PASEOS EN EL REPOSO - 50


PASEOS EN EL REPOSO - 50

Donde somos desconfiados, ahí tenemos nuestra debilidad. Más bien no hay desconfianza, sino que sólo es la forma con que manifestamos, o con que se manifiesta, nuestro punto débil.

Al comportarnos como desconfiados, la propensión nos obliga a disimular la desconfianza que la otra persona nos inspira. Y esta disimulacion le genera al otro, también una suerte de desconfianza. Es decir, el desconfiado, aunque no lo busque ni le guste, hace de la desconfianza algo recíprocamente compartido. Dañando así cualquier perspectiva buena que se busque en una relación de amistad o de otra índole.

Ahora bien, el asunto de la desconfianza, la traba de ser desconfiado, hacia los otros, o hacia determinados otros, consiste en que ahí donde somos desconfiados, es donde se encuentra la desconfianza que tenemos nosotros mismos de nosotros mismos. Como sabemos en alguna forma y grado que tenemos un "punto débil", ese punto débil, el cual no hemos podido combatir, habida cuenta de que nos ha sido difícil localizarlo y reconocerlo para ocuparnos inteligentemente de enfrentarlo en pos de una solución de continuidad, entonces bajo el amparo de la desconfianza, nos limitamos a lo más fácil, que no es otra cosa que creer en la desconfianza que hemos creado y sostenido para seguir disfrutando del área de confort psíquico que el propio desconfiar necesita en su necesidad de persistir.
Ílmer Montana.

Pregrado en Literatura ULA y
Magíster en Gerencia UNET 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario