LA INAGOTABLE DISTRACCIÓN

LA INAGOTABLE DISTRACCIÓN

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LA INAGOTABLE DISTRACCIÓN 

"Distraerse significa casi siempre cambiar de aburrimiento".
CHARLES RÉGISMANSET (1873-1945).

"Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre".
SAMUEL BECKETT (1906-1989).

Muchas etnias antiguas, hoy convertidas en naciones complejas, desde que aparecieron en la historia, aparecen con un registro bélico de envergadura.
Hablando de ello con un teórico de la humana vida, quien no participa en nada, pues se convenció que ésta jamás será modificada en sus estructuras interactivas, me suministró una idea novedosa acerca de los países con gentes que históricamente se han inmiscuidos en conflictos sangrientamente horribles.

Me informa que entre tantos pueblos que se han matado desde que se conocen, los más destacado son los pueblos eslavos. Éstos, según se puede constatar, acabaron con Yugoslavia, cuya traducción es Tierra de los eslavos del sur. Acabaron con Yugoslavia para vivir en paisitos, con los cuales están en cierta fase de paz, esperando algo para reiniciar sus recias conductas por ahora calmadas.

Los que no se cansan de matarse todavía son los eslavos de Rusia y Ucrania, que ni siquiera separados en dos naciones, pueden tranquilizarse. A la espera por participar está, como es de esperarse, Biolorusia, que en tanto pueblo eslavo se acercó a Rusia para odiar a Ucrania.

Me dice el teórico de la vida que estos pueblos belicosos (aparte de los eslavos hay más con esa característica) son así porque han hallado en el conflicto violento una particular modalidad de entretenimiento, que entre otras variables, les impide en cierto grado, aburrirse. Sobre todo, en el contexto de una guerra cotidiana, todas las actividades humanas como laborar, amar, libar, envidiarse... cobran significados de alto valor existencial.

Lo curioso de todo este detalle es que dentro de sus elucubraciones extravagantes, todo eso de la guerra y de "matar o morir por la patria", lo justifican racionalmente para conseguir la paz.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

REFLEXIVAS (XV)

REFLEXIVAS (XV)

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REFLEXIVAS (XV)

Citaré para operar con mi propia reflexión a tres grandes teóricos de la vida social ingrávida. Una vida que nada más valida, en la búsqueda de mantenerse en el espacio-tiempo social, las insignificancias varias que inventa y modela.

I

Jean Baudrillard:
"...cualquier distinción entre el bien y el mal [...] sólo (sic) vale estrictamente en el margen ínfimo de nuestro modelo racional".
Al margen de los modelos racionales, los humanos, gracias a estos dos fenómenos que en condiciones de procesos, se podrían tomar como inseparables, han podido conferirle peso y estima a sus existencias. Pero la importancia metodológica de los modelos racionales se debe a que merced a ellos los humanos pueden canalizar el pensar y el comportamiento ante el bien y el mal. Si el modelo de racionalizar toma las interacciones contradictorias que factibilizan Lo real, en el rango de la insoslayabilidad , entonces el mal desaparece como hecho efectivo y único, y solo queda el bien que siendo un impulso y una motivación, al hacerse operativo, generará irremediablemente, males. Es decir, la fuente de todo mal proviene de querer realizar un bien dentro de un modelo racionalizador.

II

Montado en la ola del bien y el mal, el médico psiquiatra Jesús de la Gándara, quien aparte de médico se desenvuelve en otras especificidades humanas, como hacer radio y hacer poética en la pintura y en la literatura, le revela al entrevistador César-Javier Palacios (sitio web El Asombrario, 14.10.25) que:
"Hay gente mala. Si la quitamos, el mundo mejora".
Siendo aún inexistente un "malómetro" o un "bondadómetro" en el mercado de los instrumentos de medición, tal buena intención expresada por este importante médico español, serviría en la vida ingrávida, (en la cual ciertas almas buscan, con desesperación en ocasiones, hacer o hallar algo que les dé peso), para que se materializara una suerte de cacería de gente mala, alimentando la idea que una vez cazada y exterminada esa gente, la pobre tierra donde vivimos y morimos, quedando limpia de los virus del mal, vuelva a ser vista en el rango de planeta alegre;
Algo semejante ensayó el dios bíblico, con consecuencias inútiles para la humanidad y para él mismo.

III

Y hablando del "dios bíblico", que sea fructífero acotar que este Dios al ser una invención del imaginario de la humana mente (made up in mind), igual que los dioses romanos, griegos, etc., la humana mente lo configuró con conductas típicas de las personas, por la la sencilla razón de que pertenece a las extremas imposibilidades que los humanos estén enterados de conductas radicalmente distintas a sus propias conductas de personas determinadas históricamente por posibilidades restringidas.

