REFLEXIVAS (XV)

REFLEXIVAS (XV)

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REFLEXIVAS (XV)

Enseguida le expondré pensamientos e ideas con comentarios previos. Lo de mi propio pensar lo identificaré, como debe hacerse, no poniéndole comillas.

● Entiendo en algún grado la idea de "autoridad efectiva" manejada por el psicoanalista belga Paul Verhaeghe porque una señora costurera para que una gigantesca perra siberiana que tiene, evitando a que se meta a su taller de costurería, y le tumbe y le desordene sus cosas para trabajar, como lo ha hecho en algunas ocasiones, le muestra una pequeña reglita multicolórica. Con solo mostrársela amenazantemente, la corpulenta animal corre espantada hacia un lugar donde la reglita no la alcance. Sorprendido le dije la vez que vi asustada a la perra de Siberia con la reglita, que cómo era posible que semejante perra se asustara con tan pequeño objeto. La señora me confesó el secreto, aclarándome:

"Sólo se lo muestro. El día que cometa el error de pasar de la amenaza a los hechos, hasta ahí termina el respeto que le tiene a la reglita o a las coloraciones brillantes que de la reglita salen".

Lejano a ese tipo de experiencias hogareñas, supongo yo, el psicoanalista Verhaeghe asume conceptualmente la Autoridad de esta manera:

"No se tiene autoridad sino a condición de no hacer uso de su poder".

●● Se nos ha tornado perentorio dentro de una vida signada por fenómenos maravillosos como la hiper-realidad, la realidad ingenua, la realidad sucia, la post-verdad, "la era del vacío", "el imperio de lo efímero", etc. asumir con alguna seriedad, o con la posible seriedad que podamos tener a nuestro alcance, el asunto de la realidad y de lo real, porque si no se asume con el debido tiempo, el asunto de la realidad y de lo real con la transcurrencia de éste, del tiempo, cada vez será más cercano en tanto asunto, a los asuntos ambiguos, etéreos y sobre todo, abstrusos -o sea, recónditos.

Ya estamos advertidos por el mismo Albert Einstein cuando socarronamente dice acerca de la realidad:

"La realidad es una ilusión... Aunque más persistente".

Y es más persistente que otras ilusiones pues estas casi desaparecen apenas aparecen. Sus brevísimas presencias se desfiguran en la nada porque la lógica cerebral las rechaza de inmediato. Pero si un cerebro fue, en su evolutiva, configurándose con delineaciones estructuradas de acuerdo a unas imágenes tomadas como "reales", muy difícilmente el sujeto portador del cerebro caerá en cuenta de que eso que él llama "real", nada más es una ilusión entre otras.

Mire lo afirmado por Edgar Morin:

"La Biología del conocimiento nos muestra que no hay ningún dispositivo, en el cerebro humano, que permita distinguir la percepción de la alucinación, lo real de lo imaginario".
Al respecto, buscando puntualizar el asunto de la realidad, la socióloga venezolana María Sol Pérez Schael cita en una obra suya acerca del petróleo y la cultura a Rupert Riedl (libro Biología del conocimiento). Observa Riedl:

"La realidad es, como nos la muestra la psicología social, una construcción social y cada sociedad determina qué es verdadero en su realidad".

De modo que si usted quisiera vivir prevenido frente a un mundo que no existe sino en las construcciones lógicas de los que diseñan y establecen, mediante el Poder que poseen, lo que es real, simbólico e imaginario, debe buscar, según sus medios, aportaciones humanístico-científicas, en teorías y en métodos, direccionadas a arrojar luces sobre tan engorroso asunto.

●●● La Caja de Pandora y Pandora misma, en la mitología gozan de variadas versiones. Yo tomo la versión que imprimió el Diccionario enciclopédico Larousse de 1992. Ahí se dice que la Caja de Pandora (en otra versión es una vasija) contenía todos los males, y su esposo, Epimeteo, hermano de Prometeo, cometió la imprudencia de abrirla, y dándose cuenta que los males se esparcían, uno de los dos -la versión no aclara pero qué importa- pudo cerrar la caja quedando resguardada en el fondo la Esperanza, la cual, en otras versiones, es un bien de los tantos que convivían encajonados con los males.

Independientemente de lo que sea la Esperanza, en tanto tal sirve para atrapar a una situación física o espiritual adversa, a las personas involucradas, quienes incluso más allá de lo último, se aferran a la Esperanza. O mejor dicho, como esperanzarse es una actitud muchas veces sin soportes reales, la gente sufriente por la situación adversa, se aferra a una Esperanza, cualquiera sea. Frecuentemente la Esperanza, se cree, se espera, que provendrá de lo inesperado o de un evento imprevisto sobrevenido.

Hoy en la tierra con tantos males y bienes que se interactúan y se intercondicionan entre sí, al extremo que los males son vistos y tomados como males y los males, no quedándose atrás, son vistos y tomados como bienes, parece que los humanos discurren sus existencias en una Caja de Pandora. Ahí en esa enorme caja cuando muere una Esperanza (siendo un mal o siendo un bien), nace otra Esperanza, y así. El mundo humano en su Caja, sin caer en excesividades, se le puede estimar como un mundo cautivo en Esperanzas sucedáneas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (III)

● Hay dos tipos de esclavos. 
El esclavo por convencionalidad producto de las deudas o por botín de guerras, y el esclavo natural, que es aquel que no es capaz de dirigir su propia vida.
Idea inspirada de la lectura Sobre la esclavitud, escrita por Aristóteles.

● "Descubre la esclavitud más denigrante: ser esclavo de uno mismo. Errar en decisiones y depender de otros nos convierte en prisioneros de nuestra propia vida".
ALBERT BARRA, Directivo hotelero.

A

Desde luego, este Escrito no va dirigido a quienes experiencian en sus vidas alguna dependencia personal, pues no es menester que esta tipología de personas dependientes lean (u oigan) algo referido a su condición de dependientes, al menos que aquella persona de la que dependen, les inste a leer (u oír). Siendo así, útil son las palabras de Aristóteles cuando expone que los esclavos aunque entiendan razones, no se apropian de la Razón. Apropiarse de la Razon conduce, en condiciones más transcendentes, a enfrentarse uno a un mundo donde ser Libre constituye el reto fundante en la épica de hacerse Hombre (versión femenina o versión masculina), entendiendo Hombre como uno de los conceptos adversos, negatorios, de dependencia o de esclavitud.

En la edad antigua, signada por el régimen socio-económico del esclavismo, muchos guerreros derrotados en las batallas, optaban por la muerte antes de pasar a convertirse en esclavos de los vencedores. Para esos guerreros ser Hombre era un impedimento para pasar a la categoría de esclavos, de depender de la voluntad de otro humano. Hoy día se opta por ser dependiente de otro por el miedo que implica vivir en libertad (ojalá se contacte con el libro de Erich Fromm, Miedo a la libertad).

Al no querer alguien, por imposibilitismos mentales o por taras congénitas, acceder a la esfera de las responsabilidades humanas, donde la responsabilidad individual suprime la posibilidad de disculparse uno culpando a los demás, entonces no queda sino la obertura de entregarle sumisamente la voluntad a otra voluntad que hará el papel de decisora.

B

No quisiera terminar por ahora el tema de la dependencia personal, sin aportarle dos tipificaciones del fenómeno.
Si usted se ha ocupado con una seria preocupacion de su autonomía en tanto persona inserta en un marco social altamente exigente y competitivo, en el que la confianza, la credibilidad y, sobre todo, el respeto hacia uno hay que ganárselos, por la sencilla condición de que nadie en el marco de las exigencias y competitividades los regala, corre el riesgo de que haya la propensión en usted de colaborar con otras personas para que alcancen su propia autonomía. Si es así, déjeme decirle, y ojalá (me) disculpe la intromisión, de que hay la probabilidad de que uno de los seres humanos conocidos suyos sí tenga la impulsividad genuina y excepcional de jubilarse del mundo de los dependientes (emocionales, pasionales, sentimentales, intelectuales...), pero la mayoría de ellos, como una inmensa mayoría de almas terrestres, lo que demandan es conseguirse al Hombre (no importa sí es mujer o varón) que les resuelva, aunque sea mínimamente la traba psíquica representada por la indecisión estructural, consecuencia ésta de sus incompletudes, dudas y miedos, que por no poderlos hacerle frente y vencerlos en la relatividad de los márgenes reales, han arrastrado durante toda la vida. Todo este peso insoportable de a poco convirtió a la mayoría de almas terrestres en esclavas de sí mismas, requisito inobviable para acceder a otra alma bajo la necesidad de que las direccionen y las gobiernen.

C

Voy con la primera tipificación.

EL DEPENDIENTE PASIVO:

Esta clase de dependiente ha hecho de lo irresoluto su manera de comportarse y de presentarse ante los demás. Sigue sin chistar las indicaciones dadas por el que funge ser su tutor o rector (papá, mamá, hermano, pareja sentimental, amigo...). Por la fuerza irresoluta que gobierna al alma dependiente, de ordinario no realiza correctamente lo ordenado. Mas las fallas cometidas no van al otro, el que lo gobierna. En la pretensión de hundirse con mayor profundidad en la dependencia, el dependiente pasivo se culpa a sí mismo, incrementando su autodesprecio, al punto de desear, y a veces lo solicita abiertamente, que se le impongan castigos. Conocí el caso que el espécimen de dependencia pasiva, una bella chica ella, le rogaba a su novio de que la sobara (la golpeara físicamente). Como éste por respeto a la dignidad universal a lo humano, no la complacía, animalmente terminó por dejarlo y buscarse otro rector o tutor que sí la golpeara. En términos precisatorios, el dependiente pasivo es el dócil clásico. Son vistos en calidad de borregos.

EL DEPENDIENTE AGRESIVO:

Este dependiente es igual o peor que el otro. Depende del otro totalmente. El otro le administra el dinero, le señala la ropa y los zapatos a usar, sólo ve películas que el tutor ve, jamás trata a nadie si el otro no le da el visto bueno. Prácticamente ser dependiente de otro le ahorra el esfuerzo de resolver algo. Esto naturalmente no le otorga garantías de que lo que teledirigido hace, lo haga bien, sólo que si le resultan mal las cosas, no se culpa a sí, sino que el peso de la responsabilidad corre por la cuenta de aquel que conduce su amarga existencia. Buscando cobrarle el error no le habla por días o semanas. Por días o por semanas se le pierde, y perdido (o perdida) hace travesuras que acumulándose le destruyen la escasa vitalidad de perpetrar acciones por sí mismo, y esto le incrementa la necesidad de esclavizarse de nuevo, bien con el tutor de siempre, bien con un nuevo y esperanzador tutor.

Huelga decir que ambas dependencias son horrendas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD (II)

"...la satisfacción que se espera de las relaciones, precisamente porque no han resultado plenas... el precio de la satisfacción que producen suele considerarse excesivo...".
ZIGMUNT BAUMAN

Lo incierto, lo dudoso, lo inestable, constituyen elaboraciones materiales e ideáticas movedizas en la vida pesada de las gentes, cuyas gravedades hacen que los participantes de las distintas interacciones humanas, concurran a ellas bajo el signo de la vacilación, y no es para menos, porque ninguna de las interacciones humanas (comerciales, matrimoniales, académicas, deportivas, proselitistas...) se da fuera de los marcos de las expectaciones y de las ansiedades, propias de la inseguridad, o si se prefiere, propias de que nada en la humana vida es seguro. En otras palabras, desenvolverse en el mundo hecho por los hombres (mujeres y varones), exige una preparación semejante y ¿por qué no?, superior, a la preparación detentada por los depredadores y sus hipotéticas víctimas en las junglas, los ríos y sabanas, cuando salen a exponer sus organismos todos los días, al acto final de la devoración.

Y al haber en el conjunto de la gente, una infinidad de personas que por causas genéticas y caracteriales, no cuentan con el stock de habilidades y de competencias mínimas indispensables, para un enfrentamiento más o menos exitoso en el hábitat denso e inseguro del mundo en el cual discurren sus existencias sociales, se ven en la obligación, por un lado, de reconocerse en gran forma y grado (muy) dependientes, y por otro lado, generar y pulir la visión que le permita identificar a ese individuo (mujer o varón) que le ha de servir de apoyo, y del cual, le guste o no, inexorablemente dependerá. Esto se cumple en el mejor de los casos, debido a que hay una concienciación que permite el autoreconocimiento de la carencia y de una percepción inteligente de captar el posible candidato ayudador dentro del entorno. Pero cuando no es así, las personas ineptas en sus desempeños particulares, conducen sus vidas a los abismos psíquicos, que como ya sabemos, se diferencian de los abismos físicos porque éstos tienen fondo, y los psíquicos no. En los abismos psíquicos, llamados bohemiamente "huecos del alma", jamás los sujetos que caen, consiguen un piso donde caer (o estrellarse). Es más, los sujetos cayentes, víctimas de las incertidumbres, tanto duran cayendo que por razones inexplicables, terminan por perder la noción o la sensación de que caen. O sea, naturalizan la anormal caída bajo el rigor del infinito no sentido.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD

LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD

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LA DEPENDENCIA PERSONAL Y SU GRATUIDAD

"Cuando muere la dependencia emocional nace la libertad". 
KATHARTIKO

A

La autonomía de la persona constituye un tópico en el seno de las vidas humanas muy atrincado, pues se puede hallar en grados aceptables en un orden de la vida pero en otras, la autonomía, como no se busca o no se valoriza en su plenitud por causas de enrevesamientos psicológicos y existenciarios, pudiera darle paso, más bien, a realidades humanas contrarias a la autonomía, como por ejemplo, a servidumbres, a esclavismos (de nuevo cuño), o a dependencias simbióticas de alta calibración.

B

Siendo la Dependencia el rasgo compartido por un esclavo o un siervo (también hay rasgos diferenciantes entre uno y otro), marca una extrema utilidad para quienes no están atrapados en alguna hermética y oprimente relación de Dependencia de algún tipo, que los casos de esclavitud y de servidumbres, aunque históricamente pertenecen a tiempos del pasado, todavía se dan, pero ya no, desde luego, en las mismas formas históricas, sino que al ser neo-esclavos y neo-siervos, por llamarlos de alguna manera, el fenómeno de la Dependencia que es el que los ensambla y los hermana, surge con la misma intensidad que en sus formas previas, logrando que los que padezcan la Dependencia de alguien hacia sus personas, al igual que quienes sean dependientes, daños existenciales, a menudo irreparables.

C

En el marco de la primera modernidad y del capitalismo industrial, donde cada quien conocía lo que le iba a ocurrir en su particular biografía, habida cuenta de que la economía, las profesiones, los oficios generaban status y roles muy bien definidos y muy bien mantenidos en el el despliegue general de la sociedad y el despliegue individual de los miembros de la sociedad, la personalidad dependiente no presentaba mayores inconvenientes, porque la familia, para poner algún ejemplo, con ese hijo poco decididor de sus cosas, o el círculo social, para nombrar otro ejemplo, con esos integrantes irresolutos, tenían esquemas de comprensión que "naturalizaban" o "normalizaban", los temores y miedos de tales tipos de personajes. Y a este tipo de personajes medrosos y pacatos, siempre tenían a alguien (padre, madre, amistad, etc.) que se ocupaba con gentileza comprensiva, de suministrarles consejos, advertencias y moralejas, con los que se sentían acompañados, agradeciendole con todo el cariño, haberlos tomado en cuenta. Tales atenciones contribuían para hacerlos más dependientes con la debida sumisión implícita.

D

Habiendo consumido tanto tiempo la primera modernidad como el capitalismo industrial, desde los últimos años del siglo XX y todo lo que ha transcurrido de este siglo XXI, estas referencias descriptivas le han dado paso a nuevas referencias, tales como el capitalismo post-industrial y a la post-modernidad.

Pensadores conspiscuos de la talla de Milan Kundera y de Zygmunt Bauman, buscando el modo de hacernos ver que el tiempo histórico no pasa en vano, uno, kundera, toca la distinción de la vida pesada de antes y la vida leve de ahora. El otro, Bauman, prefiere, inspirándose, supongo yo, en la expresión de Engels-Marx, "Todo lo sólido se desvanece en el aire", le abre a sus lectores la idea de que pasamos, sin vuelta atrás, del capitalismo pesado y la modernidad sólida al capitalismo liviano y a la "modernidad líquida".

Con estas macro-transformaciones societales, la minúscula existencia de la gente de naturaleza psíquica dependiente, se les ha agrandado el infortunio de sus vidas, ya que la peculiaridad de lo Posmo, consiste precisamente en no brindarle a nadie ni a nada (ni en lo económico, ni en lo político, ni en lo profesional, ni en lo cultural, etc.) algo que no sea dudas e incertezas. O sea, en la era de las incertidumbres vitales, el dependiente, el que no puede optar a nada por sí mismo, el que no tiene ya nadie que le ayude a balancearse en el globito de aire que hace que flote en un todo vaciado de realidades concretas, porque todo se (le) presenta licuado, fluyente y sin dirección prefijada, hará de su experiencia de existir, una desventura de la cual no tiene escapatoria posible.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

EL LUJO ÍNFIMO

EL LUJO ÍNFIMO

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EL LUJO ÍNFIMO 

"¿Resulta razonable definir el lujo? ¡Evidentemente que no! 
Y el motivo es que el lujo no tiene nada que ver con la razón". 
GILLES LIPOVETSKY/ELYETTE ROUX


A

En la pretensión de diferenciar al Hombre (versión femenina/versión masculina), el constructo zoon politikon (usado en la antigüedad filosófica griega y discurrido por Aristóteles) es muy útil porque suministra la idea de que aunque siendo animal, el Hombre puede pactar con los opuestos. Este rasgo resulta básico en la constitución almática del Hombre, pero cuando aparte de pactar, de llegar al acuerdo, con los sujetos considerados opuestos, también se plantea amarlos ("Ama a tus enemigos" exige la Palabra Crística), entonces, buscándolo o no buscándolo, con esa propensión, el Hombre se inicia en el terreno de los lujos, pues en grande manera "Amar al opuesto", se distancia de lo sustancialmente elemental.

B

"Amar al opuesto" obliga hacerse un concreto de pensamiento guiador, concerniente a qué debemos entender por "El opuesto", o si se quiere, por "El enemigo". El opuesto o el enemigo, será aquella persona verticalmente contraria a nosotros, con capacidad efectiva de hacernos daño. Daño en el grado de devastarnos en nuestros profundos adentros psíquicos y esprituales. Este tipo de daño proviene, haciéndose real, sólo en tanto no se espere de aquella o aquel que lo perpetró contra nosotros. Por ejemplo, nadie de los deportados de USA por las medidas (en aplicación) de Donald Trump puede estar moralmente aniquilado, debido a que las medidas eran esperadas si ganaba él las elecciones presidenciales. Más bien las medidas son digeridas por los afectados como "normales", pues las pone en ejecución una persona que carece de afectividad por la gente que, según sus apreciaciones, le toca ser expulsada de USA. En el orden del sufrir, duele, no las medidas contra los emigrantes, duele o daña más, haber emigrado de los respectivos países por estricta obligación, puesto que al emigrar se trastocó, entre otras cosas, la historia de querencias constituidas durante toda una vida en el territorio de origen dejado atrás. En el caso específico venezolano, los "diasporantes" huyen del territorio pese a que el Oficialismo y los Opositores "los aman". Y por ser "amados" tanto por unos gobernantes como por unos opositores, se alejan de Venezuela con un horrible dolor moral a cuestas. Algunos de estos migrantes quizá se acuerden, si es que alguna vez la oyeron, de la letra de esa canción compuesta por "El Jibarito" puertorriqueño Rafael Hernández Marín: "¡Ay amor, no me quieras tanto". Dicho todo esto de un trastazo: El contrario de los emigrantes no es Donald Trump. Los contrarios dañinos son los políticos paisanos que en sus respectivos territorios no han podido inteligentemente instalar un Sistema de producciones y unas modalidades de vivir relativamente decentes para la totalidad del componente humano.

C

Si las ideas de "El opuesto" o de "El enemigo" se localizan en campo de lo ambiguo, el Amor como idea, como referencia a significar, también (nos) está localizada en la ambigüedad. Amar a alguien o a algo, no siempre le ofrece a los amadores claridad de lo que están haciendo.

Buscando aportes sobre qué es eso "llamado amor", uno se consigue con una diversidad de conjeturas. Veamos.

De la filosofía se le abona a Platón esto: "Amar es amarse a uno mismo a través de otro". En la novela filosófica La Náusea, J. P. Sartre nos dice: "Amar a alguien es parte del plan de amarse a uno mismo". El filósofo psicoanalista J. Lacan no se queda muy lejos conjeturando el punto. Aporta esto: "Amar es dar lo que no se tiene a quien no se debe". En el plano del arte, el filme Loco y estúpido amor, protagonizado por Steve Carell, nos coloca la visualización de que para que los seres humanos se amen no hace falta sentimiento sino altos niveles de estupidez. Incluso, en otro filme de Carell, hay un personaje que afirma que "El amor no es un sentimiento sino una capacidad". En tal línea podemos inferir que hay gente con esa capacidad y hay otra gente incapacitada para amar. Quien trata lo que llamamos amor con suma displicencia es aquella canción de la intérprete española Cecilia (extinguida ya su vida), Amor de media noche. Ahí oímos que una dama le dice a su autocrática pareja: "Has comprado el silencio de mi voz con amor que no es nada más que amor". Es tanto el ambigüismo sobre el amor que se ha llegado a creer que lo que recibimos con amor no hay que agradecerlo.

D

Si se trata de ambigüedad, el amor como tema, como sentir, ocupa en el ambigüismo un puesto privilegiado, habida cuenta de que conduce a las personas que lo experiencian, que lo interiorizan, a materializar escenas reñidas con lo que comúnmente se espera de tal sentir.

"Qué triste es la vida cuando una persona le hace daño a otra", dijo la penalista Mónica Fernández en su programa televisivo Se ha dicho (16/02/2025, en Reposición, Televen), pero la vida es más que triste, cuando el daño a una persona emana de alguien que ama profundamente a la persona dañada. Que como papá o mamá le propinó una golpiza o un azotamiento al hijo (o la hija) hasta que perdió el conocimiento y se le afloraron los esfínteres. Hay papás o mamás que ni siquiera viendo a su amado descendiente desmayado en el suelo, cesan de castigarlo. En ocasiones, y los Medios y la RR.SS. dan reseñas de los sucesos, un amante (esposo, concubino...) le entra a machetazos, o a puñaladas al cuerpo de su amada hasta que esta pierde la vida, viéndolo como la mata.

Debido, pues, a que el amor no representa ninguna garantía para esclarecernos el pensamiento y la razón, cuando sintamos que amamos, nos corresponde a la par, entrar en sospecha de uno mismo, ya que uno poseído por las difusidades que el amor contiene consigo, pudiera ser llevado a realizar actos peores que los actos que se hacen cuando en vez de amar odiamos.


Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

DA RISA PERO SIN GANAS DE REIRSE (XIII)

DA RISA PERO SIN GANAS DE REIRSE (XIII)

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DA RISA PERO SIN GANAS DE REIRSE (XIII)

Un señor oyó o leyó en alguna red social que el órgano cerebral es dócil e ingenuo. Que propende a creerle todo a quien él supone su dueño, que debido a voluntad del dueño, en momentos determinados lo gobierna y le da órdenes, teniendo que obedecerle aunque sea de mala gana.

También leyó u oyó el señor que tal órgano, tan vital para desenvolverse en este mundo, resulta de una docilidad sorprendente por la sencilla razón de que en tanto músculo es muy dado a la comodidad, limitándose a pensar e idear el mínimo necesario que el supuesto encargado de dirigirlo, le pueda exigir. O sea, al cerebro no le agrada que su supuesto propietario lo saque de su zona de confort (léase ameno escondite intrapsíquico) con exigencias fuera de lugar.

Por otro lado, el referido señor padece de escasez de necesidad de dormir, y desde hace meses por no satisfacer bien la necesidad de dormir, viene padeciendo olvidos y lapsus de cierta consideración, acarreándole inconveniente en el plano laboral.

Aprovechando la amistad con un profesional de la conducta (psicoterapeuta, creo), nuestro referido señor le pide el favor que le sugiera indicaciones para, dirigir con la mente la actividad cerebral en pos de concialiar el reparador dormir.

Y en efecto, el amigo le recomienda que use el truco mental de exigirle al cerebro que le dé sueño en la cuenta de 100. El truco se completa convenciendo al cómodo músculo que si en la cuenta de hasta 100 no se duerme, ésta se repetirá hasta que lo haga.

Durante semanas el truquito arrojó los resultados esperados, pero el insomnio apareció de nuevo.

Cuando el susodicho ni siquiera contando hasta 1000 pudo dormirse, volvió a hablarle al amigo profesional de la conducta.

Como ciertamente este profesional maneja los pormenores de las recomendaciones hechas, le explicó que su cerebro terminó perdiéndole el respeto a las cuentas de 100, 400, 800 y 1000, retornando a las andanzas del insomnio. En consecuencia, le planteó un nuevo truco, que a larga le ha brindado resultados excelentes al preocupado señor. Esta fue la recomendación:

"Tu cerebro no solo es un haragán. También, por la condición propia de los haraganes, es un miedoso. Como cualquier asomo de amenaza el cerebro se te achicopala, dirígele con firmeza, acostado y arropado, si es que te arropas, estas palabras, tipo orden inapelable:

'Oye con atención cerebro. Si no te duermes de inmediato, ya verás lo que te va a pasar, y después no me vengas a decir lloriqueando que no te lo advertí ' ".

Agradecido por haber recuperado sanamente la necesidad de dormir, el satisfecho señor está ahorrando una parte de sus ingresos fijos -el señor es un empleado público del maltrecho estado venezolano- para hacerle un brindis sencillo a su profesional amigo... Ojalá, algún día, pueda darse esa complacencia personal.



Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET