactado de los dos, de pronto le dice al otro:
-¡Caramba!, mi sorpresa no sólo es por verte, que ya es mucha, sino que también me sorprende lo poquito que has cambiado. Estás casi igualito a cuando te de dejé de ver la última vez. En cambio yo, fíjate, he engordado, respiro con dificultad y luzco más viejo que la edad cumplida. ¿Cómo has hecho? ¿Tienes algún secretico?
El amigo, tratando de ser lo más sincero posible, sonriente le confiesa:
- Bueno, a decir verdad, si es que tengo algo que me favorezca, es que evito caer en alegatos y discusiones con las personas que trato; tanto las de la casa, incluyendo a mi compañera sentimental, como a las demás personas de afuera. Y no discuto porque en poco o en mucho, les doy la razón.
Esto no le gustó a su amigo, quien replicó.
-Un momento, chico. Creo que estás ahí equivocado. Desde mi punto de vista no hay que omitir lo que uno piensa. Hay que ser directo con la gente, quienquiera que ésta sea, y plantearle la opinión de uno, de frente.
Cuando terminó de explicarse en sus consideraciones al respecto, el otro amigo, mirándolo tranquilamente a los ojos, le dijo:
- Amigo, eso que tú afirmas es cierto. Tienes mucha razón. Lo tomaré en cuenta.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 



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