"El dinero es redondo. Se va rodando".
Sholom Aleichem.
De ordinario se suele conceptuar el dinero -inclusive muchos economistas lo hacen- usando la manera como los infantes "conceptúan" las cosas: citando una función (principal) de las cosas. "Tal cosa es para...". Así, infantilmente, "conceptúan" al papá, la mamá, los útiles escolares, etc.
En esa perspectiva utilitarista las concepciones sobre el dinero, ya no por infantes, priman su uso en detrimento del concepto apropiado según la estructura (o forma) inmanente a su realidad material.
El consumidor en tanto demanda, realiza su papel en el mismo acto de la compra. Ora, haciendo suyo el bien, ora, disfrutando efectivamente el servicio. Mas por el lado de la oferta, la venta a secas no le permite la realización. Todo dependerá, para el registro de la ganancia de la modalidad de pago. Si fue en dinero físico o si fue en dinero no-físico. En una economía más o menos saneada, el precio cancelado en dinero material podría ser menor a si la operación se efectuó con dinero plástico. En economías derrumbadas como la economía venezolana, el recibimiento en efectivo no únicamente no modifica el precio a la baja, sino que representa todo un tema de acuerdo con la moneda emitida por el comprador al adquirir el bien o disfrutar del servicio.
Con lo anterior busco significar la diferencia habida entre el acto de comprar y el acto de vender. Este acto sería más peliagudo si la compra se hace en términos de crédito para pagar lo comprado a plazos (fijos o variable). Pero ignoremos tantas variables en pos de la inteligibilidad del concepto tratado. ¿Sí?
La realización de la venta, esto es, el hacerse efectiva la ganancia, viene determinada por la solidez cuantificable del dinero usado en las transacciones. De las funciones del dinero (medio de pago, unidad de cuenta, instrumento para descargar deudas y obligaciones...) la función sobresaliente porque le reconoce su carácter estructural, es la función de ser medida de valor, pues en tanto valor, el dinero, sin importar si es tangible o intangible, proyecta a quien lo recibe en la compra -o por cualquier otro concepto- al tiempo futuro, o para respetar las especificidades, al tiempo económico y económicamente futurible. Si el dinero recibido no nos remite al futuro, no nos remite a escenarios en los cuales no se le pueda extraer rentabilidad, tal dinero dejaría de considerarse como tal por no cumplir con la estricta definición de lo que en el mundo de las producciones se entiende por dinero. A saber "El dinero no es sólo una mercancía más, sino que como mercancía le toca desempeñarse como la equivalencia universal de todas las mercancías, producidas y producibles".
Por ello, para estudiar el dinero, para entenderlo y explicarlo, es un requisito estrictamente metodológico, estudiarlo como una Forma de valor porque todas las demás formas pueden ser expresadas a través de la forma equivalente general que como dinero contiene.
Los países productivos (países que por evolución han abandonado las infancias ideológicas y se han dedicados a enseriarse), los bloques económicos de punta, las economías productivistas propiamente dichas, basan sus estrategias a plazos en el fortalecimiento de sus monedas ya que han comprendido que de la confianza que ellas emanen, los grandes negocios, las grandes rentabilidades y las grandes expectativas exitosas, siempre la tendrán al alcance de la mano. No será así, si la moneda que se tiene tiende a ser sinónimo o indicador de bancarrota estructural.
Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET
Magíster en Gerencia UNET
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