El enorme médico psicoanalista Carl G. Jung en el libro colectivo El hombre y sus símbolos, escribe con matiz enfático una idea acerca de este punto. Escribe Jung:

"...el hombre es incapaz de definir un ser divino".

Y no pudiendo definir un ser divino mediante divinidades, lo definirá, no tiene de otra, a través de los límites que Lo humano le permite.

Así el asunto, en la Biblia encontramos un Dios furioso con lo creado por él. Tanto es su furia que provoca un torrencial aguacero llamado diluvio, para darle finiquito a todo organismo que estuviera pisando la faz terrestre. Y luego de exterminarlo todo, con excepción de Noé y su Arca, entró en arrepentimiento inconsolable, y como consecuencia de este remordimiento, la Biblia recoge en el libro del Génesis (8:21) estas palabras:

"Nunca más maldeciré la tierra por culpa del hombre, pues veo que desde su infancia está inclinado al mal. Ni volveré a castigar a todo ser viviente como acabo de hacerlo".
Ahí, en esa brevedad comunicatoria, observamos que renuncia a la responsabilidad de enfrentar al mal, elevándolo con la renuncia a la distinción de invencible. Distinción que al tiempo de hoy continúa persistiendo.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

CUANDO LA VERDAD NO NOS HACÍA FALTA

CUANDO LA VERDAD NO NOS HACÍA FALTA

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CUANDO LA VERDAD NO NOS HACÍA FALTA

La verdad es un error sin el cual determinada especie de seres vivos no puede vivir.

FRIEDRICH NIETZSCHE (La voluntad de poder)
(Anotaciones póstumas)

En el plano discursivo, o sea, en el plano de elaborar ideas, significados, valores, etc., tendientes a la persuasión, hay planteamientos en donde no se exige ningún nivel de responsabilidad verosímil por parte de quien(es) lo hace(n), puesto que los receptores de los mensajes les tiene sin cuidado el grado de realidad o el grado de ficcionalidad que estos mensajes puedan contener. Lo esperado de ellos está por la jurisdicción de lo atrayente y de lo seductivo. En tanto más atractivo luzca el mensaje, el mensaje contendrá mayor poder persuasor.

Por ejemplo, tenemos la persuasión publicitaria, cuyo poderío de convencimiento está en que justo nadie cree, o sea, nadie deposita alguna credulidad, en ese tipo de mensajes. El creático publicitario debe cuidarse en extremo en que lo que está haciendo no responde a ningún criterio cierto que le despertara en la gente receptora determinada actitud potencial de creencia, porque si así fuese, lo anunciado en el mensaje se sometería al riesgo de que del mismo modo en que se le cree, igualmente podría no creérsele, siendo esto fatal para la publicidad. No obstante el creático publicista tiene un límite: no producir, debido a lo excesivo de la libertad detentada para crear ficciones, "publicidad engañosa", la cual es penada por las leyes específicas.

En cambio, la astrología, el tarot, la numerología, entre otras artes abocadas a dilucidar misterios de la energía, los enigmas del universo y las leyes de lo oculto, les permiten a sus oficiantes la máxima libertad para hablar y escribir, sin que nada ni nadie ponga en tela de juicio el resultado de los discursos, pues de antemano se sabe que lo que emana del cerebro o de las almas de los astrólogos, numerólogos, tarotistas, etc. nada más es creído por las gentes que ha aceptado, bajo raras e inexplicables causas, que sus existencias las gobiernan las cartas, los astros, los números, etc.

Cada vez los mensajes políticos se aproximan a estas modalidades discursivas, pero será en otra ocasión cuando me ocupe del punto.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XVI)

DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XVI)

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DA RISA PERO SIN GANAS DE REÍRSE (XVI)

Lo siguiente pudiera tomarse en el rango de lo insólito, si no manejamos medianamente las variabilidades psicológicas de las conductas y de los sentires de las gentes.

Hay dos caballeros, cuya amistad data desde que eran muchachos y al día de hoy, valga notificar, pertenecen a la fase biográfica llamada Tercera edad.

Uno está fuera de Venezuela. Y hablando por teléfono con el que vive aquí en Venezuela, y vive aquí en Venezuela porque según su creer, le parece indiferente vivir en cualquier lugar del mundo. En ese creer cuando identifica su procedencia, afirma que es un universiano, cosa que pese a lo exagerado, no pertenece al orden de lo discutible.

Retomo la idea: el que vive fuera de Venezuela, le escucha decir a este señor del universo que para él hablar por teléfono en medio de una calidad tecnológica deficiente, le resulta tan traumante como cuando hablaba dando clases en la universidad. Su explicación consistió en que la universidad donde laboraba, muchos de los estudiantes que tenían horas libres, en vez de salir hacia los lugares abiertos preferían permanecer en los pasillos, y con sus voces, risotadas y gritos, le producían al señor universiano la necesidad de hablar muy alto para lograr ser oído aceptablemente por sus alumnos, y el esfuerzo le traumaba ya que él en tanto hablante lo hacía en voz baja y pausada.
Esta explicación no satisfizo al interlocutor, y como supone conocerlo bien, le acota que el trauma de hablar alto en clases con tanto ruido alrededor, no era por el ruido sino por el cuadro agorofóbico que siempre lo ha acompañado.

Que sea de utilidad señalar que este habitante del cosmos gustaba y gusta de pasar el tiempo libre, no solamente en su casa, sino encerrado en la habitación y debajo de la cama de tamaño individual pero cubierta con una sábana matrimonial, con los bordes alcanzando cómodamente el piso. Este señor no se nombra agorofóbico. Prefiere definirse con el apelativo, poco difundido, de claustrofílico. Y montado sobre la lógica desprendida de la particular claustrofilia, le hizo al amigo, viviente fuera de Venezuela, esta descripción, en el ánimo de que el amigo le entendiera, cuestión muy difícil pues nunca, en todo el cumplimiento de la relación amistosa, ha podido hacerlo. La explicación fue esta:

"Mi condición de claustrofílico no me impide gustar y estar en ambientes de mucho espacio para la gente que los frecuenta. Visitar un centro comercial es lo mismo que estar encerrado. Si te fijas, los centros comerciales aíslan a los visitantes en la búsqueda de seguridad.
Cuando voy al centro de la ciudad los elevados edificios y las elevadas torres, haciendo el papel que hacen las grandes arboledas en los campos, me generan la misma sensación de protección que me generan las sábanas de mi cama. Otro tanto ocurre en el metro y en los transportes públicos. Ando ahí de lo más aislado. En fin, amigo, la sensación de aislamiento la hallo en cualquier ambiente urbano, incluyendo la acogedora y recogedora experiencia de vivir, como vivo, entre elevadas montañas, las cuales me cuidan de ver lo que hay detrás de ellas. Realmente las montañas son unas protectoras y cómplices de mi claustrofilia".

El amigo oyó paciente la explicación, e imaginando que con lo que le iba a preguntar, se le caería toda la argumentación pro-claustrofílica, le arrojó:

-"¿Y qué haces con las tantas personas que están en los centros comerciales y demás sitios de concurrencia social a donde vas?"

El claustrofílico, sin perder la tranquilidad habitual, le culminó al amigo la explicación, con estas palabras:

"Las personas visitantes de los sitios rebosantes de la presencia humana, no suelen mirarse entre ellas. Si observas a las personas éstas representan para las otras personas un singular tipo de aire. Se sienten, se sabe que andan, pero no se les ve. Eso, por un lado. Por otro lado, las demás personas me permiten sentir que soy un ser humano solo; ciertamente el gentío me es indispensable".

Luego de platicar con su amigo, el que reside fuera de Venezuela, caviló un tiempito acerca de la argumentatoria escuchada, y confiriéndole al amigo el beneficio de la duda, elaboró -no se sabe si parcial o definitivamente- esta idea: "Menos mal que la gente sufriente de claustrofobia no cae en cuenta de que el tema de los encerramientos excede el concepto de los espacios reducidos. Así el tema, no solo nos quedamos encerrados en un ascensor. También, si miramos bien, estamos condenados a estar encerrados en el cosmos, sin opción alguna de escapar".

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

EL SIMPLÓN GOCE DE MATAR AL PEOR ENEMIGO DE UNO

EL SIMPLÓN GOCE DE MATAR AL PEOR ENEMIGO DE UNO

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EL SIMPLÓN GOCE DE MATAR AL PEOR ENEMIGO DE UNO

"Perdonar es liberar un prisionero y descubrir que el prisionero eres tú".
CLIVE STAPLES LEWIS (1898-1963).

"Muchos de nosotros cuando nos ponemos enfrente al espejo para vernos la cara, lo que en verdad estamos viendo es la cara de un enemigo. Y no de un enemigo cualquiera, sino la cara de nuestro peor enemigo".
AUTORÍA DESCONOCIDA.

El Perdón en su cualidad de ser una exclusividad de los humanos, desde tiempos inmemorables significa todo un tema.
De poco sirven en el plano de las espiritualidaes los enormes aportes que han legado sus "grandes Maestros", ya que los humanos, sin importar sin son unos salvajes, unos bárbaros o unos civilizados, en sus despliegues históricos, hacen sus vidas considerando el acto de perdonar como un logro espiritual demasiado difícil.

Este acto se agrava, porque en alguna forma y en algún grado, también el perdonar implica el autoperdón. Tan áspero es autoperdonarse, que perdonar a otro(s), comparativamente pareciera más fácil.

Hay personas que aunque no perdonen a alguien (amistad, familiar, pareja, jefe corporativo, docente...), haciendo esfuerzos psicológicos y almáticos, llegan a convivir o a mantener la interrelación con ese alguien. Debido a que la interrelación o la convivencia le genera al culpabilizador malestares y dezasones de tipo psíquico-moral, a la postre, se ve en la situación casi obligatoria de desculpabilizar al alguien que cierta vez culpabilizó por alguna cosa que tomó como una afrenta o como un deshonramiento a su persona.

Y le decía que perdonar a otro(s) pareciera más fácil que perdonarse a uno mismo dado a que hay casos donde el autoperdón es tan arduo, tan apretado, que el individuo prefiere morir antes que proseguir existiendo con el cargamento de culpas, aunque en ocasiones es una sola que le vale por mil culpas.

Ante esa(s) culpa(s) decide irreversiblemente hacer justicia con su propia mano, recurriendo a unas de las tantas modalidades habidas en el mercado para suicidarse. Que sea de utilidad suprema agregar que cuando una persona se mata, no lo hace contra sí misma. La acción la perpetra contra esa persona que tanto le hace daño lastimándola, la cual es la persona misma, mas como consecuencia nefasta del enceguecimiento de la(s) culpa(s) que arrastra, no percibe que se trata de su persona. Definitivamente, el poder de la(s) culpa(s) lo condujo a desdoblarse o a escindirse (minímamente) en dos; partida (mínimamente) en dos, la persona culpadora mata a la persona culpabilizada. Quizá el confuso suceso le permita morir en paz a una de las dos personas.

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET

EL ESPEJISMO QUE PERSISTE

EL ESPEJISMO QUE PERSISTE

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EL ESPEJISMO QUE PERSISTE

"Para conocer a alguien hay que pelearse con él".
SERAPH, personaje de Matrix II (interpretado por COLLIN CHOU).

En el filme protagonizado por Samuel L. Jackson y Carrie-Anne Moss (Moss, la Trinity de Matrix) Inconcebible (estrenada en 2010), hay un personaje terrorista lanzando esta profecía relativa a la paz:

"El castigo final para la humanidad será la de vivir eternamente en paz".

Naturalmente, oír este mensaje eriza a cualquiera de nosotros, sensible a ese tipo de contenidos, pues el concepto "paz" se tiene en el renglón de valores positivos, afirmativos y asertivos, y que haya un personaje fílmico anunciando que la paz debe tenerse en calidad de castigo eterno, pudiera llevar -y de hecho, yo lo estoy haciendo- a la revisión del concepto "paz", en pos de comprenderlo mejor.

En el programa televisivo Se ha dicho (Televen) la penalista doctora Mónica Fernández, su conductora, ha notado que una cantidad enorme de denuncias la hacen personas contra sus propios familares (papá, mamá, hermanos...). En cierta ocasión le confesó -palabras más, palabras menos- a un denunciante, quien fue dejado en la carraplana por un familiar:

Si estas acciones las hacen los familiares contra uno, qué no harán los enemigos.

La confesión u observación de la doctora Fernández, la cité montado en la idea de entender que la ausencia de paz en la humanidad no proviene porque la violencia y los conflictos se dan por la inexistencia de nexos consanguíneos cercanos entre las personas, sino porque la violencia y los conflictos humanos son susceptibles de ser identificados como un modo explícito normalizado de una sociabilidad deficientemente formada y conformada en la diversidad de instancias sociabilizadoras habidas (hogar, escuela, iglesia, espacios laborales, comunidad de amistades, Medios comunicacionales, RR.SS. etc.).

Tan pesada resulta la convivencia en paz que en 3.400 años la historia solo registra 258 años (8%) de esa totalidad cronológica. Si a ver vamos, al día de hoy (septiembre 2025) se están perpetrando en el mundo 110 conflictos activos, 56 de los cuales constituyen guerras abiertas. Piénsese en Rusia/Ucrania; Israel/Palestina... En la región del Sahel, zona semiárida del sur del Sahara, se vive un hervidero bélico. Varias repúblicas libran ahí violencias muy propias de los desiertos inhóspitos y ríspidos de difícil cubrimiento informacional. En el hervidero se encuentran involucradas las repúblicas Malí, Niger, Burkina Faso...

No puedo terminar esta entrega sin recordar dos versos de la canción El elegido (1978) del inordinario cantautor cubano Silvio Rodríguez. El primer verso aclara qué es el espacio Tierra, diciéndonos:

"Y al fin bajó hacia la guerra.
¡Perdón!, quise decir a la tierra".

El segundo verso es sobradamente enigmático:

"Y comprendió -la formulación siguiente se contrapone o se alinea (no capto el sentido) a lo expresado por el personaje del filme Inconcebible- que la guerra era la paz del futuro".

Ílmer Montana.
Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